La disposición del gobierno para que las clases escolares se realicen en forma virtual por la realización del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) ocasionó diversas reacciones en contra de esta decisión, que —en gran medida— fue una salida rápida a la inseguridad que se vive en el país, sobre todo en nuestra capital. Y es verdad: menos personas en las calles facilitan el control y el orden de la ciudad, sobre todo si esperábamos la llegada de representantes de los países más importantes del mundo. Pero ¿qué pasa con los alumnos de los sitios más alejados, en donde en un hogar solo cuentan con un celular para 4 o 5 niños que van al colegio? Simplemente muchos de ellos perdieron valiosas horas de clases que probablemente no serán recuperadas, situación que no solo le pasará la factura a estos niños y jóvenes, también a nuestro país que seguirá luchando por subir unos peldaños más en la prueba PISA 2025.
Ahora bien, es importante recordar que la decisión de que Perú sería sede de la cumbre de APEC 2024 fue anunciada en noviembre de 2021 durante la cumbre de líderes de APEC que se llevó a cabo en Nueva Zelanda. Es decir, han pasado tres años en los que nuestro país hubiera podido adoptar medidas creativas y eficientes para evitar que se pierdan 4 millones de horas de clases, según lo revelado por el Instituto Peruano de Economía (IPE). Pero como esto no sucedió, como no se puso el tema educativo en la agenda de prioridades ante la inminencia de una cita tan importante, se optó por la virtualidad, la misma que —a decir verdad— no funciona en igualdad de condiciones para todos. Si a ello sumamos la ola de violencia que ha puesto en la mira a colegios de diversas zonas de Lima, la virtualidad era la mejor salida en seguridad y organización, ante un evento tan importante para el país. Pero a nivel educativo, el efecto es totalmente distinto.
Y es que no se entiende (o no se quiere entender) que uno de los grandes problemas del país radica en la baja calidad educativa, a pesar que está demostrado que los países que han alcanzado un mayor desarrollo son aquellos que invierten en la educación de su población. La educación permite que los ciudadanos se desarrollen como personas y profesionales, pero también es una herramienta primordial para que un país pueda combatir la pobreza, la misma que, en el caso del Perú, se situó en 29% al cierre de 2023 (cifra que no se reportaba desde el 2010, según el IPE). Pero eso no es todo. Un país con una buena educación puede fomentar la igualdad social, la misma que en el caso peruano, aún tiene una gran brecha por cerrar. A ello debemos sumar que en países como el nuestro, que aún se encuentra en vías de desarrollo, peleando por cumplir los requisitos para ingresar a la OCDE, un buen sistema educativo ayudaría a impulsar una verdadera democracia, con los deberes y derechos que ella implica. Una ciudadanía educada podrá informarse bien y adecuadamente antes de tomar una decisión de la que depende el destino del país. La buena educación, de calidad, aquella que transforma la vida de las personas, es la que necesitamos para poder cultivar una ciudadanía responsable, capaz de debatir y participar activamente en la vida política del país. Eso es lo que necesitamos, pero muchas veces la realidad nos revela que vamos en caminos opuestos.
La decisión de dictar las clases virtuales por motivos del foro APEC puso nuevamente sobre la mesa los diversos problemas de la educación en el Perú, la tarea que tenemos pendiente desde hace décadas, las carencias que aún enfrentan muchos hogares para poder brindar a sus hijos los medios para recibir una clase virtual de forma adecuada, la falta de una infraestructura apropiada para que estudien los escolares en diversas zonas del país, entre otros. La educación es una herramienta poderosa que puede transformar la realidad de un país. Invertir en educación es asegurar un futuro fructífero y equitativo a los ciudadanos; por ello debe de ser una prioridad para cualquier gobierno que realmente quiera realizar ese cambio histórico e impostergable que permita mejorar la calidad de vida de miles de peruanos. Solo así, el Perú podrá avanzar hacia un desarrollo más integral y sostenible.
Hoy, en momentos en que se debate en el Congreso el Presupuesto General de la República para el año 2025, habiéndose desarrollado en el Perú una de las reuniones más importantes como es el Foro APEC, y habiendo iniciado sus operaciones el megapuerto de Chancay que, de acuerdo a estimaciones de Produce, generará ingresos anuales por 4.500 millones de dólares, es momento que se tome la decisión de invertir, consciente, eficiente y de manera sostenida, en mejorar la educación de nuestros niños y jóvenes. Eso por el lado del Ejecutivo y Legislativo que tienen la obligación de aprobar las cifras macroeconómicas para el 2025, pero esta labor también requiere del apoyo del sector privado que podría apoyar y apostar por mejorar esta herramienta necesaria para nuestro desarrollo. Solo así se podrá aprovechar las oportunidades que el mundo pone a nuestro alcance.
Definitivamente hay muchos temas en la agenda de nuestro país que sí merecen y deben ser postergadas, pero no la educación.
n4iot6