Columna publicada en el diario Expreso
Los parásitos caviares y sus tontos útiles han montado una burda campaña para vacar a la mandataria Dina Boluarte por haberse sometido a una simple rinoplastia, que ni siquiera requiere anestesia general para su ejecución.
La absurda hipótesis que han esgrimido es que Boluarte abandonó durante varios días el cargo de presidenta, pero lo cierto es que, según el expremier Alberto Otárola (que fue quien puso el tema en agenda porque anda dolido luego de haber sido expectorado del Gabinete por ofrecer puestos de trabajo a sus amigas cariñosas), la jefa de Estado no dejó nunca sus funciones, pues se mantuvo conectada de manera virtual.
Los lentejeros dicen, además, que Boluarte tenía que informar al Congreso que se sometería a una cirugía plástica, cuando ello no está estipulado en la Carta Magna. Alertan, de igual forma, que la dignataria pudo morirse durante la operación, pero también puede darle un infarto o sufrir un accidente en cualquier momento y, si esa desgracia ocurriese, asumiría la Presidencia el presidente del Parlamento, Eduardo Salhuana, que sería el encargado de convocar a elecciones, las cuales, tomando en cuenta los acortados plazos, deberían ser generales.
Ni corta ni perezosa, la Fiscalía de la Nación, a cargo de Delia Espinoza, abrió una investigación preliminar contra la gobernante por este caso. Dicha pesquisa por la comisión de supuestos delitos, por supuesto, es el insumo que requieren los rojos de cafetín para defenestrar a Dina Boluarte. ¿Por qué el Ministerio Público no actúa con igual celeridad ante la extorsión de Umberto Jara, sindicado como emisario del Eficcop, a la empresaria Mirtha Gonzáles Yep?
A pesar de todo este escándalo generado en torno a una nariz, la mayoría de legisladores demócratas ya aprendió, afortunadamente, la lección, después del ‘Merinazo’, y no van a agachar la cerviz frente a la intentona caviar de poner en el poder a un Sagasti 2, para así recuperar sus amadas y millonarias consultorías.
Dina Boluarte no es ni por asomo la presidente que el país requiere para conseguir el crecimiento económico que permita reducir la pobreza, pero, nos guste o no, fue elegida en la fórmula zurda que lideró el golpista Pedro Castillo. Y su salida apresurada solo generaría más inestabilidad, a un año y monedas de que se lleven a cabo los siguientes comicios, lo que alejaría a las eventuales inversiones.
Urge, eso sí, que el Congreso ejerza el rol fiscalizador que ha abandonado e interpele o censure a los ministros inútiles con mayor rigurosidad. En tanto, si los caviares y sus cómplices quieren llegar al poder, pues ganen en el 2026 en democracia. ¿O tienen miedo de obtener un 2% otra vez?