Opinión

¿Un ataque impredecible o el inicio del caos?

El sábado por la tarde intentaron asesinar al expresidente y candidato presidencial Donald Trump. Aunque no hay suficiente información para categorizar el atentado como un golpe orquestado por poderes políticos, es un hecho que la campaña del expresidente había solicitado un refuerzo en la seguridad de su equipo, solicitud que correspondía al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas. Al igual que la solicitud de protección por parte del Servicio Secreto para el candidato independiente Robert Kennedy Jr., estas peticiones fueron negadas. Cabe recalcar que el presidente John F. Kennedy y Robert Kennedy Sr. fueron asesinados mientras estaban en campaña. Al mismo tiempo, surgieron propuestas legislativas que sugerían retirar el derecho al servicio secreto vitalicio a expresidentes que enfrentaran cargos federales. Siendo Donald Trump el único presidente con cargos federales, esta intención despierta sospechas. Para algunos, el atentado puede haber sido una sorpresa; para otros, era solo cuestión de tiempo.

Con todas las maravillas, logros y promesas cumplidas que ha brindado Estados Unidos, también están sus defectos y limitaciones humanas. Sí, es un país que se fundó en la doctrina del ‘Discovery’. Sí, es un país que vivió la esclavitud y la segregación. Y sí, el clima social actual es altamente divisivo. No obstante, su constitución, basada en el capitalismo y la separación de poderes, ha demostrado ser el sistema más exitoso en la historia de la humanidad. Puede sonar controversial, pero es la realidad. Por ende, hay errores humanos que podrían haber sido anticipados, lo cual no conlleva al absolutismo. La persona que perpetró el ataque obtuvo el arma legalmente. Aunque no estaba registrada a su nombre, era propiedad de su padre, quien no limitó el acceso. Era un sujeto que no estaba fichado como persona de riesgo; incluso, estaba registrado en el Partido Republicano. Hasta ahora no ha surgido información que amerite sospechas previas. Asimismo, el día del ataque hubo errores de coordinación. Ha surgido evidencia presentada por otros participantes del evento, quienes relataron haber visto a un personaje sospechoso con un arma en zonas no cubiertas por el Servicio Secreto. No me corresponde decir si fue intencional o no, pero al menos, fue una falta de recursos, los cuales sí fueron informados.

Siendo Estados Unidos un país donde las armas son accesibles, y el candidato alguien conocido por los rallies en espacios abiertos, podemos evidenciar el medio y la oportunidad para un ataque. Lo único que faltaría sería el motivo. Anteriormente, he escrito sobre las diferencias ideológicas que enfrenta Occidente; sin embargo, he enfatizado que estas son elevadas en Estados Unidos. Puede que sea por razones socioculturales, éticas, económicas, o simplemente porque es donde hay más intereses en juego. Cada uno tendrá la interpretación que prefiera. La realidad es que cada día es más difícil encontrar propuestas legislativas bipartidarias. En los últimos años, estas han sido primordialmente de infraestructura, donde el partido con mayoría en el poder incluye todo tipo de reformas ideológicas, cuando deberían ser exclusivamente proyectos de obras. Mientras tanto, medios televisivos, personajes políticos y redes sociales han impulsado una filosofía. Paralelamente, han vilipendiado a los opositores llamándolos “antidemocráticos”, “violentos” e “ignorantes”. Cuando la controversial actriz Jane Fonda apareció en el programa con más alto rating de la televisión diurna, The View, y dijo que, después de las protestas y la persecución judicial hacia el expresidente Donald Trump, correspondía el “asesinato”, ¿qué pensaron que iba a pasar? Cuando The New York Times publica una portada comparando al candidato republicano Donald Trump con Adolf Hitler, ¿en qué convierten la humanidad de Trump? Cuando la vicepresidenta de los Estados Unidos, Kamala Harris, hace equivalencia entre el ataque a Pearl Harbor, el atentado a las Torres Gemelas y el 6 de enero de 2021, ¿están intentando convertirlo en un enemigo de la patria? Si el mismo presidente Joe Biden dice que su predecesor es una “amenaza existencial”, ¿no creen que alguien podría actuar en su contra?

Ninguna de estas personas es responsable de las acciones de terceros, pero el lenguaje incendiario ha quedado registrado y es innegable. Hubo consecuencias, y lamento pensar que estos sean indiferentes. Pienso que el clima de los medios está pasando por una luna de miel. Temen relatar con precisión su verdadera opinión. Pero la elección de J. D. Vance como candidato a vicepresidente los hará aterrizar de esa alta nube. Pronto volveremos a escuchar las aclamadas frases de “amenaza a la democracia” y “fin de la democracia”.

Aun cuando el Partido Demócrata está pasando por una crisis interna, dado que el presidente Biden ha sido objeto de rumores y preocupaciones, espero que actúen con madurez y no repitan errores. De no ser así, y tomando en cuenta que hay información sobre agentes iraníes con intención de atacar a figuras políticas en Estados Unidos, podría ser que la violencia no haya terminado, sino que haya comenzado. No quiero imaginar otro ataque, pero no lo descarto. Tampoco quiero pensar que el presidente actual está en condición de discapacidad, pero no podemos ignorar que ha habido momentos de torpeza motriz. Podrán haber muchas razones; lo que sería inminente es que la heredera del Partido Demócrata sería Kamala Harris, y que el heredero del Partido Republicano no sería J. D. Vance ni Nikki Haley. No solo porque el candidato a la vicepresidencia no tiene la experiencia necesaria para gobernar, sino también porque la candidata ya liberó sus delegados y quedó en tercer lugar en la nominación. El heredero sería el que elija el Partido Republicano, que muy probablemente sería Ron DeSantis, el gobernador de Florida. Este quedó en segundo lugar en la nominación, y su filosofía política está alineada con la del Partido Republicano actual. No obstante, espero estar equivocada. El pueblo estadounidense no merece ningún ataque contra la democracia.