Lo sucedido este martes en las sorprendentes elecciones presidenciales norteamericanas me hace recordar a muchas contiendas electorales en nuestro hemisferio, donde los medios de comunicación pretenden imponernos su candidato para finalmente ante el resultado adverso justificarse por la existencia del llamado “voto escondido”. Pero ¿realmente existe el voto escondido o se trata más bien de un malicioso uso de información para manipular a la opinión pública?
Quienes hemos seguido con detenimiento y curiosidad la intensa campaña de los candidatos presidenciales estadounidenses observamos como el periodismo, estrellas de Hollywood, programas cómicos, encuestadoras y analistas políticos estuvieron vergonzosamente parcializados con la candidata del partido demócrata, lo que trajo como consecuencia una reacción inversamente proporcional a sus intereses.
Por ello no resulta difícil encontrar las causas del apabullante triunfo republicano, resultaba contraproducente decirles a los inmigrantes que teman a Donald Trump cuando entre mayo del 2023 a mayo del 2024 el gobierno donde Kamala Harris es vicepresidenta ha expulsado a más de 775,000 inmigrantes, récord histórico nunca visto en el país de la libertad.
Curiosamente, actores, actrices y cantantes del mundo del espectáculo hacían un llamado al “cambio” y apoyo masivo a Kamala Harris – quien es parte del oficialismo– olvidando desde sus cómodas mansiones la intensa crisis económica que vive el ciudadano común norteamericano, la falta de empatía, intereses personales o sencillamente la soberbia les impidió ver más allá de sus propios ojos. Ello explica porque Trump ha obtenido la mayoría del voto latino y afrodescendiente, supuestamente quienes serian los mas perjudicados con su victoria.
Pero Donald Trump no solo ha obtenido de manera aplastante los delegados necesarios para ser presidente, también ha superado a Kamala Harris en el voto popular logrando el control de la Corte Suprema, Senado y la Cámara de Representantes (Diputados). Lo que traerá como consecuencia la desestimación de las denuncias federales que enfrenta y la dilación de los procesos penales estatales hasta que deje de ser presidente, sin perjuicio a ello, la Constitución de Estados Unidos no impide que una persona condenada por delitos federales sea presidente ni prohíbe asumir el cargo a un presidente sentenciado.
Como corolario podemos concluir que la era de la cancelación o “woke” esta llegando a su fin, asimismo, muchas ONGs de dudosos objetivos quedarán sin financiamiento y sobre todo que el voto escondido siempre esta a la vista todos, que los medios informativos y pseudos lideres de opinión pretendan que tenemos cataratas ya es otra cosa.
Desde Ronald Reagan los republicanos no habían tenido un candidato que llegara a la presidencia con tanto apoyo popular, pero cuidado, el poder absoluto siempre será un arma de doble filo para quien lo ejerza, por el momento el ganador se lo lleva todo, o como bien dicen en el país del Tío Sam… the winner takes it all.