Aunque cada vez menos, leo en redes de personas que se preguntan por la posición y las medidas adoptadas por el gobierno británico. En particular, la discusión es más viva aún entre economistas. Se trata de la teoría de “la inmunidad del rebaño”. Es una apuesta basada en ciertas premisas: 1. Que el sistema de salud tiene la capacidad instalada para soportar el pico esperado de infectados (léase respiradores mecánicos y camas de UCI suficientes como para atender al 20 por ciento del pico que se estima requerirá hospitalización); 2. Que quien se contagia asintomáticamente o no, queda inmune.; 3. Que no hay secuelas luego del alta; y 4. Que la población entienda y cumpla la regla del no contacto físico interpersonal, lavado frecuente y protocolos de ingreso y salida de la vivienda.
En el caso peruano la premisa 1 no se cumpliría si no hubiésemos hecho nada. Sobre la premisa 2, aunque aún no tenemos suficiente evidencia estadísticamente válida, ya hay reportes de “recaídas”; 3. Es claro que el 20 por ciento de los infectados con síntomas severos sí tiene secuelas y en un país como el nuestro por factores como la altura a la que vive o se traslada temporalmente parte de la población y las condiciones generales de salubridad, esto implicaría una carga adicional a la salud pública. Sobre la premisa 4, creo que estamos viendo evidencia que aquí no hubiese funcionado.
Creo que sí debieron explicarnos la lógica de las decisiones. Es nuestro derecho. Sin embargo, tiendo a pensar se tomó la decisión correcta aunque con algunos días de demora y sin la severidad necesaria para que el resultado esperado se de. Hace dos días tuvimos una variación en la pendiente de la curva que pareció el inicio del punto de inflexión, pero luego se “normalizó” la escalada de visos exponenciales. No podemos decir aún si el aislamiento ha funcionado. Lo sabremos recién martes o miércoles en mi opinión. Roguemos a Dios funcione.
De no funcionar, tendríamos que extender con cuatro consecuencias: 1. Fractura de la cadena de pagos y daño irreversible en al menos dos años al aparato productivo; 2. Alrededor de 8.7 millones de personas que de no recibir un subsidio inmediato podrían pasar a condiciones temporales (al inicio) de pobreza (la clase media vulnerable) y pobreza extrema (los pobres o aprox. 11-13 % de la población). La “temporalidad” podría resultar irreversible en el corto-mediano plazo para un segmento dada la pérdida de su capital de trabajo; 3. Convulsión social producto de factores psicológicos y económicos (saqueos); 4. Colapso del sistema de salud.
Esta crisis no era previsible pero el buen gobernante no es el que sabe qué hacer cuando lo previsible sucede sino el que decide con creatividad y convicción cuando sucede lo imprevisible.
Pongámonos en “modo propuesta” y ayudemos al gobierno a decidir. Es lo que nos toca en este momento.