Detenerse a hacer pacientemente preguntas distintas es, a veces, mejor que lanzarse irreflexivamente a dar respuestas apuradas. Obviamente, la primera respuesta a la interrogante aquí planteada es que serían regiones cuyo contacto con el mundo es más limitado. Puede que sea cierto pero al menos dos de ellas, Puno y Tacna, son fronteras bastante activas de intercambio comercial. Quisiera ensayar una explicación distinta, aunque no necesariamente excluyente. La llamaré “aislamiento social de facto” y, creo, el ejercicio nos puede dar luces para la toma de varias decisiones que parecerían no tener relación con este análisis.
Aproximadamente 86.000 de los 94.922 centros poblados que tiene el Perú, tienen menos de 150 habitantes. Las 11 regiones que no presentan ningún caso hasta hoy acumulan el 48.18% (45.738) de los centros poblados del país. Las regiones con más centros poblados de menos de 150 habitantes son Puno, Ayacucho y Huancavelica. Es decir, el “aislamiento social” en estas regiones es “de facto” porque la realidad de la mayoría de ellas es que su población es mayoritariamente rural (Huancavelica, Cajamarca, Amazonas y Apurimac) o bordea 40 por ciento o más (Puno, Ayacucho y Pasco) del total; y, más aún, la mayoría de esa población rural vive en Centros Poblados de menos de 150 habitantes. Aunque son datos que complican las políticas de lucha contra la pobreza extrema, en estas circunstancias es información que puede darnos alguna tranquilidad.
Hace algunos años calculé el grado de correlación existente entre vivir en un pueblo de menos de 150 habitantes y ser pobre extremo en el Perú) y encontré que era de algo superior a 0.8: es decir, casi por definición, una persona vive en un pueblo de menos de 150 habitantes en el Perú, es pobre extremo. ¿Qué es lo “bueno” de este dato? Que buena parte de los pobres extremos de nuestro país, están a salvo por el momento. Debemos aseguramos permanezcan así aislados durante la pandemia, tomando medidas complementarias para esas regiones como de productos básicos que complementen el auto consumo (que mejorará en mayo junio cuando se inicien las cosechas en la sierra). De hecho el MVCS tiene plenamente identificados los centros poblados de menos de 150 habitantes pues tiene un programa anual de apoyo en los meses de friaje. Los pobres extremos en áreas urbanas y el millón de inmigrantes venezolanos debieran ser entonces el foco de los programas de subsidio en efectivo.
Un corolario de todo esto es que usar la base del MIDIS terminará otorgando subsidios a peruanos en extrema pobreza pero que están en menor riesgo sanitario y económico que peruanos (y venezolanos) en áreas urbanas que son parte de la economía informal, muchos de los cuales son pobres pero no pobres extremos; y otros clase media vulnerable.
Finalmente, es importante considerar que 40.484 de los centros poblados del Perú se ubican a más de 3.500 m de altura. De verse afectados estos ciudadanos, dado lo que ya sabemos de las secuelas post “alta” del COVID-19 (hay informes casos de “recaídas” en China y Corea del Sur), debemos prever que, lamentablemente, es probable que, de infectarse pobladores de las regiones altas, su esperanza de vida se vea comprometida inexorablemente. Evitar la pandemia llegue a los ya aislados de facto es una prioridad.