Opinión

Odebrecht no tiene la culpa

Hace unos meses, antes de la pandemia, viajé a Estados Unidos por temas laborales. Cuando llegué al Aeropuerto Internacional de Miami (MIA), lo primero que me llamó la atención fueron las dimensiones colosales de la terminal “J”, donde aterrizan los vuelos de Latam. Por más que Miami no es ni de cerca uno de los aeropuertos más grandes de Estados Unidos, estaba ubicado dentro de los 10 primeros, con 45 millones de pasajeros en el 2019. Dicha terminal es más grande que todo el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Pero lo que más me llamó la atención fue la placa a la salida de la terminal, que dice que fue construida en parte por Odebrecht en un proyecto de 1,100 millones de dólares. Luego tomé un pequeño tren que me llevó desde la terminal hasta el centro de alquiler de autos. No pude dejar de notar que había otra placa que indicaba que este proyecto también lo había hecho Odebrecht a un costo de 259 millones de dólares. El centro de alquiler de autos, está conectado con la nueva línea del Metrorail (línea naranja) que me llevó hasta el centro de Miami donde tenía una reunión de negocios. Este proyecto de 506 millones de dólares también fue construido por Odebrecht.

Terminada mi reunión de negocios, alquilé un auto para dirigirme al norte. Según waze, tomé la autopista I95 norte, luego tomé la 836 con sentido oeste por unas millas. Al llegar a la intersección con mi próximo desvío, la autopista llamada Palmetto Norte, me encontré con una enorme área en construcción ya que estaban terminando 4 grandes pasos a desnivel, de 40 ó 50 metros sobre el nivel del suelo; que permitirán un mejor flujo en el tráfico entre las autopistas 826 y 836. Se imaginarán cuán grande fue mi sorpresa cuando vi el letrero que anunciaba que la obra del intercambio vial, a un costo de 580 millones de dólares, también estaba siendo desarrollada por Odebrecht.

Una vez que me encontraba manejando por una espectacular autopista de 5 carriles, con peajes electrónicos para no tener que disminuir la velocidad, me puse a pensar sobre lo diferente que Odebrecht se había comportado en Estados Unidos en comparación con el resto de América y en especial en Perú. Hasta donde he podido investigar, en decenas de documentos y publicaciones, la multa que le impuso el gobierno norteamericano a Odebrecht de 2,600 millones de dólares (2,391 millones los recibiría el gobierno Brasileño, 116 millones el gobierno Suizo y 93 millones el gobierno estadounidense) no se debió a que hayan pagado sobornos por las obras ejecutadas en los Estados Unidos; sino a que Odebrecht utilizó el sistema bancario norteamericano para mover y pagar millones de dólares en sobornos a funcionarios de otros países, entre ellos el Perú. Entonces surge la pregunta: ¿Por qué Odebrecht puede construir obras de ingeniería espectaculares como las que vi, en el plazo y presupuesto contratado, sin las famosas adendas; pero en Perú, todas las obras de esta empresa, están envueltas en pagos de sobornos, sobreprecios, demoras en las entregas y corrupción de funcionarios?

No digo que en ninguna de las obras que ejecutó Odebrecht en los Estados Unidos no haya habido corrupción, al menos, no hay documentos o investigaciones sobre estas obras. Lo que sí afirmo, es que la corrupción es parte de hacer negocios con el Estado peruano y lo único que hizo Odebrecht fue sistematizarlo, a tal punto que era parte de las bases de las licitaciones. Si Odebrecht quería ganar la licitación de un proyecto peruano, sabía que tenía que corromper a los funcionarios que daban la buena pro, de lo contrario, la obra iría a parar a la competencia. En Perú, poco importa que la propuesta sea la mejor, la más barata o la más eficiente; lo que importa es cuánto estamos dispuestos a pagar por la buena pro. Más aun, de lo que he podido investigar, hasta el porcentaje de “comisión” a pagarse por cada obra, ya estaba preestablecido. En las obras regionales y municipales, la coima era la más alta y llegaba al 10%.

No quiero que se piense que estoy tratado de eximir a Odebrecht de su responsabilidad penal y civil por las obras inconclusas, mal ejecutadas, con sobreprecios o los miles de millones de dólares pagados en sobornos a funcionarios públicos de todos los niveles, desde presidentes hasta supervisores, pasando por ministros, gobernadores regionales y alcaldes; lo que quiero, es llamar a la reflexión de nuestra sociedad, para que se entienda que mientras no cambiemos nuestro sistema político y judicial, la corrupción y sobre todo la impunidad, seguirán siendo nuestro peor enemigo en nuestro anhelo de salir del subdesarrollo.

Todos hemos leído sobre las delaciones de los funcionarios de Odebrecht en Brasil, donde se involucra a casi toda la clase política peruana en la recepción de sobornos. Solo para mencionar algunos, tenemos el caso de Alejando Toledo que habría recibido una coima de 31 millones de dólares; el caso de Alan García que habría recibido cientos de miles de dólares; el caso de Ollanta Humala y su esposa que habrían recibido más de 3 millones de dólares para su campaña electoral; el caso de Pedro Pablo Kuczynski que habría cobrado cientos de miles de dólares en asesorías a través de sus empresas; Félix Moreno ex gobernador regional del Callo por el caso Costa Verde; Cesar Álvarez ex gobernador de Áncash por la carretera Carhuaz-Chacas-San Luis; Jorge Acurio Tito ex gobernador de Cusco por el caso vía evitamiento Cusco; Susana Villarán por haber recibido millones de dólares mientras era alcaldesa de Lima para su campaña a la revocatoria; Luis Castañeda Lossio por haber recibido cientos de miles de dólares para su campaña a la alcaldía y luego presidencial; Keiko Fujimori por haber recibido 1.2 millones de dólares para su campaña presidencial y una larguísima lista de políticos y funcionarios públicos. Pero de todos ellos, el único que ha sido condenado por un caso de corrupción de Odebrecht ha sido Cesar Álvarez, que recibió una condena de 8 años y 3 meses. Han pasado años desde que se destapó Lava Jato y en  todos los demás casos, las investigaciones y procesos judiciales siguen en curso y ninguno de ellos ha sido condenado hasta la fecha.

Considero vergonzoso para el sistema judicial peruano y en general para el Perú que habiendo admitido la misma empresa su culpabilidad y entregado nombres, montos, cuentas y demás evidencias de sobornos; que todavía no tengamos a todos estos delincuentes tras las rejas, purgando la condena más severa que les pueda caer, pero sobre todo, devolviendo el dinero que se robaron de todos los peruanos. El gobierno peruano le puso una multa de 610 millones de soles a Odebrecht, por los casos de corrupción que ha admitido en Perú, pero ¿qué hay de los millones de dólares que recibieron nuestros políticos para sus bolsillos? ¿Llegará acaso el día que el Estado les obligará a devolverlos?