La semana pasada, escribí la primera parte de este artículo, en donde les contaba un poco la historia del Parque Nacional de Yellowstone en los Estados Unidos.
Para ingresar al mismo, se cuenta con cinco accesos. Yo escogí la entrada oeste, que se ubica en el pueblo de West Yellowstone, en Montana. Tuve que viajar en avión hasta Bozeman, un pueblo también en Montana. La distancia de Bozeman hasta West Yellowstone es de 150 kilómetros, los cuales recorrí en menos de dos horas. Gran parte del camino sigue el recorrido del río Gallatin.
Con mapa en mano, empecé mi visita. Para recorrer el parque, se cuenta con dos circuitos. El circuito norte tiene 113 kilómetros y el circuito sur 155 kilómetros. En el circuito sur se encuentran la mayoría de los géiseres a los cuales se tiene acceso y el enorme lago de Yellowstone. En el norte encontramos el cañón de Yellowstone y los valles donde se concentran la mayor cantidad de animales.
En mi primer día solamente llegué hasta la zona llamada Cuenca Superior de Géiseres, en donde está ubicado “Old Faithful”. Este géiser tiene la peculiaridad que expulsa grandes cantidades de vapor y agua caliente cada 90 minutos aproximadamente. Cuando llegué al lugar, “Old Faithful” había erupcionado hacía media hora, por lo que aproveché el tiempo para conocer el hotel que lleva su nombre y que fue construido en el año 1903. Cuando se aproximó la hora, me senté junto a cientos de turistas en las bancas dispuestas a una distancia prudente. Había turistas de todas partes del mundo y ninguno de ellos tuvo la “viveza” de acercarse al géiser más de lo permitido. El respeto a las normas del parque es absoluto en todo Yellowstone.
En los siguientes días, me aventuré por el circuito norte que me llevó a “Canyon Village” y paré en el “centro para educación de visitantes”, donde pude encontrar maquetas, animales disecados y muchas exhibiciones sobre el parque. También aproveché para almorzar en uno de los tres restaurantes del área. Como peruano, nos sorprende que no haya un solo papel en el suelo en todo el parque de Yellowstone. Con vergüenza recuerdo que cuando recorremos nuestros atractivos turísticos como por ejemplo la Reserva Nacional de Paracas, siempre vemos botellas, plásticos o papeles que algún irresponsable bota en medio del paisaje. En Yellowstone, eso es impensable.
El circuito norte me llevó hasta la zona del Valle de Lamar, donde vi una gran cantidad de animales. Es impresionante manejar al costado de bisontes de casi una tonelada de peso. Más impresionante todavía, es poder caminar en el valle a escasos metros de estas enormes, pero pacíficas bestias. Además pude ver alces y venados.
Otro día me dirigí al sur, directo hasta la zona del lago Yellowstone. Este enorme lago de 350 kilómetros cuadrados, está ubicado a 2,350 m.s.n.m. En la zona de “Lake Village” encontré dos hoteles con una vista maravillosa del lago, así que aproveché para almorzar allí. Seguí mi recorrido al sur, lo que me llevó al parque nacional “Gran Teton”. Este parque es mucho más pequeño que Yellowstone, pero su geografía es impresionante por sus picos y nevados. Paré en el lago “Jenny”, donde un sendero me llevó alrededor de todo el lago, en medio de un bosque de pinos.
El clímax de mi viaje consistió en la ascensión al monte Washburn, de 3,120 m.s.n.m. En la cima del monte encontré dos cosas que me impresionaron: un observatorio con área de descanso y baños con papel higiénico. Se reirán por mi comentario, pero les pregunto: ¿Cuántos de ustedes han visto un baño limpio en la cima del Pastoruri o en la Reserva Nacional de Paracas? Yo he visitado ambos y puedo dar fe que no hay. Si uno requiere ir al baño, lo tiene que hacer detrás de una piedra o una duna. En Yellowstone, todos los lugares de campamento están debidamente señalizados y cuentan con todas las facilidades como baños, duchas y teléfonos de emergencia. Hablando de emergencias, les puedo decir que en todo el parque hay presencia de los “park rangers”, quienes armados hasta los dientes, dan seguridad a los visitantes y garantizan que no haya robos, algo tan común a los turistas en nuestro país.
Yellowstone atrae a un promedio de cinco millones de visitantes al año (un millón más que todos los turistas que llegaron al Perú el año pasado). Solamente por alojamiento, los ingresos en el parque Yellowstone fueron de 350 millones de dólares en el 2020.
Estoy seguro que muchos habitantes de la zona se opusieron a la creación de Yellowstone. Algunos querían seguir cazando como lo habían hecho por décadas, otros como los mineros ilegales, querían buscar oro en los ríos de la zona, donde seguramente lo encontrarían. Sin embargo, existió un grupo de personas visionarias, tanto del sector público como privado, que entendieron que tenían que proteger esta maravilla de la naturaleza para las futuras generaciones y no pensar solo en su explotación a corto plazo.
¿Por qué no podemos cuidar las maravillas naturales de nuestro país como por ejemplo, la Reserva Nacional de Tambopata? ¿Somos conscientes de cómo los mineros informales destruyen Madre de Dios? Donde antes había selva, hoy en día hay destrucción y contaminación con el mercurio que ellos usan. La maravillosa reserva está en peligro de muerte. Lo que tendría que ser la “zona de amortiguamiento”, se encuentra invadida por miles de mineros ilegales que avanzan inexorables hacia ella sin que nadie haga o diga algo. En los últimos 23 años se han destruido más de 30,000 km2 de selva, más de tres veces el tamaño de todo Yellowstone. Una tragedia y vergüenza nacional.
Los mineros informales y las autoridades de Madre de Dios no tienen visión a futuro. Con un poco de planeamiento y estricto respeto a la naturaleza les puedo asegurar que cientos de miles de turistas estarían dispuestos a gastar miles de millones de dólares, para visitar una maravilla como Tambopata u otras más que tenemos en el Perú. No solamente hoy, sino durante los próximos 150 años, como viene ocurriendo en Yellowstone.
El Perú es un país subdesarrollado no por falta de recursos, sino por falta de visión.
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