Opinión

Los gatos

Por Javier González-Olaechea Franco

Hace dos días en una entrevista me preguntaron acerca del futuro político de la señora Keiko Fujimori. Respecto al gobierno del ingeniero Fujimori, mis grandes discrepancias comenzaron el 5 de abril de 1992. Entonces fueron públicas y me trajeron problemas. Con ello seguí aprendiendo ciertas cosas de la política y a encausar entrevistas sin dejar de decir la verdad y ofrecer mis opiniones.

No obstante, he reconocido y reconozco que los fundamentos macroeconómicos del fujimorismo, son los adecuados. Mi respuesta sobre su futuro político fue que los políticos eran como los gatos, pueden tener hasta 7 vidas y que en política no hay muertos.

Guardando las enormes distancias, subrayo enormes distancias, entre ciertos políticos y la señora Fujimori, ofrezco tan sólo tres ejemplos de políticos gatunos que con diversas volteretas regresaron triunfantes.

Alan García. Después del 5 de abril, me hicieron la misma pregunta referida a él. Ofrecí entonces 4 razones al diario La República y que parecieron muy descabelladas y alanistas. No lo conocía. Años después García fue reelecto. Enumero: Primero, que era muy joven y que cuando volviese a candidatear el electorado más joven no habría vivido su desastroso gobierno. Segundo, que asilado en Colombia y residiendo en Paris explotaría su asilo como persecución política y aprendería tras la caída del Muro de Berlín. Tercero, que su partido tenía el sello del martirologio cárcel, lo que jala siempre votos. Cuarto, que no había entonces un filarca y orador como García entonces en el país.

Tomás Moro, hace cientos de años acuñó el término de filarca para referirse a quienes aman detentar el poder. García en su máxima expresión, ¿quién lo pudiera dudar?!.

Cuando Perón regresó a la Argentina tras más de 20 años de ausencia y habiendo sigo calificado en los peores términos, un entrevistador en vivo le preguntó, mi general, ¿cómo observa la Argentina tras tantos años de ausencia, qué peso tienen los partidos políticos?. Perón comenzó, más o menos así; bueno hay un veinte por ciento de radicales, un quince por ciento de socialistas, otro tanto de liberales, unos cuantos comunistas y seguía acercándose al cien por ciento;  pero mi general ¿y los peronistas?, a nooo, contestó el general, peronistas son todos!. 

Al estar vetado Perón, la fórmula fue Cámpora al gobierno, Perón al poder. Cámpora ganó y Perón reinó.

Así como quien no conoce y entiende la profundidad de nuestros Andes jamás podrá comprender al Perú, quien no ha vivido en Argentina no puede entender el factor peronista. Hace 20 años me interesé por un libro de fotografías de Evita Perón, y después de pagarlo, la vendedora lo besó y me lo entregó.  

Argentina padece de un cáncer endémico desde la década del 40, el justicialismo o peronismo. Hay peronismo para todos los gustos. El peronismo puso a un traidor y pillo privatizador de derechas como Menen. Siendo presidente vendió armas al Ecuador en pleno conflicto del Cenepa a pesar que su país era garante del Tratado de Paz de Rio de Janeiro de 1942. 

El gobierno de Néstor Kirschner logró la reelección conyugal y Cristina sucedió al esposo. Fue un cócktail de saqueo, populismo, agresividad verbal y aislacionismo internacional.  Ahora ella vuelve al poder replicando la fórmula Putin-Mevdedev. Así, obtiene como vice presidente la presidencia del Senado y la ansiada la inmunidad. 

Poco antes de dejar Buenos Aires, hace 11 años, le pregunté a un viejo profesor qué era el peronismo dado que hay de todo en dicha fauna. Mire Javier, el peronismo es un sistema de construcción de poder. Lo comprendí después de muchos años.

La señora Keiko Fujimori ha detentado el poder desde su juventud; luces, cámaras, acción. Ha saboreado un triunfo importante con una mayoría aplastante y ha caído en la peor de las desgracias. Se le imputan delitos y su futuro inmediato es muy incierto. En sus desvelos, camina entre barrotes y presumo que andará por un buen tiempo descalza en un camino de piedras y espinas.

Ahora bien, la señora Fujimori no llega a los 45 años y el albertismo es un sentimiento con arraigo en un núcleo duro y popular. Como todo mortal, su padre dejará este mundo y su figura crecerá con sus virtudes. El combo fallecimiento, pérdida, orfandad y recuerdo, normalmente es favorable en política conforme se aleja el pasado. En política, la memoria es selectiva. Hoy recordamos a Odría por sus obras públicas y sus unidades escolares y nadie lo menciona como el golpista que habiendo sido ministro de Gobierno y Policía derroca a su presidente, Bustamante y Rivero en 1948.

Mi conclusión es que La señora Fujimori ha vivido dos vidas. Una marcada por la poderosa sonrisa  y otra de garrote sin quebrarse. Es una mujer fuerte. Le quedan varias. Quizás en alguna de ellas, estando libre, alcance cierta sabiduría y demuestre poder ser un buen y firme timonel en las siempre profundas y procelosas aguas de la política peruana. Puede que suceda o que no suceda, pero muerta en política, aún  no está.