Opinión

La izquierda entiende la pobreza

Debemos convertirnos en un país para mostrar en todos los sentidos.

Sí, la entiende más que otros grupos políticos que en ocasiones la desdeñan como atraso, pereza o simplemente como el status quo. Y digo la izquierda en el sentido de la gente que se identifica así, pero puede incluir a otros con alta sensibilidad social, como funcionarios de gobierno o miembros de ONGs.

Todos ellos están comprometidos en disminuir la pobreza y lograr una mayor equidad en nuestra sociedad. Otros, como bien sabemos, están ahí únicamente para acceder al poder, como muchos políticos de pacotilla.

Y la pobreza la entiende en su manifestación más brutal: bajos ingresos derivados de una alta informalidad (¡un punto incomprensiblemente ausente en las soluciones propuestas en la reforma laboral!), lo que resulta en escaso dinero disponible para adquirir vivienda o mejorar la existente, en la imposibilidad de garantizar las tres comidas básicas, en la necesidad de sacar a los hijos mayores del colegio para que contribuyan económicamente al hogar. Y en el campo, donde se encuentra la población más paupérrima de Colombia, la situación es aún más crítica: fincas muy pequeñas de baja productividad que apenas alcanzan para el autoconsumo, alejadas de vías adecuadas para transportar sus productos y de servicios básicos como puestos de salud.

La derecha tradicional, la del libro de texto, confía en el crecimiento económico y en el proceso de goteo hacia abajo (trickle-down process); este sin duda tiene resultados, pero sin prestar la debida atención a la reducción de desigualdades, que en Colombia son lacerantes. Incluso Milton Friedman señalaba la necesidad de sacar a la gente de la pobreza y del hambre, aunque fuera a través de un cheque.

Sin embargo, hay un elemento que le falta a la izquierda y que marcaría toda la diferencia: entender a fondo cómo se genera riqueza. Curiosamente, Deng Xiaoping lo comprendió muy bien al abrazar la economía de mercado, lo que en 40 años convirtió a China en la segunda potencia económica del planeta. Uno de los sesgos de la izquierda hacia la generación de riqueza -y lo digo desde la experiencia y el sentimiento de haber estado ahí- es el desprecio hacia las empresas y su capacidad para generar utilidades. Al no valorarlas, ni su impacto financiero en las corporaciones o emprendimientos, ni los beneficios que aportan a la sociedad, se ignoran descubrimientos e invenciones importantes, el empleo generado y cómo todo esto mejora la calidad de vida, sacando de la pobreza a siete mil millones de personas en el último siglo.

Lo cierto es que, con algunos candidatos ya en campaña, el país no puede volver al status quo del “Frente Nacional Económico”. Debemos enfrentar los retos actuales: seguridad, corrupción de una vez por todas, informalidad, la absurda inequidad, especialmente con los y sobretodo las jóvenes que ni estudian ni trabajan, la baja calidad de la educación pública, el fortalecimiento de una agroindustria sólida y MUY incluyente. Debemos convertirnos en un país para mostrar en todos los sentidos, desde nuestras extraordinarias universidades y hospitales hasta nuestra exuberante naturaleza y riqueza biológica. 

* Tomado de Potafolio, puede ver el artículo original aquí


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