Opinión

La era del Terrorismo Inc

Vivimos tiempos violentos, y no solo se trata de los últimos actos acontecidos en Ecuador. Las consecutivas noticias de atentados a poblaciones civiles y medios de comunicación en diversas partes del mundo así lo demuestran. No es necesario ser de izquierda o de derecha para ser víctima de un acto criminal por los diferentes grupos terroristas que hoy pululan el orbe.

Pero, ¿qué es el terrorismo? Generalmente se define como toda forma violenta de lucha política, la cual tiene como objetivo destruir el orden establecido (sea cual este fuera), creando un clima de intimidación e inseguridad a la población en general, presionando de esta manera a los gobiernos para imponer sus programas o ideologías.

Quienes crecimos en la década de los 80 sabemos muy bien lo que es lidiar con estos flagelos. Tanto Sendero Luminoso como el Movimiento Revolucionario TUPAC AMARU endurecieron nuestras susceptibilidades. Nos acostumbramos a ver por televisión imágenes de escenas sangrientas, donde los asesinatos de nuestras autoridades y, sobre todo, de nuestra población, eran pan de cada día.

Europa como continente también ha sentido en carne propia los estragos de los grupos fundamentalistas. Alemania, España, Francia, entre otros países, son vivos ejemplos de lo que puede hacer el terror en la sociedad occidental. Estudiar las causas que originan la formación de grupos terroristas es complejo, y no podría desarrollarlas en una columna. Cada grupo fundamentalista tiene su propio contexto, pero una misma consigna: «sembrar el terror». Se saben minoritarios, y por ello, su fanatismo y desprecio a la vida humana para imponer sus pensamientos los hace temerarios y peligrosos.

Volviendo a nuestra región; a raíz de la migración masiva en Venezuela, nuestros países dieron amplias facilidades para el ingreso de «refugiados» a sus respectivos Estados. Lamentablemente, esta excesiva buena voluntad no estuvo acompañada de los filtros suficientes. Demasiados prontuariados o sin el debido control de sus registros penales han traído como consecuencia la proliferación de bandas criminales, las cuales se han esparcido por toda la región como una corporación buscando mayor rentabilidad a su «negocio» en base al amedrentamiento, sicariato y extorsión.

Ahora bien, ¿puede el crimen organizado ser, a su vez, una organización terrorista? ¡CLARO QUE SÍ! Quienes se apegan a la doctrina indican que la diferencia está en que las agrupaciones terroristas tienen un fin ideológico y el crimen organizado un fin económico. Pero, ¿acaso la anarquía que buscan las organizaciones criminales para promover la facilitación de sus delitos no es también una ideología? En el Perú, Sendero Luminoso y el MRTA no hubieran funcionado con eficacia durante más de una década sin la alianza que mantuvieron con los narcotraficantes del VRAEM, quienes fueron sus principales financiadores; es decir, la simbiosis perfecta del mal.

Lo que está ocurriendo en Ecuador debe ponernos alerta. El crimen y el terrorismo organizados son caras de la misma moneda. No se trata, pues, de «cerrar fronteras» con nuestros vecinos, algo que en los hechos es irrealizable. Alguien está financiando a las organizaciones del terror, las armas y toda la logística para su operatividad no llegan solas. Hoy, la violencia generalizada se ha convertido en una estrategia de comunicación para fomentar el caos, la inseguridad y el descalabro de nuestras sociedades.

Por ello, en un mundo globalizado, corremos el riesgo de ser víctimas de un terrorismo globalizado. Tomemos las medidas preventivas necesarias que nos permitan defender un sistema que tantas vidas ha costado mantener. Hay que estar atentos, hemos entrado a la era del terrorismo inc.