Opinión

¿Hacia dónde debemos mirar?

Hoy, luego de 35 años de la caída del muro de Berlín muchas cosas han pasado.

En 1992, el filósofo estadounidense Francis Fukuyama escribía a sus 40 años el más destacado de sus libros, “El fin de la historia y el último hombre” en el que argumenta que la caída del comunismo y la victoria del liberalismo democrático marcarían el fin de la evolución ideológica y el triunfo final de un sistema político único y universal.

Su idea se basa en la noción de que la democracia liberal representa el sistema político más efectivo y justo, capaz de satisfacer todas las aspiraciones humanas fundamentales de libertad y prosperidad. Fukuyama indica además que con el tiempo la democracia liberal se convertirá en el sistema político universalmente aceptado y no habría otras alternativas viables, su visión optimista del futuro consideraba que la globalización, la interconexión y la difusión de valores democráticos eran fuerzas tan positivas que contribuirían a un orden mundial más pacífico y próspero en el largo plazo…

En la otra esquina, Alexander Dugin, filósofo, politólogo y teórico político ruso postula otras ideas, controvertidas y criticadas por muchos calificándolas de extremistas y hasta incluso peligrosas.

Los principales puntos de la tesis de Dugin son 5:

  1. La Geopolítica, un análisis del mundo que considera la existencia de una lucha constante por el poder entre diferentes civilizaciones y bloques continentales, que sirve para entender las relaciones internacionales ya que los estados poderosos deben asegurar su posición estratégica en el mundo.
  2. El Eurasianismo, que propone la formación de una alianza geopolítica y cultural entre los países de Eurasia, especialmente Rusia para contrarrestar la influencia occidental, particularmente la de los Estados Unidos. Dugin ve a Eurasia como un espacio geopolítico unificado con una historia y una identidad cultural común, y promueve la cooperación entre los países eurasiáticos como una forma de resistir a la hegemonía occidental y con ello construir un orden mundial multipolar.
  3. El Tradicionalismo, que inspirado en la filosofía de René Guénon y Julius Evola, critica la modernidad y aboga por un retorno a los valores y tradiciones premodernos. Para Dugin, la modernidad ha llevado a la humanidad por un camino de decadencia moral y espiritual, a la alienación y la desintegración social. Él propone un retorno a las raíces culturales y espirituales de la civilización eurasiática como una forma de restaurar el orden natural y la cohesión social en un mundo cada vez más desorientado y deshumanizado por la modernidad.
  4. El Anti-liberalismo y la crítica acérrima al capitalismo global, a los que ve como fuerzas destructivas que han llevado al hombre a la desigualdad, la alienación y la decadencia. Considera que el liberalismo promueve la individualidad egoísta y la erosión de las identidades culturales y nacionales en favor de un orden global homogéneo basado en los “nuevos valores” occidentales. Aboga por un enfoque más comunitario y colectivista que valore la identidad nacional y cultural y se resista a la influencia de las fuerzas globalizadoras occidentales.
  5. El Conservadurismo radical, que busca preservar las identidades culturales y nacionales frente a la globalización. Propone un retorno a las tradiciones y valores ancestrales como una forma de restaurar la cohesión social y política en un mundo cada vez más fragmentado y desigual. Aboga por la soberanía estatal y la autodeterminación nacional como principios fundamentales para guiar la política y las relaciones internacionales.

Adicionalmente, con relación a la geopolítica, Dugin plantea la teoría de los «Cinco Imperios», donde se describe a la historia humana como una sucesión de imperios que han ejercido dominio sobre vastos territorios en el mundo, concluyendo en que la historia futura de la humanidad estará dominada por una competencia entre ellos. Estos cinco imperios son:

  1. El Imperio Atlántico: la encarnación del poder occidental, liderado por Estados Unidos y respaldado por sus aliados europeos. Este imperio se caracteriza por su dominio económico, militar, cultural y tecnológico a nivel mundial. Este imperio promueve el liberalismo, el individualismo y la democracia representativa como valores universales.
  2. El Imperio Euroasiático: centrado en Rusia, tiene un papel fundamental que desempeñar como contrapeso al Imperio Atlántico. Este imperio se basa en la idea de Eurasia como un espacio geopolítico unificado por una historia, cultura y destino comunes.
  3. El Imperio Chino: un imperio emergente que está desafiando la hegemonía occidental y buscando establecer su propio dominio sobre Asia y más allá. China se destaca por su crecimiento económico rápido, su expansión militar y su influencia cada vez mayor en los asuntos regionales e internacionales. Dugin sugiere que China y Rusia podrían formar una alianza estratégica para contrarrestar la influencia occidental y establecer un nuevo equilibrio de poder en el mundo.
  4. El Imperio Indio: un potencial imperio global en el futuro debido a su tamaño, población y creciente influencia económica y militar. Sin embargo, reconoce que la India aún no ha alcanzado su pleno potencial y enfrenta numerosos desafíos internos y externos, incluidos conflictos étnicos, religiosos y territoriales, así como problemas de pobreza, corrupción y desarrollo desigual.
  5. El Imperio Islámico: el mundo islámico tiene el potencial de convertirse en un imperio en potencia, aunque reconoce que actualmente está fragmentado y dividido por conflictos sectarios, políticos y étnicos. Sin embargo, sugiere que el Islam tiene la capacidad de unificar a los países musulmanes bajo un liderazgo común y desempeñar un papel importante en la geopolítica mundial debido a su vasta población, riqueza de recursos naturales y legado histórico y cultural.

Entendamos entonces que existen dos posiciones relevantes:

La primera, la de un mundo unipolar en el que un solo país, los Estados Unidos, tiene una preeminencia indiscutible en todos los aspectos, incluyendo el político, el económico y el militar, el cual puede llegar a ser perjudicial para la soberanía y la diversidad cultural de otros países y sociedades en el mundo, ya que esta “dominación occidental” atenta contra la diversidad cultural por su tendencia a homogeneizar las culturas y las identidades nacionales en favor de un sólo modelo de pensamiento que limita la diversidad y la riqueza de las tradiciones culturales y políticas en el mundo imponiendo un conjunto de valores y normas como universales y superiores.

Junto con lo anterior, se evidencia hoy una desigualdad global ya que el mundo unipolar ha exacerbado las diferencias económicas y políticas entre los países desarrollados y aquellos aun en desarrollo, toda vez que las instituciones y políticas internacionales dominadas por occidente favorecen a las grandes potencias a expensas de los países más pobres y menos desarrollados, perpetuando así un sistema de explotación y opresión a nivel global. Esta conducta habilita el riesgo de conflictos ya que advierte que el predominio unipolar puede conducir a un aumento de los conflictos internacionales, ya que los países y grupos que se ven marginados o amenazados por la hegemonía occidental pueden buscar resistir o desafiar este orden, manifestándose en forma de guerras regionales, insurgencias o actos de terrorismo como lo hemos visto desde los atentados a las torres gemelas en 2001.

La segunda posición, expone la necesidad de un mundo multipolar en el que varias potencias y civilizaciones compartan la influencia y el poder a nivel global. Esto implicaría un equilibrio de poder entre diferentes regiones y culturas, lo que permitiría una mayor autonomía y diversidad cultural para los países y sociedades en el mundo ya que con varios centros de poder, las civilizaciones deberían coexistir y cooperar mediante un equilibrio de fuerzas que refleje la diversidad y la pluralidad de la humanidad.

¿Qué se plantea bajo un esquema multipolar?

  1. Equilibrio de Poder, ya que en un mundo multipolar se evitaría la hegemonía de una sola potencia, mitigando así la posibilidad de conflictos globales.
  2. Respeto a la Diversidad Cultural, promoviendo la diversidad cultural y política, permitiendo que diferentes civilizaciones y países mantengan sus identidades y valores únicos. Esto implicaría una mayor autonomía para los Estados-Nación y una menor interferencia externa en asuntos internos.
  3. Cooperación Internacional, fundamental para abordar los desafíos globales, como el cambio climático, la pobreza, el terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva, ya que los diferentes actores en un sistema multipolar podrían trabajar juntos de manera más efectiva para resolver problemas comunes a todos los seres humanos y así promover el desarrollo sostenible.
  4. Pluralismo Político y Económico, donde se permita una variedad de sistemas en lugar de imponer un modelo único y homogéneo a nivel global. Esto podría incluir una mayor diversidad de sistemas democráticos, sociales, capitalistas y otros, que reflejen las preferencias y las necesidades específicas de las diferentes sociedades y culturas.
  5. Descentralización del Poder, tanto a nivel nacional como internacional, permitiendo una mayor autonomía y participación de las comunidades locales y regionales en el proceso de toma de decisiones. Esto podría promover la democracia participativa y la autodeterminación de los pueblos, así como reducir la concentración de poder en manos de élites políticas y económicas.

Me pregunto ahora, en el caso de nuestro querido Peru, ¿debemos incentivar una mirada unipolar – egocentrista? o ¿ampliar nuestra visión reconociendo nuestra milenaria historia y legado cultural para incorporar diversos esquemas de pensamiento que permitan enriquecer aún más nuestra Nación?