Al mismo estilo del Gran Hermano, personaje de la Novela de George Orwell “1984”, el gobierno transitorio del presidente Sagasti, publicó el reglamento del D.S. 1434 aprobado en el 2018 por el vacado presidente Vizcarra. Mediante esta norma, se elimina el secreto bancario de todos los peruanos. La norma se aplicaría a 2.2 millones de depósitos que superan los 10,000 soles y que representan el 95% del monto total, según datos de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS).
Mediante esta norma, los bancos están obligados a reportar de manera mensual a la SUNAT una serie de datos que estaban protegidos por el secreto bancario según nuestra Constitución. Entre estos datos están: la identidad del titular de la cuenta, número de cuenta, saldos, montos promedios y rendimientos generados para toda aquella persona natural o jurídica que tenga más de 10,000 soles.
Según indica el gobierno, con esta norma se busca dar herramientas a la SUNAT para luchar contra la evasión y la elusión y así poder aumentar la recaudación tributaria en un país con el 80% de la economía en el sector informal.
Creo que la gran mayoría de peruanos que contribuimos pagando nuestros impuestos para el bienestar del país, estamos de acuerdo que es necesario luchar contra la elusión y la evasión fiscal, pero normas de esta naturaleza poco ayudan a formalizar a un país que tiene la gran mayoría de su economía y población en el sector informal.
Más aun, se recurre al facilismo obligando a terceros, en este caso los bancos, a que realicen la labor que le corresponde a la SUNAT y al gobierno. El día de hoy, ya existe un mecanismo que se llama ITF, Impuesto a las Transacciones Financieras, que tiene una tasa de 0.005% por cada operación en moneda nacional y extranjera que realicemos en el sistema financiero del país. Esto quiere decir, por ejemplo, que al depositar y retirar 10,000 soles de nuestra cuenta, pagamos un impuesto de 50 centavos. Aunque suene ridículo un impuesto tan bajo, el verdadero valor de este impuesto radica en la información que brinda. Imaginemos por un momento que yo he realizado operaciones por 100,000 soles en mi cuenta, lo que ha generado un impuesto de 5 soles. Al recibir esta información la SUNAT sabe que yo he generado un movimiento de dinero de 100,000 soles, lo cual pueden comparar con mi declaración de impuestos de fin de año, para ver si está justificado que una persona como yo tenga tal movimiento. Esto requiere de trabajo y análisis por parte de los funcionarios de SUNAT para detectar a aquellas personas que reportan movimientos bancarios que no tienen justificación con relación a su nivel de ingresos declarados.
Se podría pensar que este impuesto al ser utilizado por la SUNAT para inferir nuestro movimiento de dinero, vulneraría nuestro secreto bancario. Sin embargo, este impuesto es constitucional y se viene aplicando en nuestro país desde el año 2004.
Pero el DS 1434 en su reglamento, indica de manera expresa que los bancos tienen que reportar de manera directa el número de cuenta, el saldo de la cuenta y los montos promedios de la misma. El artículo 2 de la Constitución en el inciso 5 indica “El secreto bancario y la reserva tributaria pueden levantarse a pedido del juez, del Fiscal de la Nación, o de una comisión investigadora del Congreso con arreglo a ley y siempre que se refieran al caso investigado”. Por lo que sin ser un experto constitucionalista nos podemos dar cuenta que dicha norma va en contra de lo expresamente indicado en la Constitución. Si la SUNAT o los organismos de justicia del país quieren levantar nuestro secreto bancario, tienen que iniciar una investigación formal y pedir que un juez les autorice levantar el secreto bancario. Al menos de esta manera se protegen nuestros derechos, al estar revestida dicha investigación de los formalismos de ley.
Además de ser inconstitucional, debemos tomar en cuenta otros factores para concluir que esta norma es perjudicial para el desarrollo del país. Empecemos por el costo que le representará a los bancos el procesar y reportar esta información a la SUNAT. Son cientos de miles de cuentas en cada banco que tienen más de 10,000 soles las cuales deberán ser reportadas todos los meses. Luego tenemos el peligro que puede representar esta información en manos equivocadas. No solamente nos referimos a la posibilidad que estos reportes terminen en manos de bandas criminales y extorsionadores, sino que pueda ser utilizada por el Ejecutivo como un arma de presión o amenaza en contra de sus enemigos políticos. No sería la primera vez que ocurre en nuestro país, o acaso ya se olvidaron del RUC sensible de la época del Fujimorismo o de las “filtraciones de información” en procesos supuestamente “reservados” de la fiscalía o el poder judicial. Por último y sin dejar de ser menos importante, desalentaría a la formalización y bancarización de la economía que tanto urge en nuestro país.
Como describía George Orwell en su novela “1984” al Hermano Mayor, este es un personaje omnipresente que todo lo controla. Su existencia es enigmática, pues nunca llega a aparecer en persona ni a conocerse su nombre real, tratándose simplemente de una invención por parte del Partido para ser utilizada como arma propagandística e infundir en la población confianza a la vez que temor y respeto. El Ministerio de la Verdad se encargaba de cambiar la historia y el presente, según cómo van variando las circunstancias.
La SUNAT se puede convertir en el personaje “Gran Hermano” de Orwell ya que según explica el mismo Orwell, se usa para referirse a personas u organizaciones que ejercen una vigilancia que se percibe como excesiva o peligrosa o invasiva de la intimidad.
¿Quién nos asegura que el día de mañana la SUNAT no pedirá también el detalle de nuestras transacciones financieras conociendo así todos nuestros movimientos personales a través de nuestras cuentas bancarias? Reflexionemos brevemente toda la información que podríamos obtener si tuviéramos acceso a los movimientos bancarios de una pareja infiel, de nuestra competencia en los negocios, de nuestros enemigos políticos, etc. Creo que la realidad superaría la fantasía de la novela de Orwell. Por eso es tan importante defender nuestra privacidad en un mundo altamente conectado como el que vivimos hoy.