El promedio de meses de estadía de un ministro en su función -entre los años del 2001 hasta el término de la gestión del ex presidente Sagasti- fue de 11,31 , considerando diecisiete ministerios. Entrando a los detalles, están las fugaces gestiones en el cargo de los ministros del Interior o el de Justicia, con 8 y 9 meses, respectivamente; los mejores promedios para los ministros de Comercio Exterior y Turismo y el de Educación, con 17 y 16 meses respectivamente. Apenas seis ministerios (el 35.3% de los diecisiete) pasaron la permanencia de un año. Estos lamentables promedios se caen a la tercera parte en el período del ex presidente Castillo.
Entonces, ¿el tema de fondo es el país, sus problemas y posibilidades o los intereses personalísimos y de grupos? ¿Cómo es posible prospectar escenarios de desarrollo humano sostenibles, o pretender pertenecer a la OCDE, cuando hay esta rotación de vértigo y variopinta de máximas autoridades que terminan licuando cualquier pretendida política de mediano o largo o muy largo plazo? Al parecer tenemos una disfunción estructural en el Estado peruano, construida adrede.
Tal ausencia de políticas de Estado consolida la corrupción que nos cuesta a los contribuyentes S/ 46,000 por minuto. ¿Las consecuencias? Bueno, van directamente sobre la persona, el caso de sectores como salud y los involucrados con la protección social son altamente ineficientes. Entre varias, una evidencia: la tasa nacional de desnutrición crónica en menores de 5 años para el 2021 fue para los ámbitos urbano y rural de 6.8% y 24.4%, respectivamente; para el mismo año, la anemia de 6 a 35 meses, 35.3% y 48.7%, respectivamente.
Uno de los factores determinantes de esta lamentable data es que apenas el 2.7% de la población rural consume agua potable, en el ámbito urbano alcanza al 50.6%. Esta triste realidad tiene un impacto directo en la educación , además de las graves deficiencias en el sistema educativo, la docencia, infraestructura y equipamiento.
Según la Evaluación Nacional de Logros de Aprendizaje para el 2019, para el 2° grado de secundaria, en Lectura apenas alcanzaron el nivel de “satisfactorio” en los ámbitos urbano y rural el 16.0% y 2.4%, respectivamente; mientras que en Matemática para el mismo grado, el nivel de “satisfactorio” alcanzó el 19.3% de los estudiantes urbanos y en 4.8% en el ámbito rural.
A todo ello, si la estadística urbana está bastante grave, la brecha con la rural es extremadamente indolente y debiera calificar como una suerte de delito contra la persona en la medida que atenta con el acceso y goce a derechos humanos con calidad y sostenibles. La pregunta del por qué la alta informalidad en la economía peruana tiene parte de la respuesta en estos datos.
¿Cómo salir de esta trampa del subdesarrollo? ¿Cómo evitar un Perú anodino desde una lectura de crecimiento y desarrollo, en un contexto global? ¿Cómo lograr una existencia bajo argumentos endógenos? ¿Cómo plantear las condiciones para ser un país viable?
Ensayo algunas respuestas: reconociendo que todos somos ciudadanos, iguales entre todos y ante el Estado; conscientes de que somos diversos cultural y geográficamente, ahí está parte de nuestra riqueza; reconociendo al otro, a la otra como parte mía y todos definiendo un territorio, en su amplio concepto; fortaleciendo nuestra democracia desde su institucionalidad política, desde el respeto y cumplimiento a los marcos normativos, con tolerancia cero a la corrupción, bajo un Acuerdo Social común a todos y no como bandera de algunos, alcanzando cero pobreza y menor desigualdad, entre otras muchas respuestas que nos lleven a un Perú de paz y armonía, donde el bienestar común perviva al individual, logrando así un país libre, democrático, pleno de esperanza, confianza, legítimo, con viabilidad en el muy largo plazo.
* Tomado de Café Viena