Según la información divulgada, en los últimos cinco años se han decomisado más de cuarenta y tres toneladas de productos falsificados o adulterados. Este logro se atribuye al trabajo conjunto y persistente de las autoridades, como la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (DIGEMID), y la Policía Nacional del Perú, quienes se dedican a combatir el comercio ilegal de medicamentos y proteger a la población de productos de calidad deficiente.
No obstante, es esencial detenernos y reflexionar sobre el costo de este esfuerzo. Se invierte dinero, recursos humanos y un esfuerzo considerable en operativos que, lamentablemente, solo retiran mercancía de puntos de venta informales. Con frecuencia, «El San Jacinto de la medicina» se reabastece rápidamente debido a una demanda existente. Resulta preocupante que algunos compradores busquen precios más bajos sin considerar los riesgos para su propia salud y la de los demás, especialmente afectando a la población más vulnerable, como familias que no cuentan con algún tipo de cobertura del seguro y sacrifican su presupuesto diario para comprar medicamentos para el enfermo que tienen en casa o pequeños emprendedores que buscan oportunidades en sus comunidades.
Además, al considerar que el Estado es el mayor comprador y que la ley de contrataciones, aunque amplia, no es específica para el sector salud, surge la interrogante sobre si estos productos falsificados también llegan al sector público. ¿De dónde provienen los envases utilizados para adulterar los productos? ¿Se están cumpliendo adecuadamente las políticas y normativas, como la «Norma Técnica de Salud para la Gestión de Residuos Sólidos en Establecimientos de Salud (Resolución Ministerial N° 070-2014/MINSA)», por parte de las entidades públicas de salud? Existe la posibilidad de que, inconscientemente, el Estado esté alimentando este mercado negro.
En la misma área, encontramos negocios formales, distribuidoras, farmacias y droguerías con décadas de experiencia, que cumplen con sus obligaciones, responsabilidades, generan puestos de trabajo y son fiscalizados regularmente, pero no reciben reconocimiento alguno. Sin embargo, se ven perjudicados, perdiendo posibilidad de venta debido a la competencia desleal de aquellos que ofrecen productos de dudosa procedencia a precios más bajos.
Es evidente que estamos tratando de curar una herida, pero ¿realmente estamos combatiendo la infección en el «San Jacinto de la medicina»? Es necesario realizar una revisión exhaustiva de todo el panorama, desde el desarrollo y creación del producto, la especificación técnica en la compra de productos por parte de las entidades públicas, hasta el cumplimiento de normativas de gestión de residuos y la educación del público en general por parte de los laboratorios.
Hagamos que valga la pena el sacrificio de nuestros héroes de la salud, no dejemos que esto se vuelva una pandemia que cobre vidas y nos cueste mucho controlar. Trabajemos en conjunto. Estas líneas son una invitación para unir fuerzas, sentarnos de manera transparente, tanto el sector público como el privado, primando la salud y la vida, así delimitaremos el camino hacia un sistema de salud más seguro y confiable para todos.
* MBA y COO Roker Peru S.A.