Hace setenta i seis años Alemania perdió la guerra. Setenta i seis años después Alemania lidera Europa. Ni los británicos, ni los franceses; aliados vencedores. Ni los soviéticos imponiendo la hoz y el martillo. Alemania, con su inmenso desarrollo y su política moderna.
Durante octubre y noviembre pasado, la clase política teutona ha dictado una lección sobre Política y Democracia que resultó en la conformación de un nuevo gobierno encabezado por el socialdemócrata Olaf Scholz, quien sucede a la democristiana Angela Merkel. Scholz había sido vicecanciller y ministro de Finanzas de Merkel, como consecuencia de la alianza política entre socialdemócratas y democristianos tras las anteriores elecciones de 2017 que, al no haber dado mayoría absoluta a ninguna de las dos agrupaciones, las obligó a negociar para formar gobierno. Así, Merkel completó dieciséis años al frente de la Cancillería.
Las siguientes elecciones generales del 26 de setiembre de 2021 tampoco dieron un ganador absoluto. Por el contrario, repartió las votaciones de estos dos grandes partidos políticos con ambientalistas y liberales: 25,7% para el SPD, 24,1% para el CDU, 14,8% para los verdes, 11,5% para el FDP. Entonces a negociar.
Durante los dos meses siguientes, las cúpulas de estos partidos estuvieron conversando con gran discreción. El pacto de coalición final fue logrado entre socialdemócratas, liberales y verdes, en un documento de 177 páginas, ratificado mediante votación de los militantes de cada partido y firmado por cada negociador. Quedó establecido un gobierno inédito en el país. Encabezado por Scholz, su vicecanciller será Robert Habeck, uno de los líderes de los verdes, quien además ocupará el ministerio de Economía, responsable de medio ambiente, energía y clima. La otra líder del Partido, Annalena Baerbock, será la ministra de Asuntos Exteriores. Y Christian Lindner, líder de los liberales, tendrá a su cargo el estratégico ministerio de Finanzas. Descontando el puesto de Canciller, de dieciséis ministerios, ocho estarán a cargo de mujeres.
El flamante régimen juramentó el 6 de diciembre. Como los socialdemócratas fueron los más votados en las elecciones, le corresponden siete ministerios, además de la Cancillería federal. Cinco serán para los verdes. Cuatro para los liberales.
Las sesiones de investidura en Alemania son parcas. Quizá por el doloroso recuerdo de las grandes concentraciones y desfiles de los nazis. Entonces el nuevo canciller obtuvo 395 votos a favor, 303 en contra y 6 abstenciones de un total de 736 escaños en el Bundestag, aunque el número de representantes presentes en la cámara fue de 707. La relevada Angela Merkel recibió una prolongada ovación de los parlamentarios y un ramo de flores. Entre los asistentes saludaba Gerhard Schröder, antecesor de Merkel en la Cancillería y el último socialdemócrata en ocupar este puesto, hasta la llegada de Scholz. Horas más tarde el Bayern Munich derrotaba al Barcelona de local, tres a cero, por la Champions League.
El gobierno coaligado tiene objetivos muy claros plasmados en el documento suscrito: subir el salario mínimo de 9,6 a 12 euros la hora, no subir los impuestos, adelantar los plazos para reducir las emanaciones de carbono, despenalizar el consumo de marihuana, mejorar el acceso a la salud, reducir la edad de votación a dieciséis años. Todos con su parte y todos cediendo en parte.
El flamante Canciller alemán tiene sesenta y tres años y una larga carrera política. Abogado laboralista de profesión, es militante de la socialdemocracia desde su juventud y ha sido miembro del Bundestag desde 1998 y alcalde de Hamburgo desde 2011 por siete años.
Pragmático como su antecesora, es responsable en buena parte del éxito de la saliente gestión gubernamental, por la conducción de la crisis originada por el covid. Al estallar la pandemia y dada su condición de ministro de Finanzas, supervisó un paquete financiero de 750 mil millones de euros para ayudar a empresas y trabajadores que enfrentaban la crisis. En aquel momento dijo: «Estamos poniendo todas nuestras armas sobre la mesa para demostrar que somos lo suficientemente fuertes para superar cualquier desafío económico que este problema pueda plantear». Poco después, cuando la canciller Merkel estuvo en cuarentena -infectada por el virus del covid-, le tocó presidir las sesiones del gabinete. Y ahí nomás, de la mano con Francia -el otro puntal de la Unión Europea-, tuvo que estar en el diseño y ejecución del paquete de ayuda financiera para Europa. Ha sido sobre la solidez de una economía como la alemana que llevó adelante una eficiente gestión, solidaria, subsidiaria, consecuente con su formación socialdemócrata.
Scholz pertenece al ala moderada de la socialdemocracia alemana, rival de la tendencia progresista a la que tuvo que vencer internamente para imponer su liderazgo. No pronuncia grandes discursos y mas bien tiene una actitud y estilo que hacen prever cierta continuidad en la administración del gobierno, incluyendo la política internacional. Apenas juramentado viajó a París y se reunió con el presidente Macron. Juntos advirtieron a Rusia sobre la “inviolabilidad” de la frontera ucraniana, amenazada por el muy próximo despliegue militar ordenado por Vladimir Putin. Antes, la ministra de Exteriores, Baerbock -reunida con su par francés- dijo que “Rusia pagaría un alto precio económico, pero también político» si se atreve cruzar este Rubicón. Y una de las consecuencias sería el retraso de la puesta en marcha del Nordstream II, el gasoducto que deberá llevar más gas directamente a Alemania, evitando el pago de peaje por Polonia, Bielorrusia y Ucrania, como viene ocurriendo. Nada más que geopolítica.
La coalición alemana tiene que seguir lidiando con un virus que aún muta arrastrando consigo vidas humanas, enfrentará las consecuencias del fraude financiero de Wirecard -que arrastra a Scholz pues fue el ministro de Finanzas del anterior régimen que no advirtió la escalada- y conducirá la recuperación económica de Europa, entre las demandas por un mayor gasto y la disciplina fiscal. Todo esto, negociado entre Olaf Scholz y sus socios de coalición.
Tremenda cabalgata de las valkirias. Cuando un sector o fuerza política no tiene la mayoría absoluta para imponer una agenda, la Política exige negociar, ceder posiciones, buscar entendimientos, llegar a acuerdos, establecer una nueva agenda; anteponiendo el interés común, el interés de la Nación. Es lo que acaba de ocurrir en Alemania. Es lo que ocurre en los regímenes parlamentarios europeos. Es la Política.
Alemania lidera Europa no solo por el tamaño y desarrollo de su economía. También por el entendimiento y la cultura de su clase política.