Opinión

Delincuencia, el pretexto perfecto para la desestabilización política

En los últimos años, la creciente ola de delincuencia y extorsión nos ha afectado de manera directa a todos, sintiendo cada día más el peso de la inseguridad.

Este problema ha generado un legítimo y profundo hartazgo en la población llevándola a alzar la voz para exigir soluciones inmediatas, pero, también ha abierto la puerta a otro fenómeno: sectores de la izquierda han aprovechado este malestar como el pretexto perfecto para movilizar a la ciudadanía y dirigir sus energías hacia un objetivo que, en realidad, va más allá de la seguridad pública.

A través del llamado a un paro general, estos sectores buscan desestabilizar al gobierno, llevando a cabo acciones que, en muchos casos, parecen más dirigidas a generar caos que a solucionar el problema de la delincuencia.

Un claro ejemplo es el bloqueo de carreteras en Puno, Arequipa y otras provincias, con pancartas exigiendo la renuncia de Boluarte y el cierre del congreso, también exigiendo una nueva constitución y reclamando contra la privatización del agua (sic), como si todo eso tuviese que ver con la inseguridad y al resolver esas demandas se frenase la creciente ola delincuencial; estas medidas en realidad poco tienen que ver con la lucha contra el crimen en las calles.

La preocupación es evidente: en lugar de unirse para combatir la inseguridad, estos grupos radicales están usando el problema como una excusa política; desviando el clamor de la gente hacia un enfrentamiento político que distrae de las verdaderas soluciones que el país necesita; en estas circunstancias la delincuencia se ha convertido en un pretexto perfecto, un caballo de Troya que ciertos sectores buscan explotar para impulsar su agenda.

Debemos mantener el enfoque en lo verdaderamente importante, que es exigir a al ejecutivo y al legislativo políticas de seguridad efectivas que devuelvan la paz a las calles, en lugar de dejarse arrastrar por agendas políticas que buscan aprovechar el dolor de un pueblo cansado.

Solo con acciones orientadas a mejorar la seguridad pública, y no con distracciones políticas, lograremos que este flagelo que nos azota termine.


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