Opinión

Crónica de un asilo anunciado

En 1865 el escritor Lewis Carroll nos encandiló con su cuento “Alicia en el país de las maravillas”, narrando las peripecias de una niña llamada Alicia en un mundo extraño y alucinante. Y bueno, con lo sucedido ayer podríamos reemplazar a la niña Alicia por la sentenciada Nadine y la historia sería igual de extraña y alucinante.

Ni bien el colegiado presidido por la Dra. Nayko Coronado procedió al adelanto de sentencia de los procesados Ollanta y Nadine, nos enteramos que la segunda de las nombradas ya estaba dentro de la embajada brasileña solicitando asilo político – avalada por la Convención sobre Asilo Diplomático de 1954-, petición que fue aceptada con una inmediatez digna de mejor causa y ya se encuentra en el país de la rumba lejos, muy lejos de la justicia peruana.

Ahora bien, tratándose de una lectura de sentencia donde las probabilidades de ser culpable eran altísimas, algunas preguntas quedan en el aire.

Con los antecedentes de poca credibilidad de la sentenciada Nadine Heredia ¿Por qué el ministerio público o el colegiado no tomaron las medidas necesarias para evitar que se dirija con total libertad hacia la embajada?

¿Era necesario aplicar la figura de adelanto de sentencia? ¿Acaso el colegiado no conocía la sentencia del Tribunal Constitucional publicada hace sólo dos años (expediente 04772-2023-PHC/TC) que determina que es inconstitucional emitir órdenes de captura solo con el adelanto del fallo y que para ello debe dictarse la sentencia de manera  íntegra?

¿No ha sido el premier Gustavo Adrianzén – actualmente en proceso de interpelación- , Ministro de Justicia durante el periodo de los Humala y protector de Nadine Heredia durante su gobierno?  

Sin perjuicio de los cuestionamientos señalados, ahora que Ollanta Humala tiene el camino abierto para obtener su libertad – vía Habeas Corpus-. ¿El ministerio público solicitará o el colegiado ordenará la comparecencia restrictiva con vigilancia (artículo 287 del CPP) para evitar que Ollanta termine acompañando a su cónyuge?

Amigo lector, esta columna no proviene del país de las maravillas pero si es una crónica de un asilo anunciado.


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