Opinión

Cada uno enfrentará su propia vida y su propia muerte

El 2 de diciembre de 2024 ocurrió una tragedia en la Carretera Central de la provincia de Lima, en la ciudad de Huarochirí: una enorme roca cayó y aplastó una camioneta, causando la trágica muerte de tres pasajeros de origen chino. Este suceso conmovedor nos obliga, una vez más, a enfrentar la impermanencia y fragilidad de la vida. Para quienes han partido, solo podemos desearles que descansen en paz; para quienes siguen aquí y estaban relacionados con los fallecidos, esperamos que encuentren la fuerza para seguir adelante en medio del dolor.

Ni el fatalismo ni la teoría de la casualidad pueden aliviar el sufrimiento de los familiares y amigos de los fallecidos. Pero así es la vida: cada uno de nosotros es solo un viajero en los tiempos y espacios que recorremos, y, sin importar si vivimos en la felicidad o la adversidad, al final todos volveremos al polvo. La vida es impredecible, y nunca sabemos si llegará primero el mañana o una desgracia. Lo único que podemos controlar es este momento presente: el «ahora» en un tiempo y lugar concretos. Como dice el Maestro Oogway en Kung Fu Panda: «El ayer es historia, el mañana es un misterio, pero el hoy es un regalo. Por eso se llama presente».

A lo largo de mi vida he enfrentado muchas dificultades y desafíos, y poco a poco he comprendido que, mientras sigamos vivos, no hay obstáculo que no pueda superarse ni rencor que no pueda perdonarse. Son los problemas y los retos los que dan sentido al crecimiento personal; sin ellos, la vida sería monótona y carente de emoción. Sin embargo, elegir no seguir viviendo también es una decisión personal y parte de la libertad de cada individuo.

El 4 de diciembre de 2024, la muerte de la escritora china Qiong Yao generó un gran debate. Aunque su «testamento» era en realidad una declaración pública de 2015, en él expresaba su actitud serena hacia la vida y la muerte. Como ella misma escribió: «No lloren, no estén tristes, no sufran por mí. Me he ido con ligereza y serenidad». Su decisión y reflexión nos recuerdan que, en ocasiones, la muerte no solo es el curso natural de la vida, sino también una elección personal.

La muerte, ya sea un final con arrepentimiento o con plenitud, es, en última instancia, el punto final de la existencia. Como dice la canción de la serie La Dinastía Yongzheng: «Héroes contados, triunfos y derrotas, ¿quién puede explicarlos a lo largo de la historia? Los méritos y culpas serán juzgados por la posteridad, mientras el viento y las olas del mar siguen su curso». Entre la vida y la muerte, lo único que podemos hacer es atesorar el presente y afrontar con paz cada tormenta que la vida nos depare.


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