En estos días, bajo una realidad inocultable, circulan pronunciamientos, que a su manera, expresan inquietud y malestar por el curso de las cosas. Son emplazamientos políticos a autoridades desbordadas por el coronavirus, que encubren su ineficiencia con abundantes posturas temerarias.
A estas alturas, nadie duda que la pandemia haya derivado en crisis política. Los desaciertos, reiterados y gigantes, revelan serios problemas de dirección estatal. Preocupa a todos, que esta debacle desemboque en una situación revolucionaria; aquélla –según Lenin– donde: “los de abajo ya no quieren soportar” y “los de arriba ya no pueden contralar”.
Vamos a reseñar dos comunicados emblemáticos de las posiciones políticas frente la Gobierno. El primero, intitulado “Carta Abierta al Perú”, se preocupa por la proliferación de medidas populistas que alejan al país de “las líneas maestras de desarrollo social y crecimiento económico que nuestro país ha venido experimentando en las últimas décadas”. Una ansiedad legítima, sin duda.
Lo que sorprende es que muchos suscribientes aplaudieran al populismo vizcarrista contra las instituciones republicanas. Que retozaran cuando se rompía el equilibrio de poderes, favoreciendo su concentración en el Ejecutivo, luego del cierre del Congreso. Que callaran ante la multiplicación de escuchas ilegales y no se indignaran por el abuso de la prisiones preventivas. ¿Con qué legitimidad moral condenan a este Parlamento, prohijado desde su propio consentimiento?.
Quizá por esta ambigüedad, el texto soterra al autoritarismo imperante. Tampoco reprueba la trasgresión del derecho a estar informados ni menciona el fracaso gubernamental contra el Covid-19. ¡Pareciera que la crítica al populismo económico obnubila el compromiso necesario con la democracia!.
El otro es un manifiesto de los Social Cristianos del Perú. Un enjuiciamiento directo al oficialismo, sintetizado en la frase: “Presidente, Basta Ya”. Y reclama: “Un nuevo Gabinete por la Salud, el Trabajo y la Vida”.
Estamos ante una impronta diferente. Una impugnación de conjunto con acento en lo político, que trasciende la atingencia parcial y limitada a un solo aspecto: el populismo económico. El comunicado, además, expresa interés por los derechos sociales y la situación de los más pobres.
La crisis se agudiza y la situación se torna insostenible. Crece el rechazo al quehacer gubernamental, incluyendo a quienes, hasta ahora, apoyaban al régimen. La hegemonía de Vizcarra, otrora poderosa, se cuestiona desde distintos ángulos, todos válidos. ¡Comienza el aislamiento político!.
Pero habrá que afinar estrategias y confluir políticas, para seguir avanzado. Será menester que las demandas parciales, oscilantes entre el libre mercado y las reivindicaciones sociales, estén articuladas a la lucha por la democracia. Porque cuando las propuestas particulares se escinden de la construcción de un poder democrático y constitucional, los países ruedan por los desvaríos, de izquierda o de derecha.