Opinión

Ángela Merkel, el final de una era

Durante dieciséis años de gestión, Angela Merkel consolidó el liderazgo de Alemania en Europa. Salvó el euro -entiéndase el antiguo marco alemán- tras la crisis financiera del 2008, rectificó políticas migratorias frente a la crisis en medio Oriente y enfrentó el reto que significa para Europa la reducción de gases que producen efecto invernadero.

Política audaz, Merkel -físico de profesión universitaria- actuó entre la racionalidad y el pragmatismo. Deja algunas presentaciones memorables. Siendo ministro del canciller Helmut Kohl, deslindó públicamente de su jefe, cuando las investigaciones sobre financiamiento irregular de la campaña salpicaban al canciller responsable de la reunificación alemana. Durante la crisis del 2008 doblegó voluntades entre propios y extraños, para financiar el rescate de Grecia, Italia, Portugal y España. Hizo lo mismo cuando la crisis migratoria, abriendo el país para recibir millón y medio de migrantes, legando entre discursos una frase que la dibuja: «lo haremos». Tras el desastre nuclear en Fukushima, abolió el uso de la energía nuclear en Alemania y promovió la investigación y empleo de fuentes alternativas. Durante las últimas reuniones del G-8 podremos recordar las imágenes emplazado al malcriado Donald Trump, con una firmeza que ratifica todo lo anterior. Es tal su audacia que, poco antes que se desatara la pandemia, propuso la formación de un Ejército europeo; tema que, sin duda, será retomado pronto, para preocupación de otras potencias.

Si algo faltaba para redondear este ciclo merkeliano, fue enfrentar la pandemia. Apelando a su condición de físico -con un trabajo en química cuántica-, explicaba cual maestro en el salón de clases, gesticulando y empleando tropos, cómo los teutones debían actuar frente al coronavirus; liderando desde el Bundestag y en toda presentación pública. Y así logró que los gobernadores de cada estado fueran paulatinamente implementando las necesarias medidas restrictivas. Paradójicamente sus índices de popularidad más altos se registran con la crisis de la pandemia encima. Cosas de alemanes.

Si algo le molesta a Merkel ha sido la llegada del grupo radical de derecha Alternativa para Alemania (AfD) al Parlamento, debido en buena cuenta a su política de puertas abiertas implementada para auxiliar a millones de seres que huían -y huyen- de los horrores de la guerra y del extremismo islámico. Es un baldón en este ciclo. Empero, será tarea de la sucesión evitar que este populismo de derecha propague su virus.

Alemania es una economía sólida, con una deuda pública baja, un presupuesto federal financiado y la conducción de la Europa continental. Todo esto deja Angela Merkel; sesenta y un años, dos veces casada, sin hijos y austera como buena mujer de ciencia.