Un Perú preparándose para las elecciones del bicentenario requiere hacer un análisis del nuevo escenario nacional, dado el inusual contexto.
La palabra virus ya recala en los peruanos e hizo tomar atención sobre las variadas ineficiencias históricas del Estado, por lo que muchos alzan la voz sobre los gobernantes que, al representarnos, se supone resolverían los problemas que aquejan a la sociedad; pero, no hacen mucho más que proponer leyes o gestionar sectores en base a intereses personalísimos y publicitando/gastando en intensiones alejadas de la realidad nacional.
Algo no cuadra en la fórmula del Estado. Por donde miremos es la incertidumbre el común denominador, alimentada por las brasas de la falta de planificación, escasez de conocimiento y con ciudadanos al mando con un amor por el Perú que tiende a cero.
La situación se agudizará en los próximos meses por las decisiones direccionadas que ya generan caos, ya que a río revuelto más ganancia para los “pecadores”. Y si sumamos el escenario electoral la acostumbrada presencialidad, con extensivo uso de redes sociales; las promesas falsas e imposibles; las encuestas que dan preferencia a ciudadanos que no pueden ser elegidos y que anunciaron que no postularán (por ahora) y llamando a reflexión el punteo de lista del señor presidente.
Con la luna de miel entre el Ejecutivo, Legislativo y gobiernos regionales, donde el juego en pared podría buscar otro fin “alarguista” y que, con viajes de paseo cual pareja a diferentes rincones del país terminan dejando la gestión del Estado en manos de la grasosa línea media.
Ese emparejamiento durará poco si es que, al sumar el contrabando al presupuesto 2021 más las propuestas congresales, recapacitan que solo agrandarán el hueco del bolsillo estatal, que no hay caja que aguante y que, más que redundar en beneficio de los peruanos, aran el camino para que esos cosechen en “muy futuras” épocas electorales.
Los virus no dan tregua, tanto el que nos mantiene en estado de emergencia sanitaria como los otros que por años han y siguen generando huecos en el bolsillo del Perú; esos que generan lastre al Estado y que solo permite a sus artífices el enrumbe hacia su estratósfera.
Mientras, seguimos esperando que faciliten la generación de puestos de trabajo formales, que aseguren la salud universal, que garanticen la seguridad alimentaria y, sobre todo, logren que las futuras generaciones accedan a una educación estándar de calidad, facilitando e incentivando los emprendimientos, formalizando la informalidad y apoyando a los microempresarios.
Mientras el Perú ya está en recesión económica y los agricultores de Ica ya están vendiendo el kilo de papa a S/0.15, seguimos esperando que transparenten las cifras y que no usen la bandera de la pandemia para “gastar” sin medida.
Es momento de reflexionar sobre los profundos desequilibrios económicos y sociales, solicitando una vez más la atención de las autoridades del Estado para que de manera colegiada velen por la gobernanza del país.
Trabajen por el Perú.
*Ciudadano, emprendedor y docente