Opinión

¡60 partidos para las elecciones del 2026!, por Aaron Salomón

Columna publicada en el diario Expreso.

La cédula en las elecciones generales del 2026 va a ser un inmenso papelote, en el que vamos a ver unos 60 símbolos (entre estos, por supuesto, habrá algunos grupos que sí pueden ser considerados como partidos políticos) que buscan llegar a la Presidencia de la República, a la Cámara de Diputados y al Senado.

El afectado en esta proliferación de agrupaciones es el elector, que, entre tanta oferta, seguramente jugará al “tin marín de do pingüé…” para salirse del apuro y evitar pagar una multa por no sufragar. Y, en el balotaje, como ya se ha hecho costumbre, una caterva engañada no dudará en elegir a cualquier prontuariado para evitar que Keiko Fujimori llegue a la Presidencia.

Esta masa cojudigna es la misma que sufragó por la plancha de Perú Libre, pero ahora le hace ascos a su vicepresidenta Dina, que, vía transición constitucional luego del chapucero golpe de Estado de Castillo, se convirtió en la primera mujer en sentarse en el sillón de Pizarro.

La culpa de tamaña cantidad de agrupaciones con inscripción formal es de Martín Vizcarra y de sus “notables” liderados por el sociólogo Fernando Tuesta, quienes impulsaron un mamarracho de reforma política, la cual fue aprobada por un Congreso con terror a ser cerrado (como ocurrió finalmente a pesar de que admitió todos los estropicios de Vizcarra) y ratificada por la ciudadanía en un referéndum promovido por la prensa adicta a la publicidad estatal del ‘Lagarto’.

Esta reforma con escamas estableció que bastaba con conseguir unos 24 mil afiliados para constituir un partido. Si bien el actual Parlamento corrigió el interesado destrozo (es evidente que los caviares enanos ganan en medio del caos), al exigir, nuevamente, unas 500 mil firmas para formar una agrupación política, la mayoría de flamantes grupos se acogió a la normativa anterior para obtener su inscripción.

Tuesta asegura que la solución al problema era mantener las PASO, pero, de igual forma, íbamos a tener unas elecciones primarias con 60 partidos. Estaban tan mal planteados estos comicios preliminares -y obligatorios- que cualquier ciudadano podía participar en las internas de cualquier agrupación, sin necesidad de ser militante de esta, fomentando los boicots a candidatos incómodos.

Lo único que podría mejorar el sombrío panorama que se avecina son las alianzas, pero esa posibilidad se torna cada vez más lejana, ya que nuestro sistema electoral no las premia, sino que las penaliza.

Así las cosas, es deber patriota del elector informarse mejor y votar por programas y no por líderes mesiánicos que prometen ser la panacea, aunque postulen ideologías colectivistas que buscan la igualdad a través del aumento del número de pobres, a los que contentan con miserables bonos.