«Me encomiendo a Dios todos los días», dice coronel que se mudó a división policial para no contagiar a su familia
Hace unos años combatía a la subversión en diferentes provincias y en algún momento fue herido de bala cerca del pulmón. Al coronel PNP Luis Alberto Ladrón de Guevara Lovón le ha tocado vivir muchos momentos difíciles en su quehacer policial y estas semanas, en medio de la pandemia del coronavirus, no son la excepción.
Con cinco fallecidos y más de 300 contagiados, la Policía Nacional es una de las primeras líneas de fuego frente al Covid-19 porque está en contacto directo con la ciudadanía. Pero, al ser un enemigo invisible, la situación le hace recordar a la época del terrorismo «porque no sabías a quién te enfrentabas”.
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Jefe de la División Policial Centro 2, Ladrón de Guevara tiene a cargo 10 comisarías y SOES en San Luis, El Agustino y La Victoria, este último distrito difícil por la alta actividad de comercio de productos de primera necesidad. Este es su relato en primera persona de su día a día tras la llegada del coronavirus al país:

Recuerdos. Tiempo atrás, en una ceremonia a la que asistió, el coronel se tomó un selfie
«Este es uno de los momentos más difíciles que me ha tocado vivir. Se parece al miedo, a la zozobra que teníamos en la época de la subversión, donde tú no sabías a quién te enfrentabas. Pero yo me encomiendo a Dios todos los días. Me persigno para que todo me vaya perfecto, junto a mi personal.
Desde hace una semana ya no duermo en mi casa.
Me he mudado a la división de La Victoria. Debo proteger a mi familia. Tengo a mi cargo 10 comisarías y SOES: La Victoria, El Agustino, Yerbateros, San Cosme, San Pedro, San Cayetano, San Luis, entre otras. Con unos 1,900 efectivos.
Nuestro trabajo comienza a las 12 de la noche con la repartición del personal porque los mercados mayoristas se encuentran en este distrito. Empezamos con La Parada, el Mercado de Frutas y el camal de Yerbateros. A esa hora la gente descarga todo lo que llega de provincias. Otro grupo patrulla la ciudad, verificando que las personas acaten el toque de queda y un tercer grupo cuida los mercados, supermercados y bancos porque con cobro del bono de los 380 hay mucha movilización.
También hacemos acciones de apoyo, como el reparto de víveres y mucha vigilancia para evitar la venta ambulatoria, donde nadie sabe cuál es la situación médica de las personas. Tengo personal que también resguarda los domicilios de toda la jurisdicción a través de las cámaras de vigilancia.
¿Descanso? Tengo que buscar un momento de descanso, por lo general de las 14 a las 16 horas, dos horas para poder estar lúcido todo el día. Y en la mañana descanso una vez que se han repartido todos los servicios desde las 3 de la mañana hasta las 7 de la mañana, hora en la que entra otro personal y hay que comenzar a dar disposiciones de lo que se hará todo el día. Por ejemplo, los mercados son ahora la prioridad uno. Cada uno está cumpliendo su trabajo a cabalidad. Practican una disciplina consciente.
Al mismo tiempo debo supervisar que mi personal esté pasando su prueba rápida de control contra el coronavirus. Eso es diario. Más o menos 150 efectivos por cada comisaría. El comando institucional está preocupado por este tema.
Somos la primera línea de fuego, siempre estamos en contacto con la ciudadanía. Siempre hay personas que se resisten, entonces comienza el contacto físico, se les pide documentos y algunas terminan en la comisaria. Lamentablemente, ya tenemos algunos efectivos que se han contagiado y están en aislamiento.

La Policía es la primera línea de contacto con la ciudadanía, por eso está más expuesta al contagio
Detrás de cada uno de nosotros también hay familias, hogares, hijos. Yo tengo dos. Uno de ellos es alférez y también está trabajando. Él viene preparado desde la escuela, sabe lo que tiene que hacer en estos casos: usar su mascarilla, guantes y mantener su distancia.
Como padre de familia y «padre» de los policías -porque son jóvenes los que trabajan conmigo- y como líder de la institución, tengo que preocuparme por su bienestar, que trabajen en patrulleros fumigados e ionizados, porque nunca se sabe cómo están los detenidos, si ya tienen el virus o están contagiados.
¿Si he sentido miedo estos días? Por el momento no, porque sé que este es mi trabajo y lo hago con gusto. Esta es una etapa donde la vocación de servicio se pone en práctica. Yo tengo 50 años de edad, de los cuales 35 están dedicados a la policía. Ni bien salí del colegio, ingresé.
En todos estos años he tenido la oportunidad de trabajar en todo el Perú, en diferentes unidades. He sido director en una escuela en Andahuaylas, jefe de disciplina de las escuelas de postgrado de la Policía Nacional, comisario dos años en Monterrico, comisario en Lince, he sido de jefe de división en el Vraem, he trabajado en Mazamari.
Cuando era teniente, recibí una herida de bala a la altura del pulmón, no podía caminar ni cinco pasos. En la época de la subversión estuve en Abancay, en Chalhuanca, en Tacna, Piura, Tarapoto y diferentes sitios. Siempre tuve claro que quería ser policía.

El coronel con el alcalde de La Victoria antes de patrullar la ciudad por aire
Todos los días hablo por videollamada con mi esposa. Nos observamos, miramos. Con ella tengo que hacer un tratamiento psicológico y decirle que no pasará nada porque Dios nos está cuidando y porque hacemos las cosas bien, con fe. Después hablo con mi hijo que está en casa.
aben que no deben salir. Como decía mi papá “cuídate, que yo te cuidaré”.
Somos cusqueños. Mis padres ya fallecieron y solo tengo un hermano que vive en Guatemala. Estuvo en Lima antes que cierren las fronteras.
Claro que esto va a pasar. Después de la tormenta llega la calma. Yo me proyecto en un futuro en el que habrá un clima de paz, sosiego. Hasta hace unos días estaba haciendo patrullaje, saliendo a la calle, haciendo operativos. Encontramos 20 kilos de droga, nos ocupábamos de robos, asaltos, muchos problemas que han cambiado de un día para otro.
Todo el mundo se ha quedado pasmado por lo que está pasando. Es como si estuviéramos poniendo al mundo en pausa. Creo a partir de ahora ya no habrá una preocupación por el dinero, sino por la salud de las personas.
En estos días la gente debe hacer un análisis, qué es lo positivo, qué es los negativo, para cambiar lo que se tiene que cambiar. Nosotros no queremos aplausos y homenajes, solo que queremos que la gente no salga a la calle y cumpla el estado de emergencia para que no haya más contaminación y contagio entre nosotros. Por el bien de la sociedad. Nada más».

Policía se enfrenta diariamente a un enemigo mortal: el coronavirus