Aunque tu índice de masa corporal (IMC) se encuentre dentro de los rangos normales, un cuello voluminoso podría ser una señal de alerta sobre tu salud cardiovascular.
Durante mucho tiempo, los médicos han confiado en el IMC como un indicador principal de riesgo de enfermedades. Sin embargo, un artículo reciente de The Conversation por los profesores Nadine Wehida y Ahmed Elbediwy, de la Universidad de Kingston en Reino Unido, sugiere que la circunferencia del cuello puede ofrecer información igualmente importante.
La razón radica en la grasa que se acumula en la parte superior del cuerpo. Esta grasa libera ácidos grasos en la sangre, afectando la manera en que el organismo procesa el colesterol, la glucosa y la función cardíaca. En otras palabras, un cuello más ancho puede ser un reflejo de grasa visceral, un tipo de lípido que rodea órganos vitales y que representa un riesgo para la salud.
Riesgos según el tamaño del cuello
La investigación indica que, en hombres, un cuello de 43 cm o más, y en mujeres, de 35,5 cm o más, se asocia con un mayor riesgo de padecer enfermedades graves. Entre estas se encuentran:
- Enfermedades cardiovasculares: hipertensión, insuficiencia cardíaca y fibrilación auricular, un trastorno que altera el ritmo del corazón y aumenta la posibilidad de coágulos y accidentes cerebrovasculares.
- Enfermedad coronaria: el estrechamiento de las arterias principales puede limitar el flujo de oxígeno al cuerpo.
- Diabetes tipo 2 y gestacional: que, a largo plazo, pueden generar complicaciones serias como pérdida de visión o amputaciones.
- Trastornos del sueño: especialmente apnea obstructiva, que interrumpe la respiración durante la noche y provoca fatiga extrema y estrés en el sistema cardiovascular.
Lo más llamativo es que estos riesgos no desaparecen incluso en personas con un IMC “normal”. Por ello, si tu cuello excede los límites mencionados, podría ser momento de revisar tu estilo de vida.
Medidas recomendadas
Incorporar ejercicio aeróbico y entrenamiento de fuerza ayuda a reducir la grasa en la parte superior del cuerpo, mientras que un sueño de calidad favorece la recuperación y la regulación metabólica. Complementar esto con una alimentación balanceada, rica en frutas, verduras y legumbres, permite obtener nutrientes esenciales sin exceder las calorías.