Miscelánea

Brevísimo manual para inventar 2.0

Hace un par de años, fui sorprendido por una invitación del Consejo Nacional de Educación para participar en una mesa de trabajo para ver cómo se podría incorporar el desarrollo de la capacidad para innovar en nuestra educación escolar y universitaria. Fue un encuentro muy estimulante y grato  pues tuve la oportunidad de intercambiar ideas con personas por las que guardo gran respeto como León Trahtemberg, Fabiola León Velarde o Isabel León. La verdad es que la cuestión en torno a si se puede enseñar a inventar o no, ha rondado en mi mente durante años y la calidad de mis interlocutores me obligó y me ayudó a ordenar mis ideas al respecto de manera inesperada. Escribí entonces una primera versión de este “manual”. Ahora, a raíz de los cientos de correos y las más de 55.000 visualizaciones de mi publicación en LinkedIn sobre la introducción de los Paneles de Optimización de Distanciamiento o PODs en Ecosac y, luego, en varias otras empresas agroindustriales, me he animado a ofrecer una versión 2.0 del “manual”.

A lo largo de los años me han hecho la pregunta, o una variación de ella, muchas veces: ¿Cómo hago para inventar algo? Con seguridad, no conseguiré aquí presentar el resultado de mi experiencia de manera completa pues no creo haber, todavía, sistematizado lo que he aprendido al respecto. Sin embargo, creo que vale la pena, a estas alturas, un primer intento.
Antes que nada, creo que nosotros los peruanos somos poco conscientes del legado que hemos recibido en torno a la innovación como parte de nuestra cultura. Quizás, el primer gran esfuerzo que debemos hacer –y el Bicentenario es una gran oportunidad para ello– es revindicar la creatividad y la capacidad de innovación como parte de nuestra cultura. Cuando hablamos de innovación, solemos pensar en tecnologías de información o biotecnología y, si volvemos nosotros los ojos a nuestra historia, nos encontramos con el desarrollo y uso de los quipus (tecnología de información) o la “domesticación” de la papa, el tomate o el maíz (biotecnología). El solo repaso de nuestra historia, con una nueva mirada, nos permitirá identificar no solo muchísimas muestras de una capacidad de innovación profundamente arraigada en nuestra cultura sino muchos peruanos que encarnan la actitud, pasión y capacidades de un innovador: Túpac Yupanqui, Pachacútec, Santiago de Cárdenas, Pedro Paulet, Jorge Chávez, Daniel Alcides Carrión, entre otros de los que tenemos registro escrito. Bien haríamos en construir, para el Bicentenario, un nuevo Panteón de los Héroes en el que celebremos el valor de estos peruanos, pues si la idea es que los héroes son modelos a imitar, nos hacen falta referentes para tiempos de paz aún más que para tiempos de guerra.

Los puntos de partidaA falta de un mejor nombre, llamaré  puntos de partida a las distintas aproximaciones que he identificado, a partir de mi propia experiencia, para el desarrollo de una innovación.
  1. Encontrar un problema recurrente y cotidiano no resuelto y resolverlo. Créanme que, contrario a lo que pueda pensarse,  la parte más difícil no es resolver el problema sino encontrarlo. Caminamos por el mundo sin cuestionar las soluciones que existen en nuestro entorno en la vida cotidiana. Identificar los problemas no resueltos o mal resueltos de la vida diaria requiere de una actitud permanente de cuestionamiento de todo: desde por qué la puerta esa se abre para un lado y no para el otro hasta por qué las cubetas de hielos tienen un diseño tal que nos hacen desparramar los cubos de agua congelada por el piso. Es cuestión de práctica. Al comienzo esto será producto de un ejercicio consciente, disciplinado, de búsqueda de los problemas; luego será casi como un juego; y, finalmente, haremos de ello un hábito casi inconsciente. Así fue como inventé la Cubeta de hielos 1×1 o el Comedero para cuyes y así he visto inventar un porta-caja de fósforos fosforescente o un lapicero-borrador de tinta blanca (ambos por uno de mis hijos) o un engrapador-perforador en-uno-solo (por una alumna en un taller que hice en la Universidad Continental en Huancayo.

      2. Ergonomía para el bienestar. El mercado nos provee de productos que usamos o compramos de manera irreflexiva.Muchas veces esos productos fueron diseñados ignorando el funcionamiento de la máquina más prefecta sobre la Tierra: el cuerpo humano (creación divina, difícil de replicar).  Existe evidencia, por ejemplo, que al menos durante 15.000 años, las mujeres dieron a luz en cuclillas, paradas o en alguna forma de posición vertical. Sin embargo, en el siglo XVI un tratado de cirugía presentó una cama con pierneras para facilitar el trabajo del médico para la realización de colisectomías pues permitía al galeno mayor comodidad para realizar la intervención. A algún miembro de la orden se le ocurrió que ese inteligente dispositivo podía permitirle al médico mayor comodidad para manipular al bebe naciente en los casos en que estuviese mal encajado. Hasta allí, todo razonable. Sin embargo, tiempo después la comodidad de los médicos se impuso sobre la funcionalidad y la naturaleza del cuerpo humano y el estándar fue hacer parir a todas las mujeres en posición horizontal: una posición contra-natura. Yo solo reparé en este problema cuando fui Ministro de Salud y me llamó poderosamente la atención la altísima tasa de muerte materna en el Perú (mayor a Haití o Bolivia, lo que por mi formación de economista me resultaba inconcebible). Cuando formé un grupo multidisciplinario para estudiar el problema, las peruanas habitantes de áreas rurales me dieron la respuesta: “nos hacen parir echadas” (razón por la cual se resistían a ir al centro de salud y, por ende, no podían ser oportunamente atendidas ante una complicación o una hemorragia usualmente letal ante la condición anémica de muchas de ellas). En respuesta al problema y no solo pensando en las peruanas de áreas rurales sino en todas las mujeres del mundo que tomasen conciencia de la posición natural para dar a luz, me propuse desarrollar una cama para parto vertical para el siglo XXI (con componentes eléctricos y electrónicos) y así fue como, con Julián Lockett, diseñamos, patentamos y ahora vendemos y exportamos la Cama de Parto Vertical Eléctrica.

Para un vídeo explicativo completo favor visitar en YouTube la página de la empresa Metax.

Piense usted en la cantidad de zurdos que hay en el mundo y la cantidad de cosas que podrían ser rediseñadas pensando en ellos. Piense usted en el W.C. que tiene en su casa: ¿tiene la altura como para ponerlo a usted en la posición natural para defecar o le bailan los pies y, por lo tanto, condiciona su ida al baño a una posición contra-natura? ¿Quedaría usted en la misma posición si estuviera haciendo lo mismo al aire libre? ¿Podríamos pensar en poner sensores con alarmas, como tienen los autos modernos para el retroceso, en zapatos para invidentes? Esto último, por ejemplo, se me ocurrió mientras daba una conferencia y, distraído, casi me caigo al no reparar que había un escalón. Back to basics es la expresión inglesa para definir la tarea en este caso: mirar alrededor y cuestionar si lo que tenemos para satisfacer las necesidades de la vida cotidiana es realmente cuerpo humano-compatible.

3. El conocimiento milenario para las nuevas prioridades de la humanidad. Si algo hemos hecho bien los peruanos durante miles de años es encontrar soluciones a los problemas de la vida cotidiana recurriendo a nuestra biodiversidad. Así, hace miles de años domesticamos la papa, el tomate y el maíz, entre otras plantas que hoy podemos encontrar en hogares de todo el mundo. Sin embargo, también domesticamos la quinua, el tarwi o la kiwicha; cultivos que con la llegada de los españoles fueron casi abandonados pero que 500 años después, especialmente la quinua, han sido revalorados y hoy se sirven (por ahora) en las mesas más pudientes del planeta. Este punto de partida encierra un gran potencial. En este siglo, los peruanos seguimos domesticando plantas. La familia García Ayala ha domesticado la tara: ha hecho selección genética y la siembra con riego tecnificado como si fuesen paltas en Jayanca. ¿Sabía usted que de las 11.000 solicitudes de patentes basadas en productos de origen peruano registradas en las oficinas de propiedad intelectual del mundo desarrollado, 3.986 corresponden a derivados de la tara?     

Un equipo del que soy realmente feliz de liderar, ha domesticado dos especies de algas (producimos lápices y productos para la protección contra la radiación UV que he podido patentar en EEUU conjuntamente con Luis Camuzzo) y estamos en proceso de domesticar el cushuro (un “alga” que crece en las lagunas altoandinas con la que espero podremos limpiar de metales pesados las fuentes de agua que, naturalmente o por la vieja minería, fueron contaminadas por relaves). Créame: si usted es peruano, lleva en su ADN la capacidad de encontrar las respuestas a las nuevas prioridades de la humanidad usando los recursos genéticos que Dios ha dado a nuestro país.

#InventadoenelPerú

Este es el nombre de la cruzada que les quiero proponer a partir de éstas notas sobre nuestra capacidad de innovación. Muchos países se jactan de producir cosas. Hoy en día cuando el conocimiento es la nueva fuente de creación de riqueza, nosotros los peruanos podemos posicionarnos en el mercado global como una economía emergente líder en innovación y más allá de exportar productos Made in Peru, creo que podemos y debemos pensar en crear una nueva marca para el país: Invented in Peru. En cada producto que he desarrollado, así sea que luego lo produzco yo o licencio la patente, me aseguro contractualmente que cuando el producto llegue al mercado lleve inscrito: Invented in Peru. Esto me hace muy feliz y es algo de lo que me siento orgulloso (más que de haber inventado algunas cosas).