Según un reporte de América Noticias, tres mujeres denunciaron haber sido abusadas sexualmente por dos sacerdotes cuando eran menores de edad.
La Iglesia Católica se enfrenta nuevamente a un escándalo de encubrimiento de abusos sexuales, esta vez con el cardenal Robert Francis Prevost en el centro de la controversia.
El exobispo de Chiclayo es señalado por presuntamente haber ocultado casos de abuso sexual cometidos por sacerdotes bajo su supervisión. Según América Noticias y otras fuentes, Prevost mantuvo silencio ante graves denuncias, lo que ha provocado indignación y críticas tanto a nivel local como internacional.
El reporte de América Noticias afirma que tres mujeres denunciaron haber sido abusadas sexualmente por dos sacerdotes cuando eran menores de edad; las denuncias se archivaron y fueron ignoradas durante años, mientras Prevost era obispo de Chiclayo vy éste en lugar de tomar acciones inmediatas y contundentes mantuvo las acusaciones en secreto, permitiendo que los responsables continuaran en sus funciones sin repercusiones inmediatas.
Esto refleja un patrón recurrente de la Iglesia en casos similares: proteger a los abusadores y minimizar los daños públicos.
América Noticias subraya que la diócesis de Chiclayo, bajo la dirección de Prevost, no actuó con la debida diligencia al tratar las denuncias de abuso; en lugar de informar a las autoridades civiles, la diócesis optó por llevar a cabo una investigación interna, esta falta de acción inmediata y la omisión de referir los casos a la justicia civil refuerzan la percepción de encubrimiento y protección institucional hacia los abusadores dentro de la Iglesia Católica.
El caso se reabrió solo después de que las víctimas, frustradas por la falta de avances, hicieran públicas sus acusaciones en redes sociales y recién a partir de ahí, el nuevo administrador apostólico, el obispo Guillermo Antonio Cornejo Monzón, ordenó reabrir la investigación, durante la cual uno de los sacerdotes acusados, Eleuterio Vásquez Gonzáles, admitió haber cometido abusos, sin embargo, esta admisión solo se produjo después de que el caso fuera cerrado tanto en el ámbito canónico como en el civil debido a la falta de pruebas y a la prescripción de los delitos.
Prevost, que fue nombrado prefecto del Dicasterio para los Obispos por el Papa Francisco en 2023, ha afirmado públicamente estar en contra del encubrimiento y ha defendido la transparencia en el manejo de casos de abuso pero su propio manejo de las acusaciones en Chiclayo está lejos de reflejar estos principios., mientras que el cardenal insiste en que la Iglesia no promueve una cultura de encubrimiento, la demora en actuar y la falta de remisión a las autoridades pertinentes sugieren lo contrario.
El caso de Prevost no es un incidente aislado, más bien, refleja una falla sistémica dentro de la Iglesia para enfrentar de manera adecuada los abusos sexuales. Incluso con los esfuerzos recientes de la Santa Sede para implementar protocolos como «Vos Estis Lux Mundi», destinados a tratar la negligencia episcopal en casos de abuso, la situación en Chiclayo muestra que la reticencia a exponer y castigar a los abusadores sigue siendo un problema grave.
La polémica en torno a Robert Prevost y su gestión como obispo de Chiclayo es un ejemplo más de cómo la Iglesia Católica continúa luchando contra sus propios demonios internos.
A pesar de las reformas y declaraciones de tolerancia cero, la realidad muestra un sistema que aún prioriza la protección institucional sobre la justicia para las víctimas, los silencios, las demoras y los encubrimientos en casos de abuso no solo dañan la credibilidad de la Iglesia, sino que perpetúan el dolor y la injusticia para aquellos que más necesitan apoyo y reparación.