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Luis Barsallo: ojalá hubiera más ángeles de la salud

Empresario del Callao brinda m3 de oxígeno a S/15 e invita a sus colegas a hacer los mismo durante la pandemia

“Me han dicho que soy el ‘Ángel del oxígeno’, espero que haya muchos ángeles más, no solo del oxígeno, sino de toda área enlazada con esta pandemia del coronavirus y la salud de la población”, dice Luis Barsallo Montalvo, dirigiéndose a sus colegas, grandes y pequeños empresarios del rubro de la salud. En buen romance, gane lo justo, sin abusar. 

A sus 57 años, Barsallo ha alcanzado una fama que no esperaba, solo por hacer bien las cosas; es decir, sigue la doctrina del escocés Adam Smith, quien en el siglo XVIII escribió “la propiedad que cada hombre tiene de su propio trabajo es la más sagrada e inviolable, puesto que es la base de todas las demás”. 

Y Barsallo logra sus beneficios para él y su familia, con el sudor de su frente. Pero no abusa de las necesidades básicas en tiempos de la letal pandemia del covid-19. 

Esta mañana lo sorprendió el anuncio del Congreso de la República, que ha propuesto declararlo como ‘Héroe de la salud’. 

“Desde ya un agradecimiento voltear la mirada hacia mí. Pero el mejor reconocimiento para mí es el cariño del público al cual podemos abastecer de oxígeno y darle comodidad y bienestar a sus familias que están en el lecho de un hospital o en su casa. Esa es la satisfacción más grande que el ser humano puede tener”. 

Y las personas de a pie se lo agradecen a diario. “Se van reconfortados porque se van llevando oxígeno, que es vital para la vida en este momento de la pandemia”. 

En cambio, a sus colegas empresarios, les da un jalón de orejas. Les pide que recapaciten. “¡Cómo van a poder dormir sobre su almohada sabiendo que están estafando a la gente! Es una maldad con mayúsculas”.

Labor diaria 

Cada día, desde las ocho de la mañana, empieza a suministrar oxígeno, desde el local de Distribuidora Criogas Comercial S.A.C., que administra en la avenida Palacios Mz. B Lote 8, cerca al cruce con el jirón Supe, a cien metros del óvalo Centenario, en el Callao. Cada día sabe a qué hora ingresa pero no a qué hora terminará su labor, debido a la gran demanda por el vital O.