En pleno 2025, todavía más de la mitad de las mujeres rurales mayores de 60 años en el Perú no sabe leer ni escribir, según el INEI. Se trata de un 58% de la población en esa edad, lo que refleja una deuda histórica con la educación y, sobre todo, con la igualdad de género. Mientras en las ciudades la alfabetización avanza, en el campo la realidad se mantiene inmóvil, perpetuando un círculo de pobreza y exclusión que golpea a miles de familias.
En este contexto, una iniciativa en Perú ha sido nominada al Premio Internacional de Alfabetización de la UNESCO, que en este año lleva el lema “Promover la alfabetización en la era digital”. El reconocimiento destaca el trabajo de la Fundación Dispurse en comunidades rurales de Cajamarca y Cusco, donde su programa combina la app FOCUS, materiales impresos y acompañamiento presencial para que mujeres adultas, que nunca tuvieron acceso a la escuela, aprendan a leer, escribir y calcular de forma autónoma y en horarios compatibles con sus labores diarias.
“Cuando una mujer aprende a leer y escribir, cambia su vida entera. He visto madres que, después de alfabetizarse, pueden ayudar a sus hijos con las tareas, realizar trámites que antes les parecían imposibles o incluso emprender un pequeño negocio. El analfabetismo en el Perú no es un tema menor, es una barrera que mantiene a miles de mujeres en silencio, sin poder ejercer plenamente sus derechos”, sostiene Ruth Anastacio, gerente de operaciones de Dispurse en Perú.
Esta diferencia no solo limita el desarrollo personal de las mujeres, sino que también afecta el de sus comunidades. Sin herramientas básicas para leer o escribir, se enfrentan a obstáculos para acceder a servicios de salud, participar en programas sociales o acompañar la educación de sus hijos, perpetuando así una cadena de desventajas que pasa de generación en generación.
Nominados por la COMIUNESCO
La nominación al premio internacional de alfabetización de la UNESCO resalta, además, la innovación del programa de Dispuse, al integrar competencias digitales en contextos donde la conectividad y el acceso a servicios educativos aún son limitados. Este reconocimiento internacional no solo pone en valor el esfuerzo de las comunidades y de las educadoras locales, sino que también sitúa al Perú en la agenda global de la lucha contra el analfabetismo. Si bien hay avances, el desafío del analfabetismo sigue siendo urgente: más de la mitad de las mujeres rurales mayores de 60 años en el Perú aún no saben leer ni escribir. Reducir esa brecha es un acto de justicia y de equidad que impacta directamente en el desarrollo nacional. Porque alfabetizar no solo abre la puerta a la educación, sino también a la ciudadanía plena y a oportunidades que nunca debieron negarse.