El Programa Arqueológico Chicama viene desarrollando un importante hallazgo en el complejo monumental Licapa II, en el valle de Chicama (La Libertad).
Se trata de una edificación prehispánica que habría funcionado como residencia de élite en tiempos de la cultura Moche, lo que confirma la existencia de una clase gobernante local que dirigía las actividades económicas, políticas y rituales en esta región del norte del país.
Henry Tantaleán, profesor principal de la Escuela Profesional de Arqueología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y codirector del programa, explicó que este hallazgo, registrado hace apenas una semana, corresponde a una residencia amurallada que albergaba a personajes de alto estatus.
“Dentro de esta zona de privilegio se han identificado alrededor de cinco recintos construidos con adobes rectangulares de gran formato. Allí se hallaron restos de cerámica fina, piedras semipreciosas, textiles y metales, materiales que reflejan un nivel de vida superior al del resto de la población”, detalló el investigador.
El Programa Arqueológico Chicama cuenta con el financiamiento del Vicerrectorado de Investigación y Posgrado de la UNMSM (VRIP) y el apoyo económico de la Universidad del Sur de Florida (EE.UU.) a través del profesor Charles Stanish.
Gracias a todas estas instituciones se vienen desarrollando excavaciones en Licapa II desde hace cinco años, sitio arqueológico, fechado entre los siglos V y IX d.C., que abarca varias hectáreas y está conformado por dos grandes pirámides truncas, sectores residenciales y de trabajo, cementerios, almacenes y depósitos que evidencian la complejidad urbana de la época mochica.
Para Henry Tantaleán, este descubrimiento es de gran trascendencia porque llena un vacío en la literatura arqueológica Mochica. “Hasta ahora, las evidencias más claras de residencias de élite provenían de la capital Mochica en las Huacas del Sol y de la Luna. Con este hallazgo en Chicama podemos confirmar que existieron élites regionales en otros valles, lo que refuerza la idea de que la sociedad moche funcionaba como una red de pequeños reinos autónomos”, sostuvo.
El equipo de investigación está conformado por jóvenes sanmarquinos y especialistas de distintas disciplinas, entre ellos Carito Tavera Medina, co-directora del Programa Arqueológico Chicama, José Román, Sayury Sanandres e Isaac Santiago, quienes desarrollan tesis y publicaciones en torno al proyecto, además de expertos en arquitectura y antropología, Miguel Guzmán y Luis Reyes Escate, respectivamente.
Este esfuerzo ha dado como resultado artículos en revistas científicas indexadas en Scopus Q1, ponencias en congresos internacionales y la formación de nuevas generaciones de arqueólogos tanto en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos como de estudiantes de la Universidad Nacional de Trujillo.
“Este tipo de investigaciones son valiosas porque recuperan la historia profunda de nuestro país, generan identidad y fortalecen nuestra visión de lo que fuimos como sociedad”, subrayó Tantaleán, quien también dirige el Grupo de Investigación en Arqueología de la Ciencia y las Tecnologías Andinas de San Marcos.
Finalmente, el investigador destacó que la arqueología es una carrera que requiere pasión, perseverancia y compromiso con la cultura, pero, a la vez, da muchas satisfacciones personales y profesionales.