El Metropolitano fue presentado como la solución definitiva al caos del transporte en Lima; con promesas de modernidad, rapidez y eficiencia, los limeños creyeron que este sistema revolucionaría la manera de movilizarse por la ciudad.
Sin embargo, la realidad es muy distinta: tarifas en constante aumento, buses colapsados, estaciones deterioradas y un servicio que deja mucho que desear.
Cuando el Metropolitano inició operaciones en 2010, el costo del pasaje era de S/1.50. Hoy, la tarifa general ha superado los S/3.50, mientras que la calidad del servicio sigue empeorando. A esto se suma el costo adicional de los alimentadores, lo que encarece aún más el trayecto para miles de limeños que dependen de este medio de transporte diariamente.
Luego de varias modificaciones en el precio del Metropolitano y los corredores viales, los usuarios se preguntan si podría elevarse el costo de este transporte público una vez más. David Hernández, presidente ejecutivo de la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU), se presentó en RPP y aclaró el tema.
Él indica que, para este 2025, se vienen trabajando modelos en los que no haya un incremento de tarifa en el Metropolitano porque ya llegó a S/3.50, lo cual se considera un buen nivel.
«Tenemos que hacerlo eficiente para que la tarifa no suba. Ese compromiso lo tienen de parte de nosotros para que eso no se mueva», dijo.
Sin embargo, para otros servicios de transporte público, sí podría haber un incremento.
«Hay ajustes que tienen que ver con algunos otros modelos en los otros servicios. Hoy día estamos hablando de S/2.20, S/2.25 o S/2.30 en algunas tarifas y se incrementará, tal vez, los otros S/0.05, es decir, a S/2.40. Solamente ajuste tarifario», finalizó.
A pesar de la promesa de un servicio rápido y ordenado, las estaciones del Metropolitano se han convertido en verdaderos campos de batalla. En horas punta, es una odisea conseguir espacio en un bus sin ser empujado o sin que las puertas terminen atascadas.
Los buses, diseñados para transportar a un número limitado de pasajeros, circulan con exceso de capacidad, poniendo en riesgo la seguridad de los usuarios, a esto se suma la falta de unidades en las horas de mayor demanda, generando esperas interminables en estaciones como Naranjal, Central o Matellini.
El deterioro de algunas estaciones es evidente; techos rotos, escaleras mecánicas inoperativas, pasamanos oxidados y pantallas informativas que no funcionan son solo algunos de los problemas que afectan al sistema.
Años de desinterés y falta de inversión han convertido a muchas estaciones en espacios inseguros, especialmente durante la noche, donde la falta de iluminación y la escasa presencia policial generan un ambiente propicio para la delincuencia.
El modelo de concesión del Metropolitano ha beneficiado a unos pocos y perjudicado a la mayoría. Las empresas operadoras reciben millonarios subsidios, pero la calidad del servicio sigue en declive y mientras tanto, el usuario sigue pagando más por un servicio deficiente.
A esto se suma la falta de fiscalización y transparencia en la gestión del sistema, lo que ha permitido que la tarifa siga subiendo sin justificaciones claras.
Lima necesita una verdadera reforma en su sistema de transporte; el Metropolitano no puede seguir operando bajo un modelo que solo favorece a unos pocos a costa del bolsillo y la paciencia de los limeños.
Es urgente una reestructuración del servicio, con más unidades, mejor infraestructura y una tarifa justa. Pero, sobre todo, se necesita voluntad política para poner fin a un sistema que hasta ahora solo ha resultado en un negocio para algunos y un calvario para millones.