Las recientes declaraciones del gobernador regional de La Libertad, César Acuña, han generado indignación y evidenciado, una vez más, la falta de voluntad política para combatir la crisis de inseguridad en Trujillo.
Durante un evento público, el líder de Alianza para el Progreso afirmó que «en Trujillo no hay secuestros ni amenazas, solo bastante extorsión«. Esta frase no solo minimiza la gravedad del problema, sino que también deja en evidencia la indiferencia de las autoridades frente al drama cotidiano que enfrentan los ciudadanos.
La realidad en Trujillo dista mucho de la «tranquilidad» que pretende mostrar Acuña, la ciudad está sumida en una ola de violencia sin precedentes, con extorsiones, atentados con explosivos y asesinatos que ocurren a diario.
En lo que va del 2025, se han reportado más de 230 homicidios a nivel nacional, con Trujillo entre las ciudades más golpeadas por la criminalidad; las bandas organizadas, como «Los Pulpos», operan con impunidad, mientras que la población vive con el temor constante de ser víctima del próximo crimen.
A pesar de que la ciudad lleva casi un año bajo estado de emergencia, los niveles de delincuencia no han disminuido. y en lugar de aplicar estrategias efectivas de seguridad, la medida se ha convertido en un simple anuncio sin resultados concretos. Mientras tanto los empresarios y comerciantes continúan siendo blanco de extorsiones, los atentados con explosivos siguen ocurriendo y la ciudadanía ve cómo la violencia se apodera de sus calles sin que las autoridades actúen con determinación.
César Acuña no es ajeno a las polémicas por sus declaraciones pero en esta ocasión su frase no solo ha sido motivo de burlas, sino también de indignación. Minimizar la crisis de seguridad con afirmaciones ambiguas y desconectadas de la realidad es una muestra de la falta de liderazgo y de la ausencia de una estrategia clara para enfrentar el problema; su postura refleja la inoperancia de la gestión regional, que prefiere maquillar la realidad en lugar de afrontarla con medidas concretas.
El problema de inseguridad en Trujillo no se resolverá con discursos vacíos ni con declaraciones que intentan desviar la atención, se requiere una verdadera voluntad política para implementar reformas estructurales en la seguridad ciudadana, fortalecer a la Policía Nacional, desmantelar las redes criminales y garantizar la protección de la población.
Mientras las autoridades sigan minimizando el problema y evitando asumir responsabilidades, la violencia seguirá creciendo y los ciudadanos continuarán siendo las víctimas de una crisis que parece no tener fin.