Una oportunidad para el desarrollo sostenible del país
Por: Víctor Lozano Alfaro de Agencia Andina
La sostenibilidad ya no es una opción, sino una obligación moral para la supervivencia del planeta. Ante estos retos monumentales surge un poderoso agente de cambio: las finanzas sostenibles, una especie de transformación del sistema financiero destinada a generar y gestionar activos para crear riqueza tangible en consonancia con los requisitos duraderos de un modelo económico equitativo y sostenible.
De acuerdo con el suplemento Económika del Diario El Peruano, el socio director de Kaapora Finance, Pedro Gerhardt, asegura que las organizaciones que no aborden los riesgos medioambientales y sociales serán menos resistentes a estos retos, poniendo en peligro su existencia.
“El apoyo financiero es un catalizador vital para una acción rápida contra el cambio climático, y alcanzar estos objetivos requiere un aumento sustancial de recursos, tanto para los esfuerzos de adaptación como de mitigación”, refiere en su libro Finanzas verdes, guía de financiamiento sostenible para América Latina.
De acuerdo con el especialista, los flujos financieros deben mejorar sustancialmente para cumplir los objetivos de adaptación y mitigación del cambio climático, sobre todo en las regiones en desarrollo.
Replanteamiento
Precisa que aunque haya suficiente capital mundial para hacer frente a los déficits de inversión, existen obstáculos para canalizar este capital hacia iniciativas climáticas.
“Por ello, las organizaciones financieras deben replantearse su papel en el fomento de una economía baja en emisiones de carbono, beneficiosa para la naturaleza e integradora. “Adoptar esta perspectiva representa la vía más prometedora para generar valor en el futuro y la única estrategia viable para abordar los apremiantes problemas de sostenibilidad”, asevera.
El experto asegura que la clave está en movilizar inversiones para los objetivos de desarrollo sostenible y crear un marco financiero mundial renovado que garantice que las inversiones fluyan de forma natural hacia el fomento de un progreso justo, inclusivo y equitativo en todas las naciones.
Gerhardt establece que adoptar un enfoque sostenible de las finanzas no requiere alterar las funciones básicas del sector.
“Más bien, estas funciones se ajustan para apoyar objetivos sostenibles, promoviendo la expansión de un sector financiero inclusivo y robusto que intermedie de manera más eficaz la administración de los recursos, racionalice los sistemas de pago y mejore los procesos de gestión de riesgos, al mismo tiempo que aumente la eficiencia y la eficacia en general”, agrega.
América Latina sostenible
Para el autor, las finanzas sostenibles en América Latina deben navegar por un panorama marcado por la variabilidad económica, ya que los países de la región oscilan entre el crecimiento y la penuria económica, lo que exige una gran adaptabilidad.
No obstante, la inestabilidad política puede complicar aún más el panorama, alterando la previsibilidad vital para las inversiones en sostenibilidad a largo plazo.
“Los marcos regulatorios suelen ser fragmentados e incoherentes en toda la región, lo que genera incertidumbre entre los inversores y las empresas que operan a escala transnacional”, refiere Gerhardt.
Agregó que las pequeñas y medianas empresas, en particular, necesitan ayuda para acceder al capital necesario a fin de financiar proyectos de sostenibilidad.
Un reto crucial, asevera el especialista reside en la necesidad generalizada de una mayor concienciación y experiencia en finanzas sostenibles.
Pese a ello, Gerhardt asegura que América Latina ofrece un terreno fértil para las finanzas sostenibles, en parte gracias a sus abundantes recursos naturales.
Datos
Los ‘millennials’ y la Generación Z impulsaron una importante inversión en ASG (Ambiental, Social, Gobernanza), con fondos sostenibles que alcanzaron máximos históricos.
Así, los inversores aportaron 69,200 millones de dólares a fondos ASG en el 2021 frente a los 51,100 millones del 2020.
Para el 2025, se prevé que alrededor del 33% de todos los activos globales gestionados tendrán mandatos ASG; y para el 2036, el mercado ASG podría alcanzar los 160 billones de dólares.
Este cambio refleja no solo una modificación de la estrategia de inversión, sino también un cambio de la definición del éxito financiero.