El primer partido de Maradona con el Nápoles fue el 22 de agosto de 1984, en un estadio San Paolo abarrotado. Los hinchas no sólo esperaban a un nuevo jugador, querían ver a un mesías capaz de conducir al equipo a la conquista de títulos largamente esperados.
La llegada de Maradona fue todo un boom para el Nápoles. El argentino llegó procedente del Barcelona por la cifra récord de $7,5 millones. Las expectativas eran tan altas que su debut atrajo a más de 70.000 espectadores para un simple partido de la Coppa Italia contra el Arezzo, ¡un club de la Serie B! Algunos jugadores llegaron a este partido utilizando todos los contactos posibles o pagando mucho dinero a especuladores. Pero, a cambio, recibieron recuerdos que llenarán de orgullo el corazón de sus nietos.
Maradona demostró al instante su nivel y exhibió con regularidad su característico regate. Los defensas rivales cometían constantes faltas sobre el argentino y sus compañeros. En el minuto 20, Diego marcó un gol de falta, señalado a 25 metros de la portería de Arezzo. Me pregunto qué probabilidades de éxito tendría Diego en ese partido en la plataforma 1xBet Peru.
El Arezzo logró empatar, pero en la segunda parte, el Nápoles marcó tres goles más, y Diego dio una asistencia para el cuarto gol de su nuevo equipo. También participó en el tercero. Todo el mundo esperaba que Maradona lanzara un tiro libre. Empezó a correr, por lo que nadie se dio cuenta de que su compañero Bertoni también corría, y luego disparó por encima del desorientado portero. Fue impresionante. A menudo hablamos y escribimos sobre lo que pasa en la cancha de fútbol, pero casi nadie paga por ver jugar a los jugadores. Al igual que un buen actor, un gran futbolista debe hacer ilusionar al adversario, por ejemplo, con un solo movimiento, convencer a todos de que está a punto de dar un pase en diagonal a la banda derecha y de repente cambiar sin aviso, corriendo en dirección contraria. Maradona era un gran maestro de esas fintas, y el público estaba dispuesto a todo para ver esa magia con sus propios ojos.
El Nápoles de 1984 necesitaba refuerzos y no ganó su primer título hasta 1987. Pero Diego se adaptó rápidamente al fútbol italiano, y su pasión, carisma e innegable talento le convirtieron en un símbolo de la ciudad. Han pasado cuatro décadas, pero el primer partido de Maradona con el Nápoles permanece grabado en la memoria de los aficionados. No fue sólo el comienzo de una gran historia, en aquel momento, todos los napolitanos creyeron en sus sueños. Hoy, el estadio San Paolo, donde Diego se puso por primera vez la camiseta azul, lleva su nombre, perpetuando la conexión entre el club, la ciudad y el héroe futbolístico de Nápoles.
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