Venezuela se enfrenta a otras elecciones presidenciales decisivas el 28 de julio. Mientras el presidente Nicolás Maduro lucha por un nuevo mandato, la oposición brega por el cambio.
Se acercan las elecciones presidenciales de 2024 en Venezuela, y el panorama político se caracteriza por la incertidumbre y las tensiones. El autoritario Nicolás Maduro, en el poder desde 2013, se presenta nuevamente como candidato. Su paso por el poder se ha caracterizado por graves problemas económicos, inestabilidad política y sanciones internacionales.
«No son elecciones libres ni justas. La oposición no ha podido postular libremente a su candidato», dice a DW el periodista y ciberactivista venezolano Luis Carlos Díaz. María Corina Machado, líder política de la oposición, podría haber supuesto una amenaza para Maduro en las urnas, pero se le impidió participar en las elecciones. Machado es conocida por sus duras críticas al Gobierno de Maduro y sus exigencias de reformas a gran escala.
Ni justas ni transparentes
La cuestión de la libertad electoral en Venezuela es fundamental para las próximas elecciones. Los observadores internacionales y las organizaciones de derechos humanos han señalado en repetidas ocasiones las restricciones a las libertades políticas. Se acusa al gobierno de Maduro de controlar al Poder Judicial y a las autoridades electorales, de inhabilitar a los candidatos de la oposición y de censurar a los medios de comunicación.
Ana Soliz de Stange, politóloga de la Universidad Helmut Schmidt, en Hamburgo, también expresa a DW las preocupaciones compartidas por muchos observadores: «Entre estos obstáculos están la recurrente detención de miembros de la oposición, lo que es un instrumento terrible de abuso que no sólo viola los derechos de los detenidos, sino que también busca enviar un mensaje a la población en general. Otro obstáculo es el control de los medios de comunicación por parte del gobierno. Y a esto se suma la falta de observadores creíbles, producto de la negativa a que la Unión Europea ejerza como observadora.»
Cautelosa esperanza de cambio
Y, sin embargo, parece como si pudiera producirse un milagro el día de los comicios, el 28 de julio. Y hay varias razones para ello. Tras años de divisiones internas, la oposición venezolana vuelve a estar más unida. Aunque Machado no pueda participar en ellos, la oposición ha sido capaz de ponerse de acuerdo sobre un candidato que figura en la lista electoral: Edmundo González Urrutia, empresario y antiguo diplomático, quien es visto ahora como un faro de esperanza. González Urrutia promete reformas económicas, una lucha contra la corrupción y la restauración de las instituciones democráticas. Según las encuestas, actualmente está incluso por delante de Maduro como favorito de los votantes.
Además, la situación económica de Venezuela sigue siendo catastrófica. El país sufre bajo la hiperinflación, el desempleo generalizado y un drástico descenso de la producción de petróleo, que antaño constituía la columna vertebral de la economía. Millones de venezolanos han abandonado el país en busca de mejores condiciones de vida, lo que ha provocado una de las mayores crisis humanitarias de la región.
«Aunque no sea un evento justo ni con garantías, María Corina Machado y Edmundo González confían en su campaña en que puedan medirse en las urnas y tener resultados mesa por mesa, gracias a los testigos, que le impedirían al Consejo Nacional Electoral leer un resultado distinto al del deseo popular», afirma con cautela Luis Carlos Díaz.
El candidato de la esperanza
Pero, ¿quién es Edmundo González Urrutia, este hombre mayor, de aspecto afable, que parece haber salido de la nada a la palestra y podría ser elegido presidente el domingo? «González Urrutia es un diplomático de carrera que ha asumido la responsabilidad como candidato suplente ante la difícil situación de la oposición. En realidad, su candidatura ha favorecido las posibilidades de la oposición», sugiere la politóloga Soliz de Stange. Esto tiene que ver con el mensaje tan conciliador de González Urrutia, que invoca constantemente la unidad de los venezolanos y rechaza cualquier polarización. Según la investigadora, esto también atraería a los partidarios decepcionados del bando gubernamental y señalaría el camino hacia una transición democrática en el país.
Luis Carlos Díaz también ve en las «habilidades blandas» la verdadera fuerza del advenedizo político González Urrutia: «No es un líder político de arengas, discurso fuertes ni confrontativos. Es lo contrario a un populista latinoamericano. Pero, paradójicamente, esa es su fortaleza en este momento. No representa una amenaza para la alianza opositora y no es una figura hostil para el chavismo que desee vivir en democracia», sostiene Díaz.
Consecuencias para la región
Algunos analistas sostienen que las elecciones podrían decantarse a favor de Maduro debido a la desigualdad de condiciones y a la represión sistemática de la oposición. No obstante, sigue existiendo cierto grado de imprevisibilidad, ya que las dificultades económicas y el descontento de la población también podrían dar lugar a sorpresas.
La comunidad internacional sigue de cerca las elecciones en Venezuela. Países como Estados Unidos, Canadá y varios Estados miembros de la Unión Europea no han reconocido a Maduro como presidente legítimo. Al mismo tiempo, hay países como Rusia, China y Cuba que apoyan a Maduro y se pronuncian en contra de la injerencia extranjera.
En caso de que Maduro se alce con la victoria el domingo 28 de julio, Luis Carlos Díaz teme que las consecuencias se extiendan más allá de las fronteras del país: «La elección en Venezuela es importante para el continente, porque si el chavismo se vuelve a imponer a la fuerza, como lo ha hecho en años anteriores, se va a generar otra explosión migratoria. Hasta el momento hay más de ocho millones de migrantes, más de una cuarta parte de la población. Ese número va a incrementarse si ocurre un nuevo arrebato del chavismo.»
* Tomado de DW