Nuestro país se ha convertido en un foco crítico para el crimen organizado en América Latina, esta situación se ha deteriorado al punto de que varias regiones y ciudades enfrentan altos niveles de inseguridad y violencia, exacerbados por la presencia de bandas criminales tanto locales como extranjeras.
Diversas organizaciones criminales internacionales han establecido su presencia en Perú. Entre las más destacadas se encuentran el Tren de Aragua, de Venezuela, y el Primer Comando Capital (PCC), de Brasil; estas bandas operan en múltiples distritos de Lima, como San Martín de Porres, Comas y San Juan de Lurigancho, llevando a cabo actividades delictivas que incluyen tráfico de drogas, extorsión y explotación sexual.
El Tren de Aragua, por ejemplo, tiene una presencia significativa en distritos como Comas, Los Olivos y Villa El Salvador y sus operaciones incluyen desde el sicariato hasta el tráfico de personas y la explotación sexual. La llegada de estas bandas ha agravado la situación de inseguridad en áreas ya vulnerables, creando zonas de alta criminalidad y desestabilizando aún más el tejido social.
La situación del crimen organizado ha generado un alarmante aumento en los casos de secuestro y delitos violentos. En ciudades como Trujillo y Comas, los secuestros han aumentado considerablemente, reflejando la colaboración entre criminales locales y extranjeros; esta alianza criminal ha facilitado la ejecución de crímenes más sofisticados y coordinados, haciendo más difícil la labor de las fuerzas del orden.
El gobierno ha implementado varias medidas para combatir la creciente criminalidad, incluyendo la declaración de estados de emergencia en áreas críticas y el despliegue de fuerzas militares en la frontera con Ecuador, sin embargo, estas acciones han sido insuficientes para frenar la ola de delitos sumado además que la ineficacia del sistema judicial y la falta de una respuesta coordinada y efectiva continúan siendo problemas fundamentales.
Perú se ubica en el puesto número 10 en tendencia criminal en América Latina, superado solo por países con una presencia aún más activa del crimen organizado, como México, Colombia y Brasil; esta posición refleja la gravedad de la situación y la necesidad urgente de reformas profundas en las políticas de seguridad y justicia.
El panorama del crimen organizado en Perú es complejo y desafiante; la penetración de bandas extranjeras, el aumento de delitos violentos y la insuficiencia de las respuestas gubernamentales demandan una estrategia integral y sostenida para restaurar la seguridad y la confianza en las instituciones.
Sin una acción decidida y coordinada, el paraíso del crimen organizado continuará expandiéndose, afectando la vida cotidiana de los peruanos y la estabilidad del país.