Ese es el mensaje al país en este 1° de mayo, en la voz de Ítalo Cardona, director de la Oficina de la OIT para los países andinos. El alto funcionario de la Organización Internacional del Trabajo, entidad adscrita a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), afirmó que el “trabajo no es una mercancía”, un legado de la Declaración de Filadelfia, del año 1944, y que es semilla de los principios inherentes del mundo del trabajo, como la libertad sindical y la negociación colectiva. Ítalo Cardona considera que el trabajo debería ser la vía para conseguir un desarrollo sostenible e inclusivo.
—¿Cuál es su mensaje como director de la OIT para los países andinos, a los trabajadores en este día, primero de mayo, Día del Trabajador?
—Reitero el saludo que desde la OIT hacemos en general por el Día del Trabajo, con un reconocimiento por el aporte que los trabajadores y trabajadoras dieron a la sociedad, por supuesto al Perú, durante toda su historia y reconocer la importancia de que su voz encuentre recepción para el diálogo y se halle la posibilidad de construir un Perú con más justicia social y más trabajo decente. Creo que es el compromiso de todos y todas, de que, a pesar de las dificultades, a pesar de los tiempos difíciles, apostemos por el diálogo y creemos que será posible.
—Justicia social para los nuevos tiempos.
—Voy a parafrasear lo que dijo la Declaración de Filadelfia de 1944, un hito en la historia de la OIT porque complementa la Constitución de 1919 y desarrolla mucho más el concepto de la justicia social como un horizonte del trabajo de la OIT. Esta menciona algo que conocemos y manejamos coloquialmente, “El trabajo no es una mercancía”. Eso lo dijo la Declaración de Filadelfia en 1944 y trae muchos elementos muy importantes, no solo por el valor del trabajo mucho más separado de un intercambio mercantil o financiero, sino de reconocer el valor del trabajo dentro del desarrollo, no solo del ser humano individual sino del ser humano colectivo. También hace un reconocimiento de los principios inherentes al mundo del trabajo, como el de la Libertad sindical y el principio de la Negociación colectiva.
Puedes leer: Día del Trabajador: lo que dicen los especialistas sobre la situación laboral en el país
—Que están sustentados en importantes convenios de la OIT.
—Son convenios fundamentales de la OIT, el 87 y el 98, de asociación, libertad sindical y negociación colectiva, que se aprueban posteriormente a la Declaración de Filadelfia. Es decir, la Declaración de Filadelfia inspira estos principios y su desarrollo normativo, que es también la expresión en este 1° de mayo, la del movimiento sindical que presenta sus demandas, sus aspiraciones de un trabajo con más derechos y orientado a la justicia social.
—¿Toda esta labor sustentada en el combate a las carencias, a una guerra declarada contra la pobreza?
—La Declaración de Filadelfia, al poner la justicia social en el mundo del trabajo, habla no solo sobre los derechos y las condiciones que deben existir en el trabajo, sino que pone la semilla, el germen, de que el trabajo debería ser la vía para conseguir, para obtener un desarrollo sostenible, inclusivo, un desarrollo que efectivamente permita avanzar o salir a las personas de la pobreza y estar en mejores condiciones. Hay que enfatizar que con la Declaración de Filadelfia el trabajo se convierte en una herramienta para construir desarrollo para todos y todas.
Puedes leer: Economía plateada: “En el país no estamos mirando cómo planificar nuestro envejecimiento”.
Alta informalidad laboral
—En el Perú y en la región, ¿cuáles son las principales causas del alto índice del desempleo juvenil?
—América Latina tiene dos grandes retos en el mundo del trabajo: La informalidad y la productividad, asociada, por supuesto, a otros elementos económicos, como la desigualdad, etcétera. Pero en el mundo del trabajo lo que se refleja es la informalidad, que, en promedio, en América Latina, es de un poco más de la mitad de las personas. La informalidad implica una restricción en el uso de sus derechos. En algunos países la informalidad es mucho más amplia, no solo por sectores como el rural, por ejemplo, sino que hay países en la región, Perú uno de ellos, donde la tasa de informalidad supera incluso el 70%. Es altísima, siete de cada diez peruanos, por lo menos, están en informalidad. El otro tema es la productividad. Somos un continente con muy baja productividad. La OIT hizo unos estudios que identifican no solo las dificultades, sino que da recomendaciones sobre cómo mejorar en la productividad.
—¿Y cómo mejorarla?
—Con varios temas, desde la formación por competencias, desde el uso de la tecnología, desde efectivamente tener las mejores condiciones para que las empresas se desarrollen. Y ahí es donde entra el punto que señala sobre el empleo juvenil en dos elementos que son preocupantes.
—¿Cuáles son esos elementos preocupantes respecto al empleo juvenil?
—Primero, la mayor participación de los jóvenes es en el sector informal, y es que los jóvenes ingresan al mercado laboral, la mayoría de ellos, por la informalidad.
—¿Su primera chamba es en el mercado informal?
—En la mayoría de ellos. Es casi el 70% en América Latina. Significa que cuando suceden crisis, cuando hay dificultades, como pasó en la pandemia, los primeros que salen del mercado laboral son los jóvenes, porque hay falta de protección social.
—¿Los jóvenes son los más perjudicados?
—Mayormente sí. Y el otro, es la productividad. En América Latina, y también en el Perú, hay muchas dificultades. Hay un concepto importante para desarrollar, y es cómo la formación profesional, la formación para el trabajo, responde a las necesidades del mercado. Y hay un desencuentro, porque las empresas dicen que buscan trabajadores y no encuentran; y por otro lado, los jóvenes dicen, que buscan trabajo y no encuentran.
—¿Qué pasa entonces?
—Las competencias en las que están siendo formados los jóvenes no concuerdan con las demandas del mundo del trabajo y eso afecta la productividad y el empleo juvenil. Y esto tiene que ver con la educación.
—¿Significa que las casas de estudios en el país y los países latinoamericanos, no enseñan a los jóvenes lo que las empresas demandan?
—Eso es realmente. Y no es un tema menor, eso se llama inadecuación laboral. En Perú, en los últimos 10 años, en los jóvenes de 14 a 29 años, entre el 2012 y el 2022, la inadecuación pasó del 61% al 66%. Subió 5 puntos porcentuales en una década. Pueden decir que no es mucho, pero lo que se muestra es una tendencia donde cada vez más las competencias de los jóvenes están disociadas respecto a lo que el mundo de trabajo está demandando. Eso es lo que más afecta a los jóvenes. Pero también hay un número muy elevado de jóvenes que ni estudian ni trabajan.
—“Los ninis”.
—Los ninis que se conocen, que pasaron del 17% en el 2019 al 18% en el 2022. Subió un punto en 5 años, pero lo que se ve es una tendencia en el número de jóvenes que no están ocupados en el mundo del trabajo, pero tampoco estudian, muchas veces por diferentes causas que afectan de diferente forma entre hombres y mujeres.
—¿Y cuál es la diferencia de ninis entre hombres y mujeres?
—Un 11% de los hombres jóvenes ni estudian ni trabajan, pero en las mujeres, es más. Estamos hablando del 27%. Y las mujeres jóvenes son afectadas sobre todo por las labores de cuidado no remunerado.
—Es una brecha enorme.
—Que está afectando a las mujeres, y por eso la OIT viene haciendo un llamado para que las políticas orientadas a responder a las necesidades de los jóvenes, y particularmente de las mujeres jóvenes, sean prioritarias. Y son prioritarios porque se va ampliando la brecha entre hombres y mujeres, y al mismo tiempo va subiendo, de manera preocupante, esta inadecuación laboral.
—Y en este marco, ¿Qué medidas ha recomendado la OIT respecto a cómo abordar las necesidades de los jóvenes en este mundo laboral?
—Señalando que son vulnerables en la región, que tienen condiciones de vulnerabilidad. Los jóvenes están desarrollando una cantidad de capacidades importantes que hay que tomar en cuenta, que hay que destacar. Nosotros planteamos un conjunto de políticas para los países.
—¿Y cuál es la receta para el Perú y para los países de la región?
—No hay recetas y hay que tomar en cuenta el contexto del país, la situación particular del país. La única receta que señala la OIT, y que vamos a seguir insistiendo, es en la necesidad de un diálogo social, en la necesidad de que se sienten gobierno, empleadores y trabajadores para definir y decir, éste es el diagnóstico que tenemos y éstas son las herramientas que vamos a necesitar. Para eso es necesario diálogo y también es necesario, y lo hemos venido insistiendo, escuchar a los jóvenes, que no solo son parte del problema, son parte de la solución.
—¿Y son escuchados los jóvenes en Perú y en América Latina?
—Nos alegra muchísimo una decisión que tomó el Ministerio de Trabajo del Perú, de comenzar un proceso de consulta sobre la política pública de empleo juvenil. El ministro Daniel Maurate tomó la responsabilidad de desarrollar esta propuesta de política y con nuestro apoyo está haciendo lo que se llama un Ideatón del trabajo decente, pero con énfasis en las políticas públicas y se está haciendo un proceso de consulta a los jóvenes del país. Se hizo un lanzamiento en Tarapoto, va a haber otro en La Libertad, en el sur, en Lima, pero lo más importante es abrir el espacio para que los jóvenes participen y tengan un espacio para reunirse, para dialogar y proponer políticas, acciones que el Estado debería asumir. Efectivamente hay que celebrar la responsabilidad del Gobierno de disponer esta posición de escucha. Por supuesto hay que trabajarlo, va a tener que discutirse al interior del Gobierno cuáles son las políticas, cómo se financian, cómo avanzan, pero es muy interesante lo que está haciendo.
—Habló de las brechas entre hombres y mujeres, fundamentalmente las mujeres jóvenes. ¿Qué hacer? ¿Qué recomendaciones para promover inclusión laboral de las mujeres jóvenes en América Latina?
—Yo creo que hay varios temas que se debe tomar en cuenta. Primero hay que ser conscientes y difundir información sobre la existencia de esta brecha, porque parece que en algunos lugares se ha decidido invisibilizarla. Yo creo que es importante visibilizarla y tomar conciencia de los datos que demuestran la existencia de esa brecha.
—¿Es un tema complicado, y cuál es el segundo?
—Lo segundo es cómo se va a definir una de las causas, tal vez la principal, y habría que ver la data, pero quizá la principal causa tiene que ver con la responsabilidad de cuidado que tienen las mujeres en sus casas y que les limita la posibilidad de un desarrollo o una incorporación en el mercado de trabajo remunerado. En eso hemos insistido mucho. Sé que hay diferentes voces en el país, pero creo y estoy seguro que habrá la disposición de conversar, de dialogar y de identificar claramente que una adecuada Política nacional de cuidados puede contribuir a cerrar esta brecha de participación de las mujeres en el mundo del trabajo. También tiene que estar asociado a la definición de políticas asertivas que permitan la incorporación de las niñas en las escuelas, pero también en todo el proceso de formación y posteriormente también la incorporación de las mujeres en la actividad del trabajo, que a veces son caracterizados como masculinas en algunos casos.
—Pero, además, hay brecha salarial. Se mantiene la diferencia entre lo que un hombre y una mujer reciben de remuneración…
—Y no es un tema menor. En la región la brecha salarial corresponde al 20%; es decir, una mujer y un hombre que trabajan en lo mismo, las mujeres ganan mucho menos. Y además de verse castigados los salarios, al trabajo que realizan las mujeres no se les da el mismo valor respecto del de los hombres.
—¿Aproximadamente en el Perú cuánto es?
—No conozco el dato del Perú, pero en la región es aproximadamente el 20%.
—¿Qué papel juegan las políticas laborales en el país para reducir el desempleo juvenil? ¿Estamos en buena dirección en ese ámbito?
—Estamos en buena dirección en cuanto se comenzó un proceso de escucha y de consulta. Eso es importante. El segundo paso que se debe dar es el compromiso, que estoy seguro va a existir por parte de las organizaciones de empleadores y trabajadores, de sentarse con el gobierno para definir estas políticas de empleo juvenil, porque son necesarias y adaptables para que las medidas que se decidan poner en marcha, no solo gocen de legitimidad, sino que sean coherentes con el problema y vayan a solucionar esta situación y aprovechar las oportunidades.
—¿Qué oportunidades se están perdiendo?
—Uno de los problemas grandes que tiene la juventud en la región y que puede tener el Perú, es que muchas de las oportunidades que se están creando con las transformaciones tecnológicas, por ejemplo, van a ser aprovechables por quienes tengan las competencias y los mecanismos suficientes para acceder, por ejemplo, al conocimiento o a participación de un mercado de trabajo digital. Y es muy difícil porque la brecha digital, la brecha de acceso a banda ancha, es todavía muy importante en la región.
—¿Hay experiencias exitosas en la región respecto a revertir la situación y dar empleo a los jóvenes?
—Hay acciones importantes que se han puesto en marcha, pero hay que reconocer que el problema del desempleo juvenil no es solo peruano, es regional. En los últimos años inclusive se afectó la cohesión social y es lo que pasó en Chile, en Colombia, en Panamá, por señalar unos ejemplos, y tiene de base la frustración a la falta de respuesta a los anhelos, inquietudes de los jóvenes para insertarse en el mercado de trabajo. Puede haber temas interesantes que se han desarrollado en diferentes países, inclusive, como le decía, en el Perú con la consulta a los jóvenes, pero no existe un modelo de transformación importante.
—¿Lo que se hace en el Perú, al escuchar a los jóvenes, es un gran paso, que podría replicarse en los países de la región?
—Ese es un gran paso, pero hay otro conjunto de pasos que hay que seguir desarrollando al interior del gobierno. Y aquí si quieres un llamado de atención, porque entiendo que efectivamente desde los gobiernos se busca soluciones a corto plazo que resuelva una demanda muy inmediata, pero muchas veces estas medidas no resultan siendo sostenibles, y lo que hace es simplemente ir acumulando el problema. Creo que debe haber un diálogo que permita la definición de políticas que corrijan el rumbo a mediano y largo plazo y que el país aproveche en cómo fortalecer sus competencias en las apuestas de presente y de futuro y se desarrolle el mercado de trabajo.
—¿Qué recomendaciones tiene la OIT a las empresas, a los empleadores, para promover la contratación de personal joven?
—Un tema muy importante es cómo los países pueden avanzar en un diálogo entre el sector privado y la academia. Porque la inadecuación laboral se causa por la falta de diálogo entre lo que las empresas demandan respecto a las competencias que ofrecen los centros de estudio, superior, técnico, de todos los niveles. Lo que puede hacer el sector empresarial es cómo acercarse a ese diálogo con la academia para tratar de cambiar y hacer apuestas atrevidas que permitan a los jóvenes tener las competencias que demandan las empresas. Ese es un tema importante, pero es interesante los ejemplos que se desarrollaron en otros países sobre la formación dual, donde los jóvenes no solo reciben capacitación técnica sino lo ponen en marcha en las empresas. En aquellos sectores donde es posible debería abrirse esta oportunidad que permita concretar esta contribución.
—¿Y también retener el talento de los jóvenes competentes que ya están en el mercado laboral?
—Es importante retener el talento, pero ahí también hay que pasar por un filtro, un cambio de pensamiento muy interesante, porque en el 2016 la OIT hizo un estudio, una apuesta en América Latina sobre qué es lo que los jóvenes aspiraban en un mundo diferente. Y seguramente lo que a usted y a mí nos retuvo en el lugar de trabajo no es lo que a los jóvenes les va a retener. Ha cambiado muchísimo porque también cambió su visión del trabajo. Muchos de los jóvenes, lo vemos y escuchamos de los sectores empresariales, buscan trabajar 6 u 8 meses, tiempo que les da suficientes fondos para irse por el mundo los siguientes 4 meses y luego volver. O es el caso de los nómadas digitales y es que hay una cantidad de transformaciones en el mundo del trabajo.
—Hay que ser conscientes que estamos cambiando, hay un paradigma diferente asociado a dónde van los jóvenes.
—Había una apuesta muy interesante que se aplicó en los países de la OCDE y que decía cuáles eran los valores que los jóvenes con talento elegían en las empresas, y por ejemplo cuestionaban qué tanto las empresas contaminan o qué tanto tienen políticas para frenar el cambio climático u otros que no tienen que ver con el salario, ni las prestaciones. Eso es importante, porque hay otros elementos de conciencia social, de conciencia ambiental que los jóvenes también valoran cuando se van de las empresas. Y vemos ejemplos de jóvenes talentosos que en un año han estado en cuatro empresas diferentes. Se puede decir, por un lado, que es un joven que no sabe lo que quiere, pero otra visión es qué los lleva a cambiar de trabajo.
—¿Y esto es bueno o es malo?
—No es bueno ni malo, es la realidad, es lo que existe. Es una visión, un paradigma de vida distinto que ha cambiado.
—¿Y por el uso de la tecnología también?
—Entre otras cosas, pero la sociedad ha cambiado. Aquí mismo en la organización hay personas muy talentosas que deciden irse y cuando le preguntan por qué deciden irse, señalan que les pareció atractivo lo que le ofrecen en otro lugar. No es que esté inconforme donde está, sino que simplemente quieren un cambio. Entonces el paradigma de la persona, del ser humano, de la sociedad, ha cambiado y los jóvenes no piensan como usted o como yo.
—De otro lado, ¿con todo este panorama político en el país estamos en condiciones de hablar de diálogo social?
—Sí, lo estamos.
—¿Hay posibilidad?
—Sí, siempre hay posibilidad. Y hay mucha necesidad, además.
—¿Se está dando entre trabajadores, entre empresarios, entre el gobierno, en esa mesa de tres patas, tripartita, el Consejo del Trabajo?
—Esa mesa de tres patas se levantó hace unos meses y no se ha vuelto a reunir a nivel nacional. Pero que no haya un efectivo diálogo social en materia laboral y de políticas en este momento, no reduce la necesidad y creo que tampoco reduce las posibilidades. Estoy seguro que empleadores y trabajadores en el Perú se van a sentar a dialogar.
—Es necesario para los jóvenes, es necesario para el país.
—Es necesario para el mundo del trabajo que se sienten con sus diferencias, con sus distancias, con sus visiones que a veces no coinciden. Y la OIT siempre ha pensado que es importante que esas visiones diferentes se encuentren y construyan con una visión de trabajo decente, de justicia social, las medidas que sean necesarias para hacerlo.
—Necesitamos un país próspero y eso depende del diálogo social.
—El diálogo social contribuye muchísimo para que esto sea posible.