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Carlos Díaz-Rosillo: “En este momento, América Latina no existe para Estados Unidos”

El exdirector de políticas públicas de la Casa Blanca, durante el gobierno de Donald Trump, habló para Altavoz y señaló que la actual administración estadounidense ignoró a la región, y que al expresidente, y candidato por el Partido Republicano para las elecciones en su país, le preocupa el peligro del gobierno de China en la seguridad nacional de Estados Unidos, tras su ingreso “inteligente y estratégico” en diversas actividades económicas de países latinoamericanos.

¿En qué momento de las relaciones entre Perú y Estados Unidos nos encontramos?

—Yo creo que, en este momento, con esta administración, América Latina no existe para los Estados Unidos.  Y no me gusta decir eso, pero es una realidad. Es muy duro decir que no existe, pero sí, la administración ignoró totalmente a América Latina y en los pocos casos en los que le prestó alguna atención es para recompensar a los gobiernos que son más antiamericanos.

¿Se refiere al gobierno de Joe Biden?

—A la administración actual. En los pocos casos que se ve algún pequeño rasgo de prestar atención a alguien que tenga que ver con Latinoamérica es para recompensar a dictadores como Maduro, como Díaz-Canel, como Ortega. No hay una visión estratégica hacia América Latina.

¿En ese sentido, el Perú desapareció del mapa para el gobierno norteamericano?

—Mira, no me gusta decir eso, pero sí. Y no solo Perú, sino la gran mayoría de los países latinoamericanos. Obviamente la relación con México es diferente, pero Estados Unidos en este momento no le presta atención a Latinoamérica, y Estados Unidos requiere de América Latina por un tema netamente de seguridad nacional.

¿Por dónde estaría el cambio, esa inflexión, para mirar hacia América Latina de otra manera?

—Tiene que venir con un cambio político y las elecciones pueden presentar esa oportunidad. Obviamente mi opinión es sesgada, pero creo que con una posible victoria del presidente Donald Trump, ello puede cambiar por una razón muy sencilla, porque el presidente Trump entiende perfectamente el peligro que presenta el gobierno de China comunista a la seguridad nacional de los Estados Unidos.

—¿Cómo se evidencia ese riesgo a la seguridad nacional de Estados Unidos?

—El gobierno chino ha venido, de una manera muy inteligente y muy estratégica, tomando puntos de acceso por todo el mundo. En Latinoamérica es muy obvio. Hoy en día es el socio comercial número uno de la gran mayoría de los países latinoamericanos. Estados Unidos es el número dos de toda Latinoamérica porque México obviamente, con su relación con Estados Unidos, lo pone como número uno. Pero si sacas a México de esa lista de países, Latinoamérica es el socio comercial número uno de China.

¿Es un asunto geopolítico, pero también es un asunto económico?

—Es un asunto totalmente geopolítico con matices económicos muy fuertes, matices culturales también, porque no solo quieren cambiar la balanza del poder político, la balanza del poder económico, sino también del poder cultural. Los chinos han invertido billones y billones de dólares en diplomacia pública para tratar de promover su cultura, su idioma, y lo han hecho de manera muy estratégica.

—¿Y cree que le dio resultados?

—Creo que ha sido un gasto muy mal recibido porque, a pesar de lo que gastaron, el ciudadano promedio de cualquier país del mundo no quiere ser como el chino, prefiere ser como el americano. A pesar de eso no recibieron la buena voluntad del mundo que uno se imagina resultaría de un gasto multimillonario. Institutos como el Confucio, de enseñanza de mandarín, de la cultura china; y, sin embargo, la opinión pública hacia China, a nivel mundial, es bastante baja.

Pero en algún momento Estados Unidos si miró a Latinoamérica, con el objetivo de frenar el avance del narcotráfico; sin embargo, el panorama cambió tras el avance de las drogas sintéticas. ¿Qué podría cambiar esa visión respecto a países como el Perú?

—Las drogas son un problema muy serio en Estados Unidos. El fentanilo y todas las drogas que entran a Estados Unidos de manera ilegal, muchas de ellas ingresan por la frontera sur. Un compromiso serio de los diferentes gobiernos de América Latina, incluyendo Perú, es que puedan ayudar mucho a mejorar las relaciones con Estados Unidos. El tema que hará que la relación mejore es el de China, un asunto estratégico para Estados Unidos. El de las drogas puede ser muy importante porque le demuestra a Estados Unidos que el gobierno, en este caso del Perú o de cualquier país latinoamericano, está comprometido con ayudar en este problema tan grave para los Estados Unidos.

Como decía, “estratégicamente, inteligentemente”, China está ampliando su presencia.  Ingresó a países como el Perú, como socio principal del megaproyecto el puerto de Chancay, pero también están en minería, en proyectos de litio, en energía. Acaban de adquirir una empresa de distribución eléctrica, por ejemplo. ¿Esto por la parte económica, también sí afecta las relaciones con el gobierno norteamericano?

—Claro que sí, y va mucho más allá. La economía se convierte en un tema de seguridad nacional para los Estados Unidos. Y tener acceso, por ejemplo, al litio, a los minerales va a ser parte muy importante de la economía mundial porque pueden controlar los insumos necesarios para producir chips, para los teléfonos, para toda la tecnología tan necesaria para manejar la economía.

¿Significa entonces que Estados Unidos estuvo mirando a otro lado y no le interesó esos puntos centrales, importantísimos?

—Totalmente, y lo hacen con acceso a estos productos claves para la economía del futuro, pero lo hacen también de una manera muy estratégica, muy inteligente, repito, con el control del acceso a puertos, puentes, carreteras, aeropuertos, a puntos que pueden controlar el comercio.  Por eso el tema del puerto es tan importante. Y no es solo un puerto aquí en el Perú, es casi un puerto por cada país, que se convierte en la forma de controlar qué entra y qué sale en el país.

¿Cómo cree que será la respuesta de Estados Unidos, o de la nueva administración, en torno a esta situación?

—De este gobierno creo que no va a haber respuesta, va a ser más de lo mismo: ignorar a América Latina. De una posible segunda administración con Trump creo que la respuesta va a ser mucho más contundente y sí habrá mayor atención en América Latina. Sencillamente porque es un tema de seguridad nacional para Estados Unidos y de gran importancia económica. Esto es muy importante.

¿Cree que en este momento Donald Trump ganaría las elecciones?

—Sí. Las ganaría. Claro, faltan siete meses todavía, falta mucho para las elecciones. En este momento, Trump tiene una ventaja que nunca tuvo ni en la campaña del 2016 ni en la campaña del 2020. Está liderando las encuestas del voto popular, que como sabemos no es la manera en que se elige al presidente, pero es un indicador de la popularidad del candidato. Está ganando en cada uno de los estados claves que van a decidir la elección.  En Estados Unidos se elige por el colegio electoral, que es una función de los estados, y sabemos cómo va a ir la elección en la gran mayoría de los estados. Hay 6 o 7 que van a ser claves y en cada uno de esos estados Donald Trump hoy gana las elecciones.

¿Se mantendría la tendencia para el momento de las elecciones?

—Obviamente es mi opinión muy personal, espero que sí, pero falta mucho. En la política un mes es una eternidad y aquí faltan siete meses. Todo puede pasar, pero en este momento diría que Donald Trump tiene todas las de ganar y sería una gran noticia no solo para Estados Unidos sino para América Latina.

Índice de burocracia

De otro lado, este martes 9 de abril presentan en Lima un Índice de burocracia. ¿De qué se trata?

—Claro que sí. El Centro de Pensamiento que dirijo en Estados Unidos (Centro Adam Smith para la Libertad Económica) tiene un proyecto de investigación que emite un reporte anual. Se llama el “Índice de burocracia”, que estudia las barreras, los trámites burocráticos que una pequeña y una microempresa deben de cumplir para crearse y para mantenerse en funcionamiento. En ese reporte estudiamos, analizamos, las horas que se desperdician en esos trámites burocráticos.

¿Dónde ya presentaron ese reporte?

—Acabamos de lanzar el más reciente en Miami y ahora estamos yendo a diferentes países de América Latina para lanzar los resultados locales. Mañana lanzamos los resultados del Perú. Nuestro partner local, la Asociación de Contribuyentes del Perú, realizó el estudio de campo y nos invitó a la presentación que será en la AMCHAM, la American Chamber of Commerce.

¿Cómo está Latinoamérica en este indicador y cómo está el Perú?

—El estudio solo se enfoca en América Latina y España. En el próximo reporte, que ya comenzamos a preparar, incluiremos a otros países europeos. Así que el enfoque actual es de Iberoamérica.

—Y a grandes rasgos, ¿cómo está el Perú?

—Perú está en el medio. No es ni el más ni el menos burocrático. Ahí se puede ver las áreas en los que es más burocrático. Lo dividimos no solo por diferentes sectores, sino también los resultados de qué tan burocrático es abrir una empresa y mantenerla. Y aunque al Perú le falta mucho, está mejor que otros países, porque no es el de los más burocráticos.

No solo es el costo económico para las empresas que quieren llegar a esa “formalidad”, sino también el tiempo para hacerlo viable. En el Perú se habla mucho de la tramitología.

—Ese es el enfoque del estudio. Cuantificamos las horas que se tienen que desperdiciar en esta tramitología, como dices. Y damos un número muy concreto basado en encuestas muy rigurosas y en entrevistas. ¿Cuántas horas al año una empresa debe, repito, “desperdiciar”, para cumplir con trámites burocráticos? Esa es la métrica que utilizamos en el estudio. Cuantificamos esa tramitología.

Los países tienen que ser productivos, tienen que ser competitivos. Se requiere celeridad en los trámites de las empresas porque urge crecer, generar empleo y aminorar la pobreza. ¿Va en esa dirección el reporte?

—Totalmente. El estudio no quiere sugerir que no hace falta tener trámites. Hay que tener ciertos trámites para que la economía funcione, lo que no hay que tener son trámites excesivos ni innecesarios. Creo firmemente que el sector privado, las empresas, son la máquina que mueve la economía de cualquier país. Y para salir de la pobreza se requiere un sector privado que genere empleo y oportunidades. Hay que regular parte de la economía, obviamente, pero no regularla de tal manera que se elimine la creatividad del empresario, de eliminar su habilidad de hacer lo que tiene que hacer: crear empleo y crear riqueza para él o ella, pero también para el país.

No hay crecimiento económico sin un fuerte sector empresarial. Y efectivamente, los trámites burocráticos impiden que crezca. Con inversión hay crecimiento, se genera empleo, que es lo que se busca en el Perú y los países latinoamericanos.

—Totalmente. Y por eso es tan importante analizar cuáles son esos trámites burocráticos y cómo se pueden reducir. El objetivo del estudio no es solo presentar una métrica cuantitativa de que tan burocrático es el Perú o no, sino cuáles son las recomendaciones para bajar esos trámites con la finalidad de que la economía de cada país de Iberoamérica funcione mejor. Las recomendaciones que debemos de dar son para los tomadores de decisiones, para los congresistas, los funcionarios del Poder Ejecutivo, para que tengan un sistema regulatorio sensato.

Si bien es cierto bajar los trámites burocráticos es importante, uno de los condicionantes que frena la inversión es la inseguridad. ¿Qué visión tiene sobre ello?

—El estudio no toca ese tema. Nos enfocamos en los trámites burocráticos, pero vamos a lanzar un nuevo índice, un nuevo estudio que ya estamos comenzando. Ya terminamos la investigación y estamos armando el reporte. Probablemente lo llamemos el Índice de riesgo político.

¿Respecto a cuán riesgoso es invertir en un país?

—Uno de los elementos, obviamente, es el tema de la seguridad. Un empresario extranjero que quiere invertir no necesariamente quiere que le garanticen que su inversión va a rendir frutos. Eso nadie se lo puede garantizar, pero sí busca reglas de juego claras.

Reglas de juego claras, seguridad jurídica y que se mantengan en el tiempo…

—Que se mantengan estables. No que no se cambien las leyes, pero que cada vez que se cambia de presidente no se cambien todas las leyes.

Se pueden modernizar, obviamente.

—Se puede modernizarlas, actualizarlas. Entonces, se quiere reglas del juego claras. Seguridad jurídica, seguridad física. Es decir que, si vas a poner una empresa en un país que no es el tuyo, que tus empleados puedan ir y venir a trabajar con seguridad. Seguridad física, seguridad jurídica. Ese nuevo estudio analizará los diferentes factores necesarios para invertir en los países y la seguridad es uno de ellos.

¿Cuál cree que es el principal veneno para la inversión?

—Es una excelente pregunta. La hiper regulación es la mejor manera de asegurar que no se invierta en un país y que la creatividad del empresario no genere sus frutos. No es que no tiene que haber burocracia, sino que no puede ser excesiva. La hiper regulación es uno de los grandes peligros. Otro, obviamente, es la inestabilidad política, la inestabilidad económica. A un inversor extranjero le da mucho miedo perder su inversión en capital, en mano de obra. Le da miedo que venga un gobierno y expropie su propiedad o cambie las reglas del juego de la noche a la mañana.

¿Cree que en América Latina estamos saliendo ya de ese marco?

—Me interesa decirte que sí, pero creo que no.

¿Persisten los riesgos, entonces?

—Hemos visto a nivel continental una serie de gobiernos que llegaron al poder promoviendo una ideología muy peligrosa, populista, que predica soluciones que se ha comprobado no funcionan. El famoso Socialismo del siglo XXI, se comprobó que no funciona y si ves el mapa de América Latina tiene muchos países rojos o rosados.

¿Cree factible que en algún momento pueda reactivarse esa situación?

—No es un tema de izquierdas o derechas, es un tema de gobiernos que llegan, en la mayoría de los casos, no todos, por vías democráticas y quieren implementar una serie de cambios para quedarse en el poder y para implementar medidas, repito, que no funcionaron. Eso no quiere decir que no tengamos sensibilidad social, es importantísimo tenerla, pero no implementar políticas económicas que le prohíban al sector privado hacer lo que tiene que hacer: generar riqueza y empleo.

¿En democracia se debería aceptar lo que los pueblos decidan en elecciones? Esa es la idea de la democracia.

—Sí, la idea de la democracia es que el pueblo pueda elegir a sus gobernantes y muchas veces van a elegir al gobernante equivocado, eso no se puede negar. El peligro es cuando esos gobernantes empiezan a tomar poderes que no les corresponden y quieren cambiar las reglas del juego y se quieren quedar permanentemente. Entiendo que si tenemos un sistema democrático y se elige un presidente que no me cae bien, está bien, esa es la democracia, pero tienen que haber pesos y contrapesos, tiene que haber un sistema donde no se le permita al gobernante, me guste o no, que haga lo que le dé la gana, como si fuera el empresario de una república bananera. Ya no somos repúblicas bananeras o no deberíamos ser repúblicas bananeras. No deberíamos, definitivamente. Una que otra, yo creo que todavía se puede llamar así.

Capacitación para líderes

De otro lado, ustedes desarrollan cursos de preparación para líderes, ¿en qué consiste?

—Así es, es parte de lo que hacemos en el Centro de pensamiento. No solo es promover la investigación seria, rigurosa, para la toma de decisiones en los diferentes países, sino es capacitar a las nuevas generaciones con las herramientas necesarias para cuando les corresponda gobernar, ya sea en gobernanza corporativa o política, y puedan tomar buenas decisiones. Tenemos una serie de cursos de capacitación. Ya lo comenzamos en Miami y ahora vamos a llevarlos a diferentes países de América Latina, con herramientas respecto a cómo gestionar una crisis política, económica, mediática, empresarial, y de cómo entender el sistema de libre mercado, de cómo mejorarlo, porque no es perfecto, hay que mejorarlo, hay que tener ciertas regulaciones, pero cómo entenderlo, cómo hacer que el capitalismo funcione para todos, con cursos de economía, cursos de medios de prensa. Muchas veces los gobernantes no comunican sus ideas de la mejor manera y la idea es capacitar al joven empresario, al joven político, al tomador de decisiones, para que cuente con las herramientas necesarias para desempeñar una buena gestión.

¿Quiénes imparten las clases y dónde se realizará el próximo curso?

—Los cursos no lo dan profesores, intelectuales, que con todo respeto, escriben libros que nadie lee. Es gente con experiencia práctica, que tomó decisiones al más alto nivel. Te doy algunos ejemplos, en el más reciente, el que impartimos en Miami sobre Gestión de crisis, los profesores eran los expresidentes Álvaro Uribe, Iván Duque y Eduardo Frei, además de ministros importantes de la región, comunicadores públicos, empresarios, gente de muy alto nivel que aporta con su experiencia y que habla no solo de teorías, sino de cosas que funcionan y que no funciona también, porque se puede aprender de ambas.

¿Para cuándo está previsto realizar el curso en el Perú?

—Me encantaría hacer uno en Perú, pero todavía no tenemos fecha. Hay la intención absoluta de tener no solo uno, sino varios cursos en este país.  Estamos por ver dónde y cuándo. En cuanto tengamos fecha me encantaría venir a comunicarla para que se apunten y tomen el curso.