En el contexto actual del país, marcado por escándalos políticos, judiciales, policiales, recesión económica y una inseguridad cada vez más aguda, es desconcertante la falta de acción por parte de los gobernantes y funcionarios. Como joven criminólogo y ciudadano peruano, me frustra ver cómo quienes deberían velar por la seguridad y el bienestar del Estado optan por enredarse en debates ideológicos eternos o en casos que generan más atención mediática, en lugar de abordar los problemas más urgentes, como la lucha contra la criminalidad.
Se dice que para reducir los índices de criminalidad y erradicar las organizaciones criminales se requiere decisión política y un plan claro. Esto es cierto, pero se necesita un enfoque distinto. Como dijo Albert Einstein: «Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes». Entonces, ¿qué podemos hacer para obtener resultados diferentes? En este artículo, abordaré tres temas y propondré soluciones desde la criminología.
1). Crimen Organizado
Primero, el crimen organizado es un fenómeno que ha instaurado terror en el país debido a la expansión territorial que han obtenido las bandas criminales empleando la violencia desproporcionada y sin escrúpulos. En su búsqueda desmesurada por ampliar su control territorial, y además apropiarse de los distintos negocios ilícitos, estos hampones se han dedicado a implantar el terror y la violencia lo cual ha afectado principalmente a los ciudadanos de a pie, a los microempresarios, y a toda persona de bien que trabaja honradamente.
Para dimensionar los efectos del crimen organizado en el Perú es necesario utilizar la estadística. En el año 2022, un total de 2,832 municiones fueron confiscadas en Tumbes por haber ingresado de manera ilícita al territorio peruano. En el 2023, el número de municiones confiscadas fue de 391,239, lo que significa que en un año aumentó en 13,000%. Solamente en el departamento de Tumbes se han decomisado el 92% del total de municiones incautadas en todo el Perú. Estas cifras reflejan la fragilidad de nuestras fronteras, especialmente en el norte. Lo primero que se debe de hacer para resolver esta problemática es ahondar de manera más profunda en la data y a partir de ahí comenzar a encontrar soluciones. Es necesario entender cuál es el fin de estas personas que trafican armas, con quien están relacionadas, cuál es el destino final de estas municiones, cuál es la modalidad que utilizan para ingresar estas armas al territorio peruano, etc.
La razón principal por la cual las organizaciones criminales transnacionales han logrado enquistarse en el suelo peruano es justamente por la debilidad de nuestras fronteras. El tráfico ilícito de armas es solo uno de los tantos crímenes cometidos por estos malhechores. Debido a la falta de control en las fronteras es que tenemos que luchar contra la trata de personas, el trafico ilícito de inmigrantes, el contrabando, y el narcotráfico. Además, todos estos crímenes se benefician entre sí, sin el tráfico ilícito de inmigrantes, no se podrían explotar sexualmente a las mujeres que traen desde el extranjero para que sean utilizadas y maltratadas. Las armas permiten a los criminales cometer crímenes de vicariato y de extorsión. En el año 2020 se registraron 2,305 denuncias por extorsión. En el año 2023 se registraron un total de 19,401 denuncias por extorsión a nivel nacional. Lo que demuestra que en los últimos 3 años estas denuncias por extorsión han aumentado en un 841%.
Como mencioné previamente, abordar de manera efectiva los crecientes actos delictivos que parecen estar fuera de control requiere comprender las raíces de estos crímenes. Tomemos, por ejemplo, el caso de la explotación sexual, donde es crucial identificar los factores de riesgo que predisponen a las víctimas a caer en manos de estas organizaciones. Algunos de estos factores pueden incluir la vulnerabilidad socioeconómica o la falta de acceso a la educación. En el caso de la lucha contra la extorsión, es esencial entender los patrones y las tendencias de este delito mediante la identificación de los factores criminógenos que contribuyen a su aparición. Estos pueden incluir la ambición de controlar un segmento específico de la población en un territorio determinado y la búsqueda de ampliar sus fuentes de ingresos.
2). El Sistema Penitenciario
Según el informe estadístico del INPE publicado en el año 2022, de los 93,000 reos que se encuentran en el sistema penitenciario peruano, 16,472 reclusos se encuentran dentro del rango de edad entre los 25-29 años. Desde un enfoque social, estos son 16,472 jóvenes que no tendrán la oportunidad de formarse profesionalmente y contribuir a la fuerza laboral hasta cumplir con su condena. Son 16,472 jóvenes que en vez de rehabilitarse durante su periodo de condena, es muy probable que terminen “aprendiendo” de criminales con mayor experiencia en el mundo del hampa, para posteriormente aplicar lo “aprendido” cuando se reincorporen nuevamente en la sociedad. Es por ello que se deben de implementar programas de prevención para los sectores más expuestos a la actividad delictiva. Los jóvenes son el futuro del Perú, mientras más jóvenes se formen personal y profesionalmente, podremos creer en un país más próspero y seguro. Es esencial establecer programas de alto impacto social en los colegios y los barrios con fines educativos, deportivos, y lúdicos. Estos programas sociales deben tener como finalidad guiar a las poblaciones jóvenes hacia un camino de vida basado en valores y trabajo. Muchos dirán que estos programas sociales ya existen y no tienen un impacto real, pero eso se debe a que no son abordados de la manera adecuada. Son vistos como actividades o eventos casuales que no involucran realmente a la población. Para lograr el alcance deseado se requiere de una planificación metódica y científica que capte la atención de los jóvenes en riesgo. Un ejemplo de una ONG especializada en ayudar a jóvenes en riesgo que realmente tuvo una acogida fue y sigue siendo el YMCA, que fue fundado en 1844, y hasta ahora se encuentra presente en diversos países. La lucha contra el crimen inicia desde la prevención. Esto es algo que debe entrar en el “chip” de los encargados de velar por la seguridad del país. Al enfocarnos principalmente en la respuesta reactiva para combatir el crimen, corremos el riesgo de caer en un ciclo interminable de intentar mitigar diversos fenómenos criminales a medida que surgen, sin lograr un descenso sostenido en los índices delictivos. Es esencial cambiar la estrategia hacia enfoques más proactivos y preventivos para abordar las raíces del problema y construir un sistema de seguridad más eficaz y duradero.
3). Efecto delincuencial en MYPES
Según los datos de la PNP, hubo más de 5,200 denuncias por extorsión en el primer semestre del año 2022 a nivel nacional. Lo que representó un aumento del 22.5% en comparación a las denuncias por extorsión del año 2021. Estas cifras no representan a las personas que han optado por no denunciar debido a que perciben que la policía es ineficiente y que el denunciar les puede traer mayores problemas que beneficios. Elegí colocar esta data en esta sección del artículo, debido a que dichas denuncias provienen especialmente de personas ubicadas en zonas de mayor comercio. Lo cual demuestra que las personas que son extorsionadas son en su mayoría los microempresarios dueños de bodegas, de pequeños restaurantes, comerciantes, etc.
Estos datos reflejan que los trabajadores emergentes terminan siendo los más perjudicados; mientras que las empresas medianas y grandes, también son afectadas, pero en menor proporción debido a que cuentan con mayor respaldo económico para invertir en seguridad. Lo cual nos lleva a preguntarnos ¿porque el criminal prefiere delinquir contra una persona con menores ingresos económicos, que a un empresario con una posición económica elevada?
La respuesta es simple: es más fácil acceder a una vivienda, a un local, o a un negocio en una zona que se encuentra desprotegida y expuesta al peligro. Además, es mucho más improbable que un microempresario o comerciante informal cuente con el tiempo y los recursos para tomar acciones legales contra el delincuente que atentó contra él o su negocio.
Esto se puede explicar a través de la criminología ambiental. La cual es una rama que nos permite entender porque el crimen está más presente en ciertas zonas a comparación de otras. La teoría de las ventanas rotas pertenece a la rama de la criminología ambiental, y manifiesta que en los espacios urbanos o rurales donde hay mayor presencia de descuido, suciedad, falta de mantenimiento, poca iluminación, y vandalismo se crea un entorno que fomenta los comportamientos antisociales y delictivos. Sumado a esto, también se debe considerar la falta de presencia policial y de seguridad en estos distritos.
Nuevamente recalco que la lucha contra el crimen debe partir de la prevención. El fortalecimiento de los espacios urbanos, a través de la limpieza de calles, el aumento de presencia de efectivos policiales, la inversión en sistemas de video vigilancia, la inversión en mayor iluminación, y el mantenimiento de los espacios públicos deben ser el primer paso para mitigar esta problemática de que la delincuencia sea inversamente proporcional al patrimonio.
En resumen, este artículo proporciona un diagnóstico general de los factores que contribuyen a la creciente delincuencia en el Perú. La mitigación de este problema va más allá de meras declaraciones y opiniones; requiere un compromiso profundo y metódico respaldado por la ciencia y la estadística. La magnitud del desafío exige una estrategia cuidadosamente elaborada. Debemos pasar de la reflexión a la acción, reconociendo que la clave para el éxito radica en nuestro enfoque científico, profesional y estratégico. Si bien enfrentamos dificultades, nuestras posibilidades de éxito son inmensas, siempre y cuando abordemos este problema con la seriedad y la determinación que merece.