Varias bandas armadas controlan gran parte de Puerto Príncipe y mantienen un pulso violento contra las autoridades del primer ministro Ariel Henry, cuya dimisión exigen
El gobierno de Haití prolongó este jueves por un mes el estado de emergencia en el departamento de la capital Puerto Príncipe, azotada por la violencia de las pandillas.
La medida, publicada en el diario oficial de la pequeña nación caribeña, fue confirmada a la AFP por una fuente gubernamental que precisó que «el toque de queda se aplicará según las necesidades» de las autoridades.
Varias bandas armadas controlan gran parte de Puerto Príncipe y mantienen un pulso violento contra las autoridades del primer ministro Ariel Henry, cuya dimisión exigen.
El miércoles por la noche, esas pandillas incendiaron un nuevo puesto de policía, demostrando una vez más que no piensan detener esta espiral de violencia.
La subestación de policía atacada se encuentra en Bas-Peu-de-Chose, en un barrio de Puerto Príncipe que sufre con frecuencia ataques por parte de las pandillas, indicó a la AFP Lionel Lazarre, coordinador general del sindicato de policías haitianos Synapoha.
Los agentes del puesto tuvieron tiempo de abandonar el edificio antes del ataque, precisó este oficial, quien aseguró que el asalto estaba planeado desde el pasado fin de semana.
Las bandas también incendiaron un vehículo policial y varias motocicletas.
Poco antes de este último ataque, el Consejo de Seguridad de la ONU expresó su preocupación por la «crítica» situación de Haití.
Las pandillas llevan días asaltando lugares estratégicos del país, entre ellos varias comisarías de policía.
Un influyente líder pandillero, Jimmy Chérizier, advirtió el martes que si el primer ministro Henry no dimitía, el país se dirigiría hacia una guerra civil.
«O Haití se convierte en un paraíso para todos o en un infierno para todos», declaró este expolicía de 46 años apodado ‘Barbecue’.
Según un recuento de Synapoha, desde que comenzaron los ataques coordinados de las bandas, 10 edificios policiales han sido destruidos y dos prisiones civiles atacadas y vaciadas de sus reclusos.
Con las autoridades y las escuelas cerradas, muchos residentes intentan huir de la violencia con sus pocas pertenencias bajo el brazo, mientras que otros se aventuran a salir sólo para comprar lo esencial.