Hace poco recordé, gracias a una serie de Netflix, un libro que nos hizo leer el padre Lanssiers en francés, en el cuarto año de secundaria en el Colegio La Recoleta. Este libro, escrito por Ben Dan y publicado el 01 de enero de 1967, narra la historia basada en la vida de Elie Cohen, alias Kamal Amin Taabes, el espía que infiltró Israel en las altas esferas del gobierno sirio en la ciudad de Damasco.
En el Perú se habla muy poco de espionaje, lo cual me trae a la memoria que durante el año 1979, regresando de la ciudad de Trujillo, coincidí casualmente en el avión con un periodista y fotógrafo llamado Juan Lázaro, casado con la periodista peruana del diario La Prensa en Nueva York y reportera del noticiero 90 segundos de Frecuencia Latina, Vicky Peláez, quien resultó ser un espía ruso.
En la tarde de estos últimos días de fiestas, mientras me divertía entre mis viejos libros, pensé en la figura de Cametirri Bongen. Este peculiar personaje agita mi imaginación ya que, de padre comunista y madre rusa, nacido en la época de la Guerra Fría, allá por los años 50, es un verdadero malabarista con tentáculos en todos lados. Dadas todas estas historias de espionaje, me imagino a Cametirri Bongen, especialista en artes marciales y miembro de algún servicio secreto exterior, con la habilidad de un espía; podría haber encontrado a los más grandes tontos útiles del Perú, como las morsas liberales, caviares (ahora llamados ‘los marrones’) por el color que tienen y cómo huelen (no me refiero a Arvizu), así como prelados despistados de la iglesia, presidentes, miembros del poder judicial, fiscalía y muchos que tienen «plata como cancha». Todos bailando a su ritmo, que parecen un tondero con fuga de resbalosa.
Todos estos personajes tendrían en común carpetas preparadas tanto en el Perú como en el extranjero por servicios secretos como el cubano, venezolano, nicaragüense y eventualmente el ruso. En este último país, nuestro querido personaje podría haber sido entrenado quizás por correspondencia o presencialmente por los capos de la KGB Rusa, STASI en Alemania Oriental y más posiblemente por el G2 cubano, donde uno de sus jerarcas es el embajador de Cuba en Checoslovaquia. Nuestra cancillería y nuestro gobierno no hacen nada.
Cametirri y su grupo de alienados, tarados y malintencionados han convertido instituciones como el poder judicial y la fiscalía en algo parecido a su chacra, con fiscales supremos que se van, otros que se quedan, otros que reemplazan, otros que se enferman, con un copamiento de estas instituciones que da espanto, ya que ni un ciudadano de nuestra querida Quechuaeslovaquia puede estar seguro de no ser intervenido con órdenes de cateo en sus casas, revisando sus teléfonos, sus documentaciones y sus vidas personales, las cuales pueden ser hasta filmadas sin respetarse las formas prescritas por la ley. El popular Cametirri, personaje de las artes marciales cuarto dan, ha visto también cómo controlar procesos electorales, destituciones de funcionarios públicos y cerrar instituciones sustituyéndolas por lo mismo, pero con gente a su medida, con gente que está incapacitada por ejercer los cargos por exceso de edad y que están creando una verdadera maraña legal para el futuro, al no tener posiblemente la legitimidad para generar las resoluciones que han generado en los últimos años.
Este personaje de película, de hablar difícil, lo que le impidió ser estrella de la televisión hablada y que acentuó su costumbre de vivir en tinieblas, empezó a sacarse la lotería al poder influenciar el gobierno del «sano y sagrado». Dejó Panamá casi exiliado, supuestamente por denunciar la corrupción del gobierno panameño, curiosamente también utilizando información que nunca debió haber llegado a sus manos, salvo de manera soterrada e ilegal. Me pregunto, ¿no será nuevamente la práctica de un agente secreto de un país extranjero?
Este prohombre de la inteligencia se vincularía con personajes del socialismo del siglo 21 como «el Huevo», «el Burro», «el Tuerto and wife», «el Casto caribeño and family» y «Ortiga», es decir, toda la realeza hispanoamericana que está pretendiendo establecer monarquías en toda Hispanoamérica. Entre estos personajes estaría también «el figura», el gran promotor de amnistías para corruptos en la Península Ibérica.
Ni qué decir de la prensa peruana, que ha logrado de manera muy eficiente que nuestro pueblo odie a cualquier personaje útil en el país. Torturan la historia a través de verdades sacadas de contexto, medias verdades y grandes mentiras, haciendo tiras a todo aquel que se oponga a los proyectos de estas organizaciones que parecen monárquicas.
La parte más escabrosa es la alianza de este personaje con empresas paulistas y cariocas, quienes, según las declaraciones de nuestros estadistas, quitan y ponen presidentes. De esa manera, alentando alimañas y traidores, lograron reemplazar a un gringo por un reptil, con nuestro amigo Cametirri Bongen como titiritero y agente del barbado de Ipanema, posiblemente remunerado por empresas corruptas y otros amables surtidores de dinero especialmente enviado a políticos y funcionarios de Quechuaeslovaquia.
Finalmente, es memorable su actuación en la municipalidad de la capital con su co-fundadora en su ONG, MMI (Malditos Moluscos Ilimitados), conocida por su perseverancia en el trabajo y eficiencia, muy bien representada por la estructura herrumbrosa en los pantanos de Villa que es un monumento a la capacidad demostrada por ella en su manejo y deleite.
Yo conocí a Cametirri hace muchos años en un sauna de un club capitalino, al cual ambos frecuentábamos los domingos por la tarde. La verdad sea dicha, no me impresionó por su inteligencia, pero sí por su oscuridad. No puedo creer que todo este tinglado que hoy remece a nuestra querida Quechuaeslovaquia haya sido elaborado por una persona con las limitaciones intelectuales de él; debe haber un príncipe titiritero, o mejor dicho, un principito (él sabe quién es).
Este artículo es la forma de presentar medias verdades y grandes mentiras para hacer un daño irreparable a la dignidad de muchas personas. Por demás está decir que no existen pruebas ni son necesarias; cada uno de los personajes se identificará a sí mismo y sabrá cuánto hay de verdad y cuánto hay de mentira en lo anteriormente narrado. Lo cierto de todo esto es la total despreocupación de los peruanos por la actuación de servicios secretos extranjeros en nuestro país, permitiendo la permanencia de embajadores que claramente van en contra de los intereses de nuestra patria, financiando gobernadores corruptos por todos lados, siendo el caso extremo de «el Huevo», quien viene agitando a nuestros compatriotas de Puno para ser una república desmembrada con una pretendida Nación Aimara.
Me permito sugerir que los procedimientos de traición a la patria, así como los delitos de función, como los que estamos viviendo, sean entregados a fiscales y jueces de tribunales militares y policiales. Así empoderaremos a quienes nos tienen que defender y darnos seguridad.