Una pequeña escultura de dos sapos encontrada en el sitio arqueológico de Vichama, cerca de la antigua ciudad de Caral, proporcionó a los arqueólogos nuevas pruebas de que esta civilización, la más antigua de América, colapsó debido a un devastador cambio climático hace unos 3.800 años.
Este hallazgo, junto con figuras antropomórficas en muros de adobe que muestran signos de desnutrición, subraya cómo las crisis ambientales impactaron a esta sociedad preincaica.
La escultura, de apenas 12 centímetros, representa dos sapos, símbolo andino de fertilidad y adoración al agua tras períodos de sequía prolongada, según explicó la arqueóloga Tatiana Abad, directora de las investigaciones en Vichama, ubicado a 160 kilómetros al norte de Lima. Este sitio, que prosperó entre 1800 y 1500 a.C., se desarrolló tras el declive de Caral, una ciudad monumental de 5.000 años de antigüedad, contemporánea a las civilizaciones de Egipto y Sumer, pero que se desarrolló en completo aislamiento.
Evidencia de una crisis climática
Los restos encontrados en Vichama, como figuras esqueléticas que reflejan desnutrición, apuntan a que el cambio climático, caracterizado por cambios drásticos en los patrones climáticos, fue un factor clave en el colapso de Caral y otras civilizaciones globales de la época. Según Abad, los sapos simbolizan tanto la crisis que enfrentaron estas poblaciones como la esperanza de fertilidad y prosperidad en tiempos de escasez de agua.
Perú, cuna de civilizaciones antiguas
Caral, con sus 32 estructuras monumentales, es uno de los tesoros arqueológicos de Perú, junto con Machu Picchu y las enigmáticas Líneas de Nasca. Este descubrimiento refuerza la importancia de Perú como epicentro de culturas milenarias y destaca cómo los desafíos climáticos han moldeado la historia de la humanidad desde tiempos remotos.
Impacto global y relevancia actual
El hallazgo no solo arroja luz sobre el pasado, sino que resuena con los desafíos climáticos actuales, recordándonos cómo los cambios ambientales pueden transformar sociedades enteras. Este descubrimiento posiciona a Caral como un caso de estudio clave para entender las consecuencias del cambio climático en civilizaciones antiguas.