Opinión

Trump y el control político disfrazado de lineamiento cultural

Donald Trump sigue adelante con su cruzada parar tratar de imponer su visión de país, ahora con una orden ejecutiva instruyó al vicepresidente —miembro de la Junta de Regentes del Instituto Smithsonian— a eliminar de los museos, centros educativos y hasta del Zoológico Nacional toda “ideología inapropiada, divisiva o antiamericana”.

El concepto mismo de «ideología inapropiada, divisiva o antiamericana» es tan amplio y subjetivo que abre la puerta a la censura de cualquier visión crítica que no sea del agrado del gobernante y lo que se presenta como un lineamiento cultural es en realidad un mecanismo de control político propio de regímenes dictatoriales que buscan reescribir la historia para que esta se acomode a su narrativa, tal como lo hacen las nefastas dictaduras de izquerda contra las que Trump dice luchar.

En el fondo lo que busca Trump es adaptar ese relato a la versión del movimiento MAGA, una narrativa que ensalza el nacionalismo y la tradición mientras rechaza cualquier enfoque crítico sobre el pasado de Estados Unidos.

El Smithsonian es financiado en un 62 % con fondos federales y reúne un total de 19 museos, convirtiéndose en el complejo cultural más importante del mundo.

Ahora, en vísperas del 250.º aniversario de la independencia de lo Estados Unidos, ocho de sus museos, entre los que figuran el Museo Nacional de Historia Estadounidense y el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana, deberán revisar sus planes de exposiciones y materiales digitales.

Donald Trump acusó al Smithsonian de centrarse demasiado en “lo horrible que es nuestro país, lo mala que fue la esclavitud y lo insatisfechos que han estado los oprimidos”.

Muchos salieron a protestar respondieron en denfensa del Smithsonian, un cartel sostenido por una manifestante resumía la indignación: “Quita tus sucias manos de MI Smithsonian”.

En respuesta la Casa Blanca ha reforzado su ofensiva publicando un artículo titulado “El presidente Trump tiene razón sobre el Smithsonian”, cuestionando las exhibiciones que se dedican a la raza, la esclavitud y la inmigración.

La reacción cultural no se hizo esperar, más de 150 organizaciones y 300 personalidades firmaron un manifiesto en defensa de la libertad artística y contra todo tipo de censura, advirtiendo que lo que está en juego no es solo la memoria histórica, sino la también la democracia.

En el fondo, lo que se plantea es claro: un control político disfrazado de lineamiento cultural, el camino más corto hacia el autoritarismo. Al final la historia deja de ser memoria y se convierte en una herramienta que se manipula y acomoda solo a lo que gusta o conviene al gobernante de turno, no a la verdad.


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