El Congreso de la República aprobó una reforma electoral que traerá de regreso la bicameralidad en el Perú, permitiendo la creación de un Senado, pero lo que parecía un avance democrático ha resultado ser una jugada política que beneficia descaradamente a los actuales congresistas.
La trampa en la reforma
Entre los cambios más polémicos, se ha establecido que solo podrán postularse al Senado aquellos que tengan más de 45 años o hayan sido congresistas previamente, este requisito convierte a Perú en el país con la edad mínima más alta del mundo para acceder al Senado, superando incluso a Italia, donde se exige un mínimo de 40 años.
El politólogo Fernando Tuesta Soldevilla ha alertado que este cambio limita la participación política de los ciudadanos y reduce la competencia electoral.
“En un país donde la mayoría de la población tiene menos de 45 años, esto significa que menos personas podrán aspirar al Senado. Curiosamente, muchos congresistas actuales no podrían postularse si esta norma hubiera estado vigente antes”, señaló Tuesta.
¿Quiénes se benefician?
Lejos de perjudicar a los parlamentarios, la reforma les abre las puertas del Senado. Un total de 36 congresistas menores de 45 años se verán beneficiados, ya que la norma les permite postularse gracias a su experiencia legislativa, mientras que los ciudadanos sin historial parlamentario quedarán fuera.
Las bancadas más favorecidas con esta medida incluyen:
- Fuerza Popular (7)
- Perú Libre (5)
- Podemos Perú (4)
- Avanza País (4)
- Renovación Popular (4)
- Acción Popular (3)
- Juntos por el Perú (2)
- Bloque Socialista (2)
- Somos Perú (2)
- Bloque Democrático (1)
- Alianza para el Progreso (1)
- No Agrupados (1)
Entre los nombres que figuran en la lista de beneficiados se encuentran Rosangella Barbarán (31 años), Alejandro Cavero (33 años) y Sigrid Bazán (34 años), quienes de otro modo no podrían acceder al Senado por su edad.
¿Golpe a la democracia?
Este cambio en la normativa ha generado un fuerte rechazo, ya que en un referéndum anterior la ciudadanía rechazó el regreso de la bicameralidad. A pesar de ello, los parlamentarios decidieron ignorar la voluntad popular y aprobaron la reforma.
Para muchos analistas, esta maniobra es un autogolpe legislativo que fortalece el control del Congreso y cierra las puertas a nuevas generaciones de políticos. La pregunta que queda en el aire es: ¿seguirá el Perú permitiendo que los congresistas legislen a su favor?