Obtener un pasaporte en Perú se ha convertido en una verdadera pesadilla para miles de ciudadanos; lo que hace unos años era un trámite rápido y eficiente —con entrega el mismo día—, hoy se ha transformado en un proceso tortuoso que parece sacado de un libro de Kafka en donde las largas esperas, sistemas saturados y falta de citas son la nueva normalidad, dejando a muchos peruanos frustrados y sin opciones claras.
La situación actual refleja un retroceso evidente en la calidad del servicio público, hasta junio del 2021 los pasaportes se entregaban el mismo día de la cita, hoy pueden pasar 3 semanas o en algunos casosm más y eso si tienes suerte de haber logrado una cita. Migraciones, la institución encargada de emitir los pasaportes, argumenta que el aumento de la demanda y problemas logísticos son los principales culpables.
Esta explicación pierde peso frente a la desorganización evidente y las medidas poco equitativas que priorizan a quienes tienen boletos de avión comprados; si bien atender a quienes tienen viajes urgentes parece una solución razonable, esto deja en desventaja a quienes no pueden permitirse comprar un pasaje para desbloquear el proceso.
El problema no surgió de la noche a la mañana. Durante el gobierno de Pedro Castillo, la falta de planificación y designación de funcionarios incompetentes dejaron huellas profundas en el funcionamiento de instituciones clave.
Cambios constantes en la administración, decisiones improvisadas y falta de inversión agravaron una crisis que se sintió más durante los años de la pandemia, pero esta situación no es exclusiva del mandado de Castillo; la gestión de Boluarte ha sido incapaz de resolver un problema que cada día se hace más grave.
El contraste con otros países de la región es alarmante, en la mayoría obtener un pasaporte sigue siendo un trámite sencillo y rápido. Entonces, ¿por qué en nuestro país se ha convertido en un privilegio? ¿Por qué un derecho básico como la movilidad internacional está condicionado a un sistema colapsado que empuja a los ciudadanos a buscar soluciones desesperadas?
La respuesta está en la falta de voluntad política y la carencia de una visión a largo plazo para modernizar los servicios públicos, el colapso del sistema de pasaportes es un síntoma más de un Estado que no prioriza la atención eficiente al ciudadano y mientras tanto los peruanos siguen atrapados en un laberinto burocrático que parece no tener salida.
Migraciones necesita una reestructuración urgente, con mayor transparencia, inversión en tecnología y una planificación realista que contemple el crecimiento de la demanda. La pregunta que queda en el aire es: ¿cuánto tiempo más seguirá siendo un calvario lo que debería ser un simple trámite?
Yo también, escribí a Defensoría y no obtuve ninguna respuesta.