La firma del ansiado Tratado de Libre Comercio (TLC) entre la Unión Europea (UE) y el Mercado Común del Sur (Mercosur) se vio opacada por el ingreso a la presidencia ‘pro tempore’ del bloque del mandatario argentino, Javier Milei, quien, entre duras críticas, se refirió a un «giro de timón» en el mecanismo, que apunta a su individualización y flexibilización.
Tras 25 años de negociaciones, finalmente fue en la LXV Cumbre del Mercosur, realizada en Montevideo (Uruguay), en la que pudo suscribirse el tratado entre el Mercosur y la UE, que había sido anunciado para 2019.
En este encuentro, realizado en el emblemático edificio del Mercosur en la capital uruguaya, el anfitrión, Luis Lacalle Pou, recibió a sus pares de Argentina; de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, y de Paraguay, Santiago Peña. En la cumbre también participó el presidente de Bolivia, Luis Arce, por primera vez en calidad de miembro pleno de dicho bloque, y Panamá se adhirió como Estado Asociado.
Mercosur: «Un corsé asfixiante»
En los medios había expectativa sobre el discurso de Milei. Mientras algunos apostaban a que patearía el tablero de negociaciones, otros consideraban que podría abandonar el bloque regional debido a sus fuertes críticas.
El mandatario despejó las dudas este viernes. Si bien no se inclinó por ninguna de las dos opciones, hizo una advertencia: «O aceptamos que el Mercosur no funciona o lo disolvemos, lo cual no es la voluntad del Gobierno argentino; o lo adaptamos para que sea funcional a las necesidades de sus integrantes, lo que incluye la predisposición al cambio».
Tanto en su discurso como jefe de Estado miembro del Mercosur como al asumir su presidencia ‘pro tempore’, expresó sus grandes reservas sobre el fin mismo del mecanismo creado por su país, Brasil, Uruguay y Paraguay en 1991.
Entre los calificativos que usó para definir al instrumento regional estuvieron los de «corsé asfixiante» del que había que liberarse porque tenía «reglas estáticas». Milei pidió su flexibilización y agregó que hablaba «por todos», al afirmar que traía «más problemas que soluciones«.
«Menos trabas arancelarias para comerciar puertas adentro, más libertad para comerciar puertas afuera y más colaboración para la persecución del narco», fue su petición final.
Lula y el llamado a la integración
El mandatario brasileño tuvo un papel clave en el sello de esta dilatada firma al dirigir sus esfuerzos a la negociación con la Comisión Europea, al frente de Ursula von der Leyen, quien se mostró satisfecha por haber cerrado el trato en medio de los reparos de Italia y Francia.
En su intervención, Da Silva aseveró que el TLC con la UE reunirá un área de 700 millones de personas y que todas las economías participantes juntas sumarán un PIB de 22 billones de dólares.
En contraposición a su par argentino, Lula se refirió a que la «integración» moderniza a las sociedades, fortalece las estructuras productivas y «promueve la inserción más competitiva en el mundo».
Lula, situado en las antípodas de Milei en cuanto a la concepción del mecanismo, defiende que «un Mercosur fuerte y unido es un Mercosur interconectado con Sudamérica y con los grandes temas de la agenda global».
La tensión entre los dos mandatarios se percibió desde su llegada al edificio sede del bloque hasta su salida. Una vez que arribó Lula, el libertario se hizo a un lado y se apartó del grupo donde estaba el anfitrión Lacalle Pou, su par paraguayo, Santiago Peña, y von der Leyen; mientras que al finalizar la cumbre, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) abandonó la sala y no formó parte de la foto final oficial.
Arce y el nuevo orden multipolar
En su primera participación como Estado miembro, el presidente boliviano dijo que el mundo atraviesa una transición hacia un «nuevo orden multipolar», por lo que no se puede seguir en un sistema económico «dominado por el dólar y la imposición de sanciones».
Arce coincidió con su homólogo brasileño en la necesidad de «fortalecer la unidad» en el Mercosur «para tener una voz más fuerte en el escenario internacional, atender los intereses de los pueblos y buscar soluciones soberanas y favorables».
«El Mercosur debe ser un espacio de diálogo y concertación para abordar los destinos comunes como la crisis climática, la inseguridad alimentaria y la pobreza, que requieren soluciones conjuntas». Por ello, llamó a redoblar esfuerzos en estos temas prioritarios.