Me imagino que todos ustedes conocerán o habrán escuchado del Foro de Sao Paulo, pero ¿cuántos de ustedes han leído acerca del Foro de las Américas? Estoy seguro que ninguno, ya que es la primera vez que esta idea o concepto sale publicado en un artículo. Debo reconocer que la idea no es mía, es de un grupo pequeñísimo de personas que me han invitado a formar parte de él y así ayudar a darle vida a este importante proyecto.
Pero empecemos por el principio. ¿Qué es el Foro de Sao Paulo? ¿Quiénes lo formaron? ¿Quiénes lo integran y cuál es su misión? Luego de esta breve reseña entenderemos la importancia de formar un Foro de las Américas.
El Foro de Sao Paulo es una reunión de partidos y agrupaciones políticas de izquierda en Latinoamérica; tiene desde agrupaciones como el Partido Nacionalista Peruano, hasta organizaciones terroristas como las FARC y el ELN. Fue fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil en 1990. Su misión es reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda, para debatir sobre la realidad mundial después de la caída del Muro de Berlín (1989), con el objetivo de combatir las consecuencias del neoliberalismo, o más fácil de entender, del “imperialismo yanqui”.
Debemos reconocer que para los miembros del Foro de Sao Paulo, su accionar ha sido todo un éxito. A lo largo de los últimos 30 años, la mayoría de sus miembros han llegado al gobierno en sus respectivos países. El Partido Comunista de Cuba que ya era gobierno desde hace más de 60 años (1959), era el único que estaba en el poder al momento de la fundación del Foro. Pero después lo siguió Hugo Chávez en 1998, acusado de fraude electoral; Luiz Ignacio Lula da Silva del Partido de los Trabajadores de Brasil (2002), condenado por corrupción, Tabaré Vázquez, del Frente Amplio de Uruguay (2004), Evo Morales del MAS en Bolivia (2005) exiliado en Argentina por acusaciones de corrupción; Rafael Correa de Alianza País de Ecuador (2006), exiliado en Bélgica por malversación de fondos; Daniel Ortega, del Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua (2006), todavía en el poder luego de múltiples acusaciones de fraude; Ollanta Humala del Partido Nacionalista en Perú (2011), con varios procesos por corrupción en curso; Nicolás Maduro del Partido Socialista Unido de Venezuela (2013), todavía en el poder luego de haber destruido la economía venezolana y con acusaciones de fraude electoral; en México, Morena es la principal fuerza política nacional con Manuel Andrés López Obrador como líder y presidente del 2018 al 2024.
Como vemos, la gran mayoría de líderes del Foro de Sao Paulo llegó al poder de sus respectivos países de manera democrática, pero luego ya sea por medio de asambleas constituyentes o simplemente por fraude se quisieron enquistar en el gobierno. Creo que los dos casos más emblemáticos son los de Evo Morales y Nicolás Maduro. El primero fue elegido en 2005, cambió la constitución para poder postularse nuevamente y salió elegido en el 2010. Luego volvió a cambiar la constitución para reelegirse en el 2015. En el 2016, convocó a un referéndum para que se considerara la elección del 2015 como si fuera su primera vez y que pudiera postular nuevamente en el 2020, referéndum que perdió. Pero eso no fue impedimento para que Morales, y sus allegados en el Tribunal Electoral Boliviano, dictaran una sentencia que decía “que el actual presidente podía seguir buscando la reelección de manera indefinida” alegando que eran parte de sus “derechos humanos”.
Y por supuesto, tenemos al dictador Nicolás Maduro, que fue elegido “democráticamente” en 2013 para suceder a Hugo Chávez después de su muerte. En mayo del 2018 convocó elecciones de manera prematura, siendo reelegido para un periodo de 6 años. Los líderes opositores fueron encarcelados, exiliados o inhabilitados de participar, no hubo observación internacional y se amenazó a los electores que si no votaban por Maduro, podían perder su trabajo, una práctica democrática muy acostumbrada en los partidos de izquierda. Hoy día Venezuela cuenta con un presidente encargado reconocido por la mayoría de países, Juan Guaidó y un dictador, Maduro, que se aferra al poder con ayuda de la cúpula militar habiendo llevado al país a la ruina económica en medio de acusaciones de robos millonarios y narcotráfico.
Pero ¿qué hace hoy día el foro de Sao Paulo? Además de celebrar sus 30 años de fundación, se dedica a defender a sus miembros exiliados o en prisión. Por ejemplo, en Ecuador acusa al Presidente Moreno de ataques contra la democracia y la utilización del aparato judicial para “perseguir” al ex presidente Correa, exiliado en Bélgica y a sus allegados, buscando “evitar el retorno de la Revolución Ciudadana”. En el caso de Cuba (partido único en el poder desde 1959), “condenan las acciones de subversión política e ideológica que … están orientadas a desprestigiar a los dirigentes cubanos, crear condiciones para un estallido social y promover posiciones políticas opositoras dentro de las instituciones cubanas”. Y como cereza, en Bolivia apoyan los movimientos de protesta en contra del actual gobierno, la defensa del “perseguido político” Evo Morales, la liberación de los presos políticos y “denunciar ante la Unión Europea los planes de la ultraderecha que no llegó al gobierno por los votos sino por un violento golpe de Estado y que sabotea la realización de elecciones”. Esto viniendo de alguien que violentó la constitución a su antojo para reelegirse cuatro veces.
¿Entonces qué debemos hacer ante esta organización de izquierda, que más se parece a la mafia, que a un foro político? Proponemos la creación de un Foro de las Américas; espacio político de centro derecha, que pueda expresar y defender valores de libertad. No la “libertad o democracia” que pregona el Foro de Sao Paulo bajo su visión izquierdista de la realidad. Queremos que esté conformado por políticos de centro derecha, pero no solamente por ellos. Deben tener cabida los empresarios, emprendedores, trabajadores, artistas, intelectuales, periodistas y en general todos aquellos que quieran defender el derecho a vivir en libertad. Entendiéndose en el concepto de libertad: el de expresión, económica, de elección, de pensamiento y de vida.
Queremos que el Foro de las Américas sea una especie de Davos americano, en donde los políticos y las empresas puedan intercambiar puntos de vista sin miedo y de manera transparente, teniendo como fin el bien de la sociedad y no bajo el velo de corrupción que cubre la mayoría de grandes proyectos en nuestros países. Tenemos que ser capaces de salir del subdesarrollo por nuestras propias capacidades y no echarle la culpa de nuestra ineptitud a los demás, como lo hacen los líderes populistas.
Quiero abusar de la buena voluntad de mis lectores para que transmitan y reenvíen este artículo a todos aquellos que conozcan y que compartan nuestras aspiraciones a vivir en libertad y libre de engaños. Estoy seguro que, con la ayuda de todos, podremos llegar a formar el Foro de las Américas.