Mafalda, la emblemática niña que revolucionó el cómic con su aguda crítica social y su frescura, cumple 60 años este domingo. Creada por Joaquín Salvador Lavado, más conocido como Quino, debutó el 29 de septiembre de 1964 en la revista «Primera Plana» y desde entonces no ha dejado de ser relevante.
Nacida de una campaña publicitaria fallida, Mafalda personifica la inteligencia, la feminidad y el inconformismo en un contexto que, según el propio Quino, no ha cambiado mucho, con los mismos errores cometidos por la humanidad. Mafalda ha perdurado, incluso después de que Quino decidiera cerrar su ciclo en 1973 tras publicar cerca de 2,000 tiras traducidas a más de 20 idiomas. A pesar de ello, su influencia ha atravesado generaciones.
Entre los personajes que acompañan a Mafalda se encuentran Felipe, el soñador absurdo; Manolito, el pragmático bruto; Susanita, obsesionada con la vida adulta; Miguelito, el filósofo inocente, y su hermano Guille, siempre travieso. A través de sus aventuras, Quino logró transmitir una sabiduría infantil que contrastaba con la rigidez del pensamiento adulto.
El éxito de Mafalda fue internacional. En 1969, Umberto Eco la presentó en Italia, describiéndola como una «heroína de nuestro tiempo». Luego, en 1970, llegó a España, de la mano de Esther Tusquets y la editorial Lumen, convirtiéndose en un fenómeno en toda Latinoamérica y más allá. A lo largo de las décadas, Mafalda ha sido recopilada en múltiples tomos y sigue siendo leída por millones de personas.
Sus frases, como «¡Paren el mundo, que me quiero bajar!» o «El problema es que hay más gente interesada que interesante», siguen resonando, demostrando que su crítica sigue siendo relevante. Como señaló Gabriel García Márquez, Quino mostró con Mafalda que los niños poseen una sabiduría que los adultos tienden a olvidar, y Julio Cortázar lo resumió con brillantez: «Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí».