Según un analista, Tel Aviv intensificó su ofensiva contra el grupo chiita para empujarlo a un acuerdo, sin embargo, el movimiento parece pasar por alto sus pérdidas ante sus logros estratégicos.
En medio del reciente incremento de tensiones entre Israel y el movimiento chií libanés Hezbolá aumentan las preocupaciones sobre una mayor escalada del conflicto en Oriente Medio.
La mañana de este lunes las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) empezaron a lanzar una serie de «extensos ataques contra objetivos terroristas» pertenecientes a Hezbolá en el Líbano, lo que ha sido calificado por medios libaneses como «el mayor» ataque aéreo contra el país desde 2006.
Al menos 356 personas han perdido la vida y otras 1.246 han resultado heridas como consecuencia de los ataques llevados a cabo este lunes por Israel en el sur y el este del Líbano, informa el canal Al Jazeera citando al Ministerio de Salud del país árabe.
Una fuente en el sector de seguridad del país hebreo señaló a Ynet que la posible respuesta del movimiento chiita también puede ampliarse significativamente. «Hezbolá seguramente responderá disparando en grandes cantidades sobre el norte de Israel […] y quizás también sobre objetivos seleccionados en Tel Aviv», aseguró el informante.
Respuesta de Hezbolá
«Creo que no es demasiado pronto para llamar ahora a estos acontecimientos [en el escenario del norte] la ‘Tercera Guerra del Líbano’«, agregó, refiriéndose a la primera guerra de 1982, cuando Israel realizó un operativo militar como parte de la Guerra Civil libanesa para destruir las bases de la Organización para la Liberación de Palestina, y a la segunda guerra de 2006, en la que el mayor objetivo de Tel Aviv también fue Hezbolá.
A su vez, el movimiento chiita ya ha lanzado decenas de cohetes hacia la parte norte de Israel. Mientras, el primer ministro del Líbano, Najib Mikati, denunció un «plan destructivo» de Tel Aviv. «La continua agresión israelí en el Líbano es una guerra de exterminio en todos los sentidos de la palabra y un plan destructivo que tiene como objetivo destruir pueblos y ciudades libanesas», manifestó el funcionario en una reunión de su gabinete.
Aumento de tensiones
Una nueva espiral de tensiones entre Israel y Hezbolá ganó un nuevo impulso el 17 y 18 de septiembre, cuando se produjeron explosiones de dispositivos como buscapersonas y ‘walkie-talkies’ en todo el Líbano, dejando más de 37 muertos y miles de heridos. Hezbolá y las autoridades libanesas culparon a Israel por esa «agresión criminal», y el grupo chiita prometió responder al ataque. Por su parte, el presidente israelí, Isaac Herzog, rechazó la conexión de su país con los ataques coordinados.
Además, las muertes de Ibrahim Aqil, un alto comandante de la unidad de élite Radwan de Hezbolá, tras una ofensiva israelí contra el barrio Dahiyeh de Beirut, y de otros altos cargos de la agrupación arrojaron lleña al fuego del conflicto en la región. Aqil era el segundo al mando de la unidad Radwan después de Fuad Shukr, quien fue abatido en un ataque israelí el pasado mes de julio.
En la ceremonia fúnebre del comandante, el secretario adjunto de Hezbolá, Naim Qassem, anunció que el movimiento chiita libanés ha entrado en una nueva etapa denominada «batalla abierta de ajuste de cuentas» con Israel y aseguró que el país hebreo «morirá aterrorizado» como resultado de los planes que están preparando.
A su vez, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declaró el domingo que sus tropas han asestado a Hezbolá «una serie de golpes que no podría haber imaginado».
Dilema de Israel
Según Yoav Limur, veterano periodista de Israel Hayom y analista de defensa, las acciones de Israel en el norte del Líbano aún no han conseguido el cambio estratégico deseado por Tel Aviv, ya que Hezbolá parece estar comprometido con su política actual, a pesar de que ha sufrido daños significativos. Tal situación, en opinión del experto, crea una dilema ante el país hebreo sobre si debe intensificar sus acciones y en qué medida, todo ello mientras se enfrenta al riesgo constante de entrar en una escalada que ambas partes siguen intentando evitar.
Se cree que Israel trata de forzar a Hezbolá a llegar a un acuerdo que aleje a sus combatientes de la frontera, lo que supone un cambio respecto a su anterior estrategia de cautela. Limur destaca pros y contras de este enfoque: permite a Israel recuperar la iniciativa, pero también corre el riesgo de exacerbar las tensiones y provocar potencialmente un conflicto mayor.
El movimiento chiita, a pesar de las pérdidas tácticas, parece satisfecho con el ‘statu quo’, valorando sus ganancias estratégicas, que abarcan la «conquista» de la zona de Galilea. La reciente actividad militar, incluido un posible ataque con cohetes contra Haifa, demuestra la determinación de Hezbolá a pesar de encontrarse a la defensiva.
Mientras el país hebreo considera sus próximos pasos, entre ellos una posible invasión terrestre del sur de Líbano, se enfrenta a graves riesgos, por ejemplo la presión internacional para evitar una escalada, explica el periodista. En su artículo agrega que las FDI se han preparado para una operación terrestre, pero los líderes políticos aún prefieren estrategias menos visibles.